No podía ser de otra manera. No era posible otra posición. Fiel a su estilo de oponerse a todo lo nuevo, a lo diferente, a lo innovador, el Pit-Cnt expresó por estos días su rechazo al acuerdo comercial alcanzado por los países que integran el Mercosur con las 27 naciones que son parte de la Unión Europea.
El presidente de la central, el dirigente comunista Marcelo Abdala, afirmó que para esa organización el entendimiento es “antidemocrático” y que además fue negociado “en secreto”.
En el marco de la Cumbre del Mercosur, en Montevideo, los países del bloque regional anunciaron el viernes 6 el fin de las negociaciones por el acuerdo con la Unión Europea.
Según Abdala, el entendimiento “está separado en comercio, temas ambientales y finalmente el área política”, por lo que “hay una metodología que no compartimos”.
“Tenemos una posición histórica, así que todo lo que establezca flujos de libre comercio, entre países y regiones, con un desarrollo absolutamente desigual, tiende básicamente a exacerbar ese desarrollo desigual”, argumentó.
Opinó además que “América Latina, con este acuerdo, estaría en principio, desde nuestro punto de vista, de alguna manera hipotecando las posibilidades de su desarrollo industrial”.
En una línea similar, pero sobre otro tema, también esta semana el sindicato de OSE salió a dar su opinión —sin que nadie se la solicitara—, sobre el “Proyecto Neptuno”, el cual implica la construcción de una planta que potabilizará agua que se extraerá del Río de la Plata.
Junto a otras organizaciones sociales, el gremio de OSE sostuvo que ha quedado claramente demostrado que “el impuesto proyecto Neptuno-Arazatí es violatorio” del principio del “derecho humano de acceso al agua potable”.
Según el sindicato y sus asociados, la eventual puesta en funcionamiento de esta propuesta “disminuiría la calidad de agua que OSE distribuye a la población por la frecuencia de altos niveles de salinidad, floraciones de cianobacterias y presencia de trihalometanos, poniendo en riesgo la salud de la población”.
Además, con respecto a la inversión económica, el comunicado indica que la situación “limitará a OSE, que no podrá realizar nuevas obras durante los próximos 20 años”.
Nadie tiene derecho a cercenar la libertad de opinar que tienen todos los ciudadanos sobre los temas que son de su interés.
Pero la permanente actitud de los más diversos estamentos del movimiento sindical de oponerse a todo lo nuevo o innovador se torna por momentos exasperante.
Un ejemplo de ello ha sido la sistemática oposición que han desarrollado —con diferente intensidad— los sindicatos de la educación frente a la reforma educativa impulsada durante el gobierno del presidente Lacalle.
Tan férrea ha sido esa oposición, que días antes de las elecciones nacionales La Federación Nacional de Profesores no tuvo ningún prurito de decretar un paro de 48 horas.
Por si fuera poco, el gobierno saliente debió enfrentar dos consultas populares promovidas desde el Pit-Cnt contra leyes aprobadas por este Parlamento: la Ley de Urgente Consideración (LUC) y la reforma de la seguridad social. En la primera contó con el apoyo de todo el Frente Amplio y en la otra con el de varios partidos de la coalición de izquierda.
Estas posturas no muestran otra cosa que una compulsión a oponerse a todo lo que pueda constituirse en un avance para Uruguay.
Es una gran paradoja que, mientras la dirigencia del Pit-Cnt se autoproclama progresista, sistemáticamente se opone a todo lo que implique un progreso para el país y sus habitantes.
Lograr ingresar en la Comunidad Económica Europea con los productos del país, un mercado que por otra parte cuenta con 700 millones de potenciales consumidores, puede implicar un cambio de singular importancia para numerosos sectores del país ya que permitirá eliminar barreras arancelarias y no arancelarias.
Sin dudas que habrá riesgos para algunas actividades, pero estará en ellas y en quienes las integran, mejorar la productividad de las empresas y la calidad de lo que producen, para poder competir con lo que venga de afuera.
Encerrarse dentro de fronteras y reducir los vínculos comerciales a los países de la región, solo conduce a apostar al mercado interno, que, como todos sabemos, es muy limitado.
Es importante aprovechar las oportunidades y no solo referirse a los riesgos. Los acuerdos comerciales no impiden a los gobiernos desarrollar políticas proactivas con el objetivo de mejorar la competitividad de las empresas nacionales y de esa manera promover sus exportaciones.
En el mundo de hoy es más necesario que nunca superar las barreras nacionales y regionales, y utilizar los acuerdos comerciales para progresar y desarrollar a los países.
El entendimiento Mercosur-Unión Europea es un instrumento de excelencia que le ha sido entregado en bandeja de plata al gobierno que asumirá el 1° de marzo de 2025.
En sus responsables estará usarlo en provecho del país y no ceder a las dogmáticas presiones del Pit-Cnt.
Por Álvaro Giz
@giz_alvaro
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