Cuando se acercan las elecciones, los políticos y los entendidos empiezan a hablar de los jóvenes, a elucubrar si se acercan o no a la política, de cuánto les interesa, cómo convocarlos, o de si sus comportamientos electorales son distintos a los del resto, entre otros temas.

En Argentina fue tema de campaña, pre y pos elecciones. Allí mucho se ha hablado de la estrategia de Milei hacia los jóvenes y su éxito. Fue un político que se apalancó mucho en las redes, con un modo juvenil e informal, y eso lo hizo muy atractivo para ellos. Por esa vía consolidó el apoyo de este segmento que fue muy importante para su éxito político y electoral. Y varios se preguntan si algún candidato o partido podrá en Uruguay desarrollar una estrategia de este tipo.

Es cierto que los jóvenes tradicionalmente han tenido comportamientos distintos al resto en política y en casi todos los órdenes de la vida. En los últimos 60 años en Uruguay su rebeldía fue la que colaboró al crecimiento del Frente Amplio (FA); los hijos de los antiguos blancos y colorados fueron optando por el FA, lo que ayudó al crecimiento y consolidación de ese partido. Pero esto hace tiempo que no es tan lineal y ese partido ya no se ha nutrido tanto como antes de las nuevas generaciones, aunque sigue siendo el preferido —por poco margen— de ese electorado.

En la elección pasada, en los meses previos a octubre el FA captaba un poco más de un tercio de ese segmento de votantes, otro un poco menor la coalición, y el tercer grupo alimentaba al sector de los indecisos. A un año de las elecciones, hoy los indecisos jóvenes son menos y en ese segmento de votantes parecen estar más entusiasmados con la política que hace unos años.

La última encuesta de CIFRA del año mostraba que casi la mitad de los votantes menores de 29 años tenía una inclinación a votar al FA y un 40% a algún partido de la Coalición. Menos del 8% estaba indeciso o pensaba votar en blanco.

Esto muestra un cambio respecto a momentos similares del pasado, pero también los analistas hemos aprendido a tomar estas cosas con pinzas, ya que este segmento de votantes es el que más cambia sus intenciones durante la campaña. Pueden perder interés rápidamente y aumentar el grupo de indecisos.

Los jóvenes siempre han sido un desafío para los partidos, les ha implicado un esfuerzo llamar su atención y convocarlos a militar. Además de ser el “semillero” para el crecimiento, suelen ser muy activos, creativos, alegres, convocan a otros jóvenes y entusiasman a los adultos. Pero desde hace años también se ha visto que las nuevas generaciones tienen modos distintos de militar, menos orgánicos, menos organizados y más espontáneos. El desafío ahora es convocarlos y entusiasmarlos con nuevas modalidades y herramientas, pero sin dejar las tradicionales que funcionan para públicos mayores.

Las redes son un lugar donde se los encuentra y donde ellos suelen moverse mucho y participar. De hecho, para varios jóvenes cercanos a los partidos su forma de militar y participar en política es exclusivamente a través de las redes. Esto ha generado a los partidos el desafío de tener que aprender a trabajar en ellas, a segmentar a su público y con ello los lenguajes, mensajes y herramientas.

En todo este proceso mucho se ha cuestionado la falta de entusiasmo y de constancia de los jóvenes, así como su poco interés en temas importantes. Pero, aunque esto puede tener un dejo de verdad, es cierto también que a los partidos les ha costado mucho adaptarse a la realidad de este público tan importante (más en dinamismo que en cantidad real) para su supervivencia y visibilidad, ya que los jóvenes son los que hacen más ruido y hacen visible a los partidos.

Cualquier partido que quiere crecer en intención de voto tendrá que atender especialmente a este segmento, que hoy no parece tan desinteresado como en otros tiempos, pero que cambia muy rápido de opinión y no está deseoso esperando que lo vengan a buscar.