Los uruguayos se prepararan para entrar en un nuevo año electoral. Para muchos el año electoral se asocia a campañas pesadas, agresiones, excesos, pero también es un signo de una democracia sana que funciona, que está vigente y que garantiza estabilidad política y que facilita el desarrollo económico.
Sabemos que el año que viene escucharemos muchas discusiones, y esperamos con mucha expectativa que sean en un marco civilizado, ya que, al menos por ahora, a la mayoría de los uruguayos no nos gustan las peleas ni las discusiones fuera de tono.
La buena noticia para las empresas que nos dedicamos a la investigación de opinión pública es que, a diez meses de la elección presidencial, casi tres cuartos de los electores ya tienen una preferencia definida respecto a cuál partido votarían, aun cuando ni siquiera los candidatos están definidos. La mala noticia es que el grupo que define la elección es (principalmente) el resto: la minoría que no sabe a quién votaría o que no está seguro si finalmente votará a ese partido que hoy prefiere.
El verano será un tiempo de descanso, distracción y recreación para muchos, pero para un grupo pequeño de políticos y candidatos será un tiempo de mucho trabajo, de tejido de alianzas, de recorrida de ciudades, pueblos, localidades, para hacerse conocer, idealmente para ganarse el apoyo de la gente.
Esta campaña se diferencia de todas las anteriores porque la gran mayoría de los precandidatos no tienen experiencia anterior en campañas electorales a nivel nacional. El lado positivo es que finalmente llegó la renovación que muchos reclamaban hace cinco años y que esa capacidad de renovación es otro signo de la vitalidad de la democracia y de los partidos políticos. Algunos temen que candidatos inexperientes no logren desarrollar una campaña exitosa, pero la inexperiencia como argumento negativo contra un candidato no es a priori un elemento diferenciador.
Candidatos “nuevos” requieren más presentación –y más esfuerzo por parte de ellos mismos y sus equipos para mostrar su habilidad y sus credenciales para llegar a la Presidencia de la República. La instancia de la campaña, justamente, permite a los electores evaluar cómo se desempeñan en una carrera en la que la competencia es dura, y los candidatos deben mostrar su capacidad de escuchar a los electores, transmitirles su visión del país futuro, organizar a sus militantes, lidiar con los ataques que seguramente recibirán sin perder el temple, y enfrentar dos duras instancias competitivas, una interna y otra externa.
Hoy el FA es el partido que reúne más preferencias, 44%, y uno de sus precandidatos, Yamandú Orsi, es el más mencionado como preferido para la presidencia con el 20% de las menciones espontáneas. El FA está en una situación muy similar a la de noviembre de 2013, cuando al año siguiente ganó la elección. Pero la coalición reúne el 41% de las preferencias, y Álvaro Delgado se destaca como candidato preferido, mencionado por el 12% de forma espontánea. Esta situación de la coalición es apenas un poco más desventajosa que la que presentaba en noviembre del 2018, un año antes de ganar la última elección.
Esto indica que a fin de este año es difícil hacer pronósticos de lo que sucederá dentro de un año. Lo que es seguro decir es que el año que comienza en unos días será políticamente complejo y desafiante para todos, políticos y no políticos. Unos deberán convencer a la ciudadanía de su idoneidad para conducir al país y otros deberán estar atentos y tomar decisiones, votando a aquellos que crean los beneficiará más a ellos y a todo el Uruguay. Brindemos para que todos podamos hacer lo mejor para el bien del país.