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Contenido creado por Paula Barquet
Bueyes perdidos y encontrados
Foto: Gastón Britos / FocoUy (Bianchi) y EFE/EPA/MARTIN DIVISEK (Milei)
OPINIÓN | Bueyes perdidos y encontrados

Bianchi, Milei: conductas y opiniones delirantes mientras la reflexión llama a la puerta

Se confirma aquello de que las ideologías pueden producir tanto avances como retrocesos.

Por Marcelo Estefanell

28.06.2024 11:53

Lectura: 4'

2024-06-28T11:53:00-03:00
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Francamente, me gustaría estar escribiendo sobre temas estratégicos, aquellos vinculados a los desafíos que tenemos como sociedad, los que merecen un análisis profundo y debates francos, porque, en última instancia ¿quién no desea salir de la pobreza y de las inequidades?, ¿quién no quiere romper esos lastres que suponen la falta de alimentos esenciales que condenan a miles y miles de niños a un destino incierto y, en cualquier caso, limitado?

Sin embargo, la coyuntura política se mete por todos los resquicios del presente: medios de comunicación, redes sociales, conversaciones con amigos, conspiran para encorsetarnos en los dimes y diretes de una senadora sembradora de noticias falsas y de amenazas, alguien que pierde penosamente el tiempo en la red X para recoger, de cada 10 comentarios, dos apoyos y ocho rechazos que van desde un sabio consejo a un crudo insulto. O encontrar repercusiones desproporcionadas a raíz de un análisis de la empresa Exante sobre la evolución de los ingresos de los hogares (datos oficiales tomados del INE); esto causó apoyos de muchos economistas y discrepancias de otros; algunos se embanderaron en posiciones políticas absurdas y un columnista de larga experiencia llegó a tratar de “tartufos de la economía” a sus autores. Incluso, como si fuera un llamado de atención original, hizo énfasis en el hecho de que, a pocos días de las elecciones internas, fuera algo tendencioso que aparezcan estos datos y puedan incidir en los resultados del acto eleccionario.

En verdad, uno queda pasmado ante tanta tontería y politizaciones ridículas. Al mismo tiempo, se confirma aquello de que las ideologías pueden producir tanto avances como retrocesos. El quid del asunto es saber diferenciar, en cada momento, dónde estamos parados y hacia dónde vamos. Tarea nada sencilla en un mundo donde se gasta más en guerras y en masacres que en ciencia y educación; donde la derecha europea se confunde con la ultraderecha y ambas sostienen un odio visceral contra los inmigrantes, los feminismos, los homosexuales o, simplemente, con el diferente.

Y en un mundo donde se propagan las ideas de un panelista de televisión devenido en presidente de la República que dialoga con sus perros muertos y ha travestido el término libertario para acoplarlo a sus ideas estrafalarias; precursor de una nueva deidad llamada “Mercado” y donde satán es el Estado. Un tipo que se autodefinió como de los primeros líderes mundiales y que al compararse con “Terminator” pareciera que no registró bien ninguna de las tres versiones del film, porque el personaje que da nombre a la historia fracasa. Entonces, ¿qué significado tiene su metáfora? ¿Qué sentido tiene venir desde el futuro para destruir al socialismo que, según él, viene causando todos los desastres de los últimos 100 años, si tiene asegurada la derrota? ¿O es una metáfora fallida? En cualquier caso, por otras manifestaciones suyas a los largo de sus viajes y de sus conferencias, y más allá del delirante anuncio en la república Checa de que si sale bien el libro que están escribiendo con Damián Reidel, puede ganar el Nobel de economía, da la impresión de que olvidó los aportes del Adam Smith sobre la pobreza y menos recuerda algún pasaje de su admirado Friedriech Hayek, porque el primero le dedica análisis detallados al tema con el fin de explicar las inequidades y cómo amortiguarlas, y el segundo sostiene que “alguna provisión habrá que garantizarle al pobre inempleable de tal suerte que no interfiera con el mercado liberal”. Pero hasta ahora a nadie se le había ocurrido que “los impuestos son un robo” y que la “justicia social es una aberración”. Tampoco podíamos imaginar que aquel panelista que en tiempos del gobierno de Macri acusaba al entonces presidente del Banco Central de “fumarse 15.000 millones de dólares de reserva irresponsable e ineficientemente”, terminara nombrándolo ministro de economía en su propio gobierno.

En fin, la conclusión es clara: hay que aprender a convivir con estos nuevos “iluminados”, con estos fabricantes de crispaciones y de extremos que parecían superados luego del fracaso del nazismo, del fascismo y del derrumbamiento del campo socialista. Tal vez, por esto mismo, la reflexión llama todos los días a la puerta.

Por Marcelo Estefanell