Dos hechos políticos que se produjeron en las últimas semanas en países de América Latina pusieron en evidencia la dualidad de criterios que manejan las dirigencias del Pit-Cnt y del Partido Comunista.
En uno de los casos, el dictador venezolano Nicolás Maduro y sus secuaces terminaron de sacarse la careta, al poner todas las trabas legales (e ilegales) posibles para evitar que la oposición les gane las elecciones previstas para julio próximo.
Tan flagrante es la situación que provocó la condena de varios gobiernos del continente que ya no le eran afines —entre ellos Uruguay—, pero lo que es más, también generó el rechazo de notorios dirigentes de izquierda como el expresidente, José Mujica; el jefe de Estado brasileño, Luiz Inacio Lula Da Silva, y del mandatario colombiano, el ex guerrillero Gustavo Petro.
Lula afirmó que los impedimentos para la inscripción de la candidatura de la opositora Corina Yoris en Venezuela, son “graves” y que no hay “explicación política ni jurídica” para que la aspirante no pudiera inscribirse ante el Consejo Nacional Electoral venezolano.
Es más, el ex senador frenteamplista y dirigente de la Vertiente Artiguista, Enrique Rubio, escribió la semana pasada en la red X que Yoris es una profesora universitaria “y una prestigiosa filósofa” y dejó en claro que “no somos cómplices de la deriva autoritaria”.
Yoris fue nominada en lugar de la ex candidata opositora María Corina Machado, a quien los chavistas le inventaron supuestas irregularidades para cerrarle el paso y así tratar de evitar una derrota que aparecía como inevitable.
El que patinó feo en este asunto fue el precandidato frentista Yamandú Orsi, quien al referirse al tema dijo que Maduro hace “trampita”, minimizando una cuestión grave para el sistema democrático de un país.
Y para mejorar su “trampita” el régimen de Venezuela presentó el martes 2 ante la Asamblea Nacional —controlada por el chavismo— un “Proyecto de ley contra el fascismo, neofascismo y expresiones similares” elaborado por orden de Maduro.
El texto no hace otra cosa que dotar al de instrumentos para proscribir a la oposición y censurar las redes sociales y también establece la creación de una comisión contra el fascismo. Incluye además “sanciones penales y administrativas por el incumplimiento de las disposiciones de esta ley”.
Mientras en Venezuela se diseñan estas medidas que no son otra cosa que violaciones a las libertades individuales, por estos días, tanto el Pit-Cnt como el Partido Comunista del Uruguay (PCU) emitieron sendas declaraciones en las que culparon al gobierno de Estados Unidos de las movilizaciones que realizaron en Cuba millares de ciudadanos molestos por la persistente escasez de alimentos y de energía eléctrica.
“El movimiento sindical uruguayo desea destacar que las carencias actuales del pueblo cubano están originadas justamente por el bloqueo criminal del imperialismo norteamericano, que ya viene durando más de 65 años”, dijo la declaración.
Como era de esperar, al día siguiente fue el PCU el que emitió una declaración en la que también denunció y condenó “las operaciones injerencistas y de desestabilización del gobierno de EEUU contra Cuba y su pueblo”. Hasta en los términos del comunicado coincidieron.
En la misma línea, el senador de este sector, Oscar Andrade, justificó el deterioro democrático de Venezuela en la “injerencia internacional”.
“Se generó desde afuera una crisis social, política y económica”, que según Andrade, provocó las violaciones institucionales en las que ha incurrido el régimen de Maduro.
La pregunta que surge ante estas declaraciones es por qué el Pit-Cnt y el PCU cierran filas en torno al régimen cubano —presuntamente “agredido” por Estados Unidos—, y no condenan las violaciones que se producen al sistema democrático en Venezuela.
No han condenado al régimen de Maduro, y no sería extraño que en breve emitan sendas declaraciones en apoyo al “proceso democrático” venezolano, lo cual, evidentemente, no es otra cosa que una gran ironía.
Sería bueno saber hasta cuándo la dirigencia sindical uruguaya y el propio PCU van a justificar lo que viene sucediendo en estos dos países del continente. ¿Qué les impide condenar un atropello y una burla tan flagrante al sistema democrático? ¿Los lazos que los unen son tan fuertes? ¿Qué tanto le deben al chavismo el PCU y la dirigencia sindical?
En Cuba hace ya años que se ha desvanecido el romanticismo de la revolución. Primero, al desaparecer la asistencia de la Unión Soviética y más recientemente, al acabarse los petrodólares que le proveía el chavismo., dando paso a una crisis social que solo se sostiene por un fuerte régimen que sofoca con represión cualquier intento de protesta.
En Venezuela, en tanto, las violaciones a la institucionalidad son moneda corriente pero desde estas dos organizaciones nada se dice, al contrario, se llega a justificar situaciones que en caso de que se produjeran en Uruguay serían motivo de interminables y justificadas movilizaciones.
Seguir cohonestando estas dos dictaduras, ya sea a través de declaraciones, como desde el silencio cómplice, es incomprensible. El Pit-Cnt y el PCU deberían saber que la democracia es completa o no es democracia. No admite medias tintas ni maquillajes dialécticos.
Por Álvaro Giz
@giz_alvaro
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