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Contenido creado por Paula Barquet
Innovación y otras yerbas
Foto: Towfiqu Barbhuiya / Pexels
OPINIÓN | Innovación y otras yerbas

En qué se parece la medicación anti-obesidad con el desarrollo de biotecnología en Uruguay

Las trabas regulatorias afectan tanto a los pacientes como a la innovación. Es mucho más un tema de voluntad política que de inversiones.

Por Fernando Brum

26.07.2024 15:05

Lectura: 4'

2024-07-26T15:05:00-03:00
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Parece el comienzo de un chiste malo, pero la realidad nos muestra un problema que nos afecta a todos.

Hace unos días El País publicó un artículo sobre las dificultades para acceder a Ozempic, el nuevo medicamento contra la obesidad que es accesible en todas partes del mundo. El medicamento fue aprobado por la FDA en junio de 2021, por Anmat en Argentina en agosto de 2023 y por Anvisa (Brasil) en enero de 2023. Los uruguayos debemos viajar al Chuy o a Buenos Aires para conseguirlo. No es fácil; no solamente hay que viajar, sino que hay que trasladarlo manteniendo la cadena de frío, con todos los riesgos adicionales que eso implica.

Del otro lado del chiste tenemos empresas locales, como Eolo Pharma, que han logrado plasmar los resultados de su investigación en un producto que pasó las primeras etapas de validación y comenzó ensayos clínicos en humanos (Fase 1). Los ensayos se realizan en Australia, obviamente fuera de Uruguay.

Agrego un par de anécdotas personales. Tengo presbicia, tuve la mala suerte (en realidad la buena suerte) de perder mis lentes de leer estando en el Reino Unido. Fui a una óptica, sin esperanzas, asumiendo que casi no podría leer durante el resto del viaje. Me dijeron “Ah, reading glasses”, me dieron unas muestras, una cartilla y en menos de 10 minutos salí con mis nuevos lentes. Ya hace años que los compro cuando estoy de viaje. En cualquier farmacia, seis pares por 14 dólares.

En 2006 trabajé en una empresa desarrollando tratamientos para mejorar el equilibrio basados en realidad virtual. Intentamos homologarlos en Uruguay, pensando que salir al exterior sin la aprobación local sería un problema. El MSP nos indicó que la “fabricación” debía realizarse en una sala adecuada, revestida de azulejos, con instalaciones anti-incendio y varios requerimientos adicionales. De nada valió decir y repetir que el producto consistía en aplicaciones de software: no hubo caso. Resultado: homologamos en Estados Unidos en la FDA.

La Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica de Argentina (Anmat) fue creada en 1992. Anvisa, la de Brasil, en 1999. Ambas a imagen y semejanza del FDA de Estados Unidos. Son agencias y no dependencias ministeriales, tienen agilidad, personal adecuado y que está al día en tecnología. Tenemos mucho que aprender, y están cerca. Seguramente nos pueden dar una mano.

Las agencias de la región tienen una tradición de colaboración. Cuando creamos la ANII nos apoyamos en Corfo, la agencia de Chile. Años después, cuando Chile creó la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo de Chile (ANID), utilizó la experiencia de la ANII.

Lograr una agencia de medicamentos y alimentos ágil no es inalcanzable. Es mucho más un tema de voluntad política y concepción de cómo debe ser el Estado en el siglo XXI que de inversiones.

Vale la pena leer la declaración de la Misión de la FDA. Además de los cometidos regulatorios, la declaración dice:

La FDA es responsable de promover la salud pública ayudando a acelerar las innovaciones que hacen que los productos médicos sean más efectivos, seguros y económicos, y ayudando al público a obtener la información precisa y basada en la ciencia que necesita para usar los productos médicos y alimentos para mantener y mejorar su salud.

Una agencia para productos médicos y alimentos debe trabajar estrechamente con la ANII y todo el Sistema Nacional de Investigación, promoviendo la innovación y ayudando a identificar problemas nacionales que den origen a proyectos de investigación relevantes.

El área de los ensayos clínicos también debe formar parte de sus cometidos. En Uruguay tenemos buenas condiciones para integrarnos a circuitos internacionales, pero antes debemos actualizar los marcos regulatorios y agilizar todos los procesos.

La biotecnología es una promesa muy relevante para continuar mejorando la matriz productiva. Tenemos muy buenos recursos humanos y hemos avanzado un poco en aspectos de inversión mediante alianzas público-privadas como las del Instituto Pasteur. Nos falta revisar en profundidad todos los aspectos regulatorios e institucionales para que esa área ingrese definitivamente en el siglo XXI, y avanzar hacia “el Uruguay que nos debemos”, como decía Ricardo Pascale.

No es imposible. El ejemplo del Banco Central, facilitando las pequeñas inversiones y mejorando (un poco) el entorno de las Fintech, muestra el camino. Seguramente las agencias de los países de la región, las agencias de Estados Unidos y Europa, y los organismos multilaterales, también nos puedan dar una mano.

Por Fernando Brum