La expresión “ciencia, tecnología e innovación” (CTI) está ampliamente difundida. Sin embargo, es una expresión muy problemática. Refleja una forma de pensar basada en un modelo lineal: primero está la ciencia, sobre sus bases se desarrolla la tecnología, y a partir de la aplicación de la tecnología surgen las innovaciones.
Este modelo es sencillo, realmente intuitivo, pero falso.
La ciencia y la tecnología se refieren a un conjunto de disciplinas. Las matemáticas, la física, la biología y muchas otras disciplinas forman parte de la ciencia; por su parte las ingenierías en general conforman la tecnología. Pero la innovación no es una disciplina ni está conformada por diferentes disciplinas. La innovación es un proceso complejo en el que confluyen el pensamiento creativo, la capacidad de ejecución y también la contingencia.
Muchas innovaciones no están basadas en nuevas tecnologías ni en nuevos conocimientos científicos, sino que son la utilización de tecnologías existentes en nuevos contextos, o simplemente la creación de nuevos productos o servicios. Un nuevo modelo de negocios no necesariamente se basa en una nueva tecnología. Los servicios de acompañantes, para citar el ejemplo uruguayo de SECOM, o la introducción de los contenedores en el transporte marítimo son ejemplos paradigmáticos.
Asimismo, una innovación tecnológica no siempre da origen a un cambio disruptivo en los mercados o los hábitos de consumo. La sustitución de los vinilos por los CD fue absorbida por la industria de la música como “business as usual”, mientras el camino que fue desde el iPod al streaming cambió todo.
Hay libros, conferencias y artículos que nos pretenden enseñar a “pensar fuera de la caja”, pero la innovación no se aprende en libros ni en conferencias.
Mejor que hablar de CTI es hablar de investigación e innovación. La investigación también es un proceso extremadamente complejo irreductible a recetas o metodologías. Ya Popper en 1934 escribía que no existe ningún método para lograr nuevas ideas o crear nuevas teorías, y ponía el foco en “la lógica de la justificación”.
La investigación y la innovación son actividades y no disciplinas, ambas requieren “pensar fuera de la caja” y ambas comparten la particularidad de que no se sabe “cómo” operan, no hay recetas o métodos infalibles que nos indiquen los pasos a seguir.
La investigación tiene por objetivo lograr nuevo conocimiento. El criterio de validación es la excelencia científica, expresada en general en publicaciones académicas evaluadas “por pares”. Su “motor” es la curiosidad, lograr conocer nuevos aspectos de la realidad, o profundizar en aspectos conocidos.
La innovación tiene por objetivo lograr nuevos modelos de negocios. El criterio de validación es básicamente el mercado, lograr ganancias, o lograr captar una parte importante del mercado. Su “motor” es anticipar o crear las necesidades de los clientes.
Los procesos de ambas actividades tienen numerosos puntos en común, pero son diferentes. Los actores son generalmente diferentes, las instituciones que las llevan adelante son diferentes y responden a lógicas y sistemas de incentivos diferentes.
Teniendo en cuenta las diferencias es fundamental considerar las conexiones. El nuevo conocimiento es un poderoso motor de la innovación. La conexión que va desde la investigación a la innovación es bien conocida: al aplicar el nuevo conocimiento se originan nuevos productos y servicios; se dispara la generación de innovaciones.
La conexión desde la innovación a la investigación no es tan obvia. La innovación modifica fuertemente la realidad. Surgen nuevos problemas relevantes para la investigación. Por ejemplo, la explosión del uso de las redes sociales ha dado origen a numerosas investigaciones en las ciencias sociales.
Así como el nuevo conocimiento abre las puertas a oportunidades de innovación, el éxito de una innovación genera nuevos problemas, o aumenta la relevancia de problemas conocidos abriendo las puertas a nuevas investigaciones científicas o tecnológicas. El fuerte incremento de la investigación en el área de las baterías fue disparado por el éxito de los autos eléctricos que ha incrementado e incrementará exponencialmente su uso.
La expresión “investigación, desarrollo e innovación” (I+D+i) es la que captura el conjunto de las actividades que tienen que ver con la generación de nuevo conocimiento y de nuevo valor.
La investigación y la innovación son AMBAS imprescindibles para alcanzar nuevos niveles de desarrollo, por lo que son necesarios instrumentos de promoción. Por una parte, instrumentos de promoción de la investigación, tales como fondos generales y sectoriales, programas de becas de maestría, de doctorado y de postdoctorado. Por la otra, instrumentos de promoción de la innovación, tales como incubadoras, aceleradoras de empresas, fondos de capital semilla y fondos de inversión de riesgo.
Y, por último, son también necesarios instrumentos que promuevan el diálogo entre las diferentes comunidades que intervienen en ambas actividades. Es ese diálogo entre la investigación y la innovación el que ha generado el proceso de transformación radical y acelerado en el que vivimos.
Por Fernando Brum
fbrum34
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