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Contenido creado por Gonzalo Charquero
Dentro del margen de error
Foto: Federico Gutiérrez/FocoUy
OPINIÓN | Dentro del margen de error

El primer mes de gobierno: ¿cuánto se puede y conviene hacer en ese tiempo?

Orsi no tiene el mismo estilo que Lacalle Pou ni que Mujica; probablemente se parece más a Tabaré Vázquez.

Por Mariana Pomiés

04.04.2025 15:35

Lectura: 4'

2025-04-04T15:35:00-03:00
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A un mes de la asunción del nuevo gobierno, algunos actores —políticos y periodistas— se quejan de la falta de anuncios trascendentes o de que no se están presentando muchas leyes ni medidas. Parece que el sistema político y la prensa se han acostumbrado al ritmo vertiginoso de la vida moderna a través de las redes.

En este primer mes de gobierno se han instalado los ministros y sus equipos. Si bien muchos ya habían tenido contacto con sus antecesores, recién en estas semanas se enfrentaron a la realidad concreta de cada lugar, incluyendo conocer a los funcionarios de carrera, profundizar en los problemas específicos e identificar cuáles temas están en curso. También se votaron las venias para los entes y distintas oficinas del Estado, pero algunos recién asumieron y otros todavía no. La oposición aún no ha terminado de definir quiénes ocuparán los cargos que le corresponden, por lo cual los directorios no están completos.

El presidente Yamandú Orsi ha organizado la agenda para los próximos meses, retomando los 63 compromisos hechos durante la campaña, agrupados en cinco ejes, y distribuyéndolos entre los ministerios. En varios casos encomendó a un grupo de carteras que trabajen en conjunto para elaborar planes de trabajo para llevar adelante compromisos específicos, y que incluyan los costos en el presupuesto de su área.

Esto se parece mucho a la gestión por objetivos, que se recomienda para empresas y organizaciones. El plan de acción funciona como orientador u hoja de ruta. Permite delinear acciones que se alinean con los objetivos, asignar plazos, recursos económicos y humanos a cada acción a cumplir, y luego medir su grado de logro o de resultados.

No sabemos si esta metodología funcionará plenamente en la gestión de gobierno, pero al menos quedó claro que desde Presidencia se asignaron y distribuyeron tareas y responsabilidades concretas. Va en la línea de la modalidad de gestión que desarrolló Orsi en Canelones, distribuyendo y delegando mucha responsabilidad a su equipo.

El presidente también ha estado buscando establecer su propio estilo de comunicación con los medios y con la opinión pública.

Durante el período pasado, el presidente Luis Lacalle Pou hizo un uso intenso de la comunicación: comunicaba permanentemente y concurría a varios eventos públicos por día, en cada uno de los cuales él siempre tenía una palabra, un comentario o un anuncio que hacer. Sin dudas fue el presidente más presente en los medios en la historia del país —más incluso que Mujica, que también era (y es) un gran comunicador—. Probablemente parte del nivel de popularidad personal y de aprobación de su gestión se debe a su capacidad de comunicación. Dejó la vara muy alta en materia de presencia y discurso, y también acostumbró a la prensa a contar siempre con la voz del presidente.

Ahora se lo exigen al nuevo presidente. Orsi no tiene el mismo estilo que Lacalle Pou ni que Mujica; probablemente se parece más a Tabaré Vázquez. En estas semanas está buscando su estilo propio, tratando de explotar su mayor virtud que es la cercanía con la gente y el diálogo llano y horizontal. Sin embargo, por su modalidad de gestión de armar equipos y darles autonomía y protagonismo, probablemente prefiere no solo que actúen autónomamente, sino que también sean responsables de comunicar lo que hacen. Esto lo aleja del estilo Lacalle Pou, que presentaba todos los proyectos y comentaba todas las novedades, pero las expectativas de la prensa y el público hoy son que el presidente comunique todos los días, que hable sobre todos los temas. Orsi tendrá que definir mejor sobre qué hablará y cuáles temas dejará para que los comuniquen sus equipos. Como una de sus fortalezas es justamente su forma de acercarse a la gente común, tampoco puede “encerrarse en la Torre Ejecutiva”, y gobernar desde allí.  

En los próximos meses el nuevo gobierno se asentará y la población podrá evaluar cuánto de lo que se prometió en la campaña se lleva a cabo. ¿Se podría haber hecho más en cuatro semanas? Seguramente, como lo muestran los ejemplos de Javier Milei en Argentina o Donald Trump en Estados Unidos. ¿Queremos ese tipo de gobernante en Uruguay? Al menos por ahora, no. Preferimos las soluciones negociadas, los cambios graduales, los gobiernos con participación de la oposición. Esas preferencias tienen su costo, la relativa lentitud, pero también tienen ganancia, como bien lo saben todos los presidentes que gobernaron en democracia.

Por Mariana Pomiés