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Contenido creado por Paula Barquet
Obsesiones y otros cuentos
El HMS Agamemnon es el tercer barco a la derecha - Foto: Nicholas Pocock / The National Maritime Mus
OPINIÓN | Obsesiones y otros cuentos

El HMS Agamemnon, hundido en la bahía de Maldonado, vuelve a la batalla

Historia de un barco de guerra invicto, de cuando Britannia gobernaba las olas, que vino a morir mansamente en una playa del fin del mundo.

Por Miguel Arregui
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22.03.2024 15:50

Lectura: 5'

2024-03-22T15:50:00-03:00
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El HMS (His o Her Majesty’s Ship: barco de su majestad) Agamemnon, cuyo nombre honra al rey que dirigió la expedición de los griegos contra Troya, fue un buque de guerra inglés de casi 50 metros de largo (eslora), 64 cañones y más de 500 tripulantes que en 1809 se hundió cerca de la isla Gorriti, en Maldonado.

Sería un naufragio más si no fuese por su extraordinaria andadura. Entre 1793 y 1796 combatió duramente contra los franceses en el Mediterráneo al mando del joven capitán Horatio Nelson quien, desde entonces, lo cubrió con un aura romántica.

Nelson, futuro vicealmirante, tuerto y manco, murió bravamente el 21 de octubre de 1805 cuando, al mando de una escuadra de la Royal Navy, atacó y destruyó a una gran flota franco-española frente a Trafalgar, sur de España.

El HMS Agamemnon fue uno de los 27 navíos de línea británicos vencedores, aunque le cupo un papel secundario.

Los ingleses capturaron o hundieron a la mayoría de los barcos franco-españoles, metieron el cadáver de Nelson en un barril de brandy para conservarlo, y lo llevaron a casa.

Trafalgar acabó definitivamente con los planes del emperador de Francia, Napoleón Bonaparte, quien había conquistado media Europa, de invadir las islas británicas.

Los ingleses confirmaron su superioridad naval y tomaron a Nelson como héroe. Lo sepultaron en la catedral de San Pablo y levantaron una columna en su honor en la plaza Trafalgar, la más importante de Londres.

El HMS Agamemnon pasó a integrar la escuadra británica que, con base en Rio de Janeiro, patrullaba la costa atlántica de América del Sur, a menos de dos años de las fallidas invasiones al Río de la Plata.

Cuando ingresó a la bahía de Maldonado el 18 de junio de 1809 junto a otros seis navíos de guerra británicos (con buen tiempo, contrariamente a lo que se dice), el Agamemnon tenía casi 30 años de servicio y muchas peleas a cuestas.

Maniobró mal, se rompió contra el fondo, entre el extremo norte de la isla Gorriti y la Playa Mansa, y se hundió al día siguiente. Sus más de 500 tripulantes y parte de su equipo fueron puestos a salvo.

Al mes siguiente su capitán Jonas Rose fue sometido a juicio a bordo de un barco frente a Rio de Janeiro y absuelto debido al mal estado general del Agamemnon, lo que habría facilitado el naufragio. De todos modos, Rose nunca volvió a tener mando.

No lejos del pecio del HMS Agamemnon, en la noche del 31 de agosto al 1º de setiembre de 1812 naufragó la fragata española San Salvador, que transportaba un batallón de élite para reforzar la guarnición de Montevideo, sitiada por las fuerzas porteñas y orientales después de la batalla de Las Piedras. Unos 130 tripulantes lograron salvarse, pero casi todos los soldados, unos 500 hombres, murieron ahogados.

En marzo de 1993 los buzos Héctor Bado y Sergio Pronzuck, que buscaban con permiso oficial el pecio del Agamemnon, encontraron a El Salvador a unos 300 metros de la costa de la Playa Mansa, frente a la Parada 8 de Punta del Este. Hallaron gran cantidad de restos humanos, uniformes, armas, infinidad de objetos personales, maderos rotos y cañones de bronce.

Los restos del HMS Agamemnon, partido en dos, están a unos 750 metros del extremo norte de la isla Gorriti y a 8-9 metros de profundidad. La parte baja del casco y la bodega están en buen estado. La obra viva —cubiertas superiores y velamen—, más derruida, está dispersa unos 150 metros más al norte.

Del Agamemnon, que fue hallado por Mensum Bound, Bado y Pronzuck en 1997, se ha rescatado un gran cañón de hierro de 24 libras que pesa 2.400 kilos y se exhibe en el Museo Naval, en Montevideo, y algunos otros objetos.

Bado y Pronzuck también participarían en el rescate de restos del corsario alemán Graf Spee, hundido frente a Montevideo en 1939.

Marcio Migliorisi, vicepresidente de Oceanids, una ONG que se ocupa de la preservación y difusión de patrimonio subacuático, es la cara visible de un equipo que, desde hace unos años, elabora un documental sobre el HMS Agamemnon. El grupo, integrado por uruguayos y británicos, se propone hacer un mapeo en tres dimensiones del pecio, filmarlo y proteger la estructura superviviente.

Oceanids escolta por estos días a algunos popes de la arqueología británica que visitan Uruguay para trabajar con expertos locales en la producción de ese documental. Entre los visitantes están Jon Adams, catedrático de arqueología subacuática de la Universidad de Southampton, y Rodrigo Ortiz de la misma Universidad; Mary Montagu Scott, directora del museo de Buckler’s Hard, el astillero que construyó al HMS Agamemnon entre 1777 y 1781; y Bob Yorke, presidente de la Joint Nautical Archaeological Policy Committee.

Alejo Cordero, un instructor en arqueología náutica y buzo de 49 años que durante 27 trabajó en la Comisión del Patrimonio Cultural de la Nación, ahora lo hace en proyectos internacionales de difusión del patrimonio subacuático. Él cree que el viejo barco de Horatio Nelson y sus circunstancias son un poderoso llamador para mucha gente. Y no es muy amigo de la comercialización de restos de naufragios. “Las historias son los auténticos tesoros, más que los objetos”, señala.

Sobre la historia en general, también sobre el patrimonio subacuático, podría decirse que los muertos mandan más que los vivos.

Por Miguel Arregui
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