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Contenido creado por Paula Barquet
Bueyes perdidos y encontrados
Foto: Gastón Britos / FocoUy
OPINIÓN | Bueyes perdidos y encontrados

Astesiano, Marset y Penadés: tres ejemplos de irregularidades y delitos

Cualquier hombre, a la vuelta de cualquier esquina, puede experimentar la sensación del absurdo, porque todo es absurdo (Albert Camus).

Por Marcelo Estefanell

14.06.2024 12:30

Lectura: 4'

2024-06-14T12:30:00-03:00
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El 26 de setiembre de 2022 comenzó esta bola de nieve que viene a pautar la realidad de nuestra “aldea” con singular fuerza. Y no es para menos. Fue en esa fecha que Fiscalía mandó detener al jefe de la custodia presidencial, Alejandro Astesiano, por estar vinculado a la falsificación de documentos para la expedición de pasaportes a ciudadanos rusos.

Desenredar esa madeja de negocios turbios, de favores interpersonales, de coimas para incidir en licitaciones públicas, de espionaje a dos senadores de la república y al presidente del Pit-Cnt, más otras acciones de dudosa legalidad, resultan imposibles de encontrar en los antecedentes de la República. Sin embargo, han sido la columna noticiosa junto a otras desprolijidades de la administración actual.

Recuerdo a nuestro presidente afectado durante la conferencia de prensa luego de la detención de su custodio; recuerdo su sorpresa manifiesta y su confesión: ¿Cómo no iba a confiar en él si le confió a sus propios hijos? Pero lo que nunca explicó fue por qué hizo oídos sordos a todas las advertencias que le hicieron sus correligionarios sobre “El Fibra” e, incluso, desoyó al propio director de la Secretaría de Inteligencia Estratégica de Estado, Álvaro Garcé.

Más tarde, en la interpelación al ministro de Interior, todo fue excusas y restarle importancia al caso: Astesiano no era jefe, solo un custodio más, aseveraba contra toda evidencia documental el prosecretario de Presidencia, el doctor Rodrigo Ferrés. Mientras tanto, el coro de legisladores nacionalistas aseguró que poco menos era un perejil, un don nadie, un vivillo que se aprovechó del cargo.

La doctora Gabriela Fossati resultó ser una fiscal muy voluble, por decir poco: en el ínterin de la investigación pidió dos licencias médicas y traslados, formuló quejas hacia sus superiores y publicó tuits incongruentes con su profesión y por el asunto que tenía entre manos. Aún así, el caso siguió dando sorpresas y el común de los mortales nos fuimos enterando de que el celular de Astesiano no solo contenía un tesoro de irregularidades, sino que demostraba la capacidad inaudita de trabajo de su dueño con el fin de acumular influencias y dinero.

El caso de la entrega del pasaporte a Sebastián Marset detenido en Dubái por el uso de un pasaporte paraguayo falso vino a opacar, transitoriamente, al ex jefe de la custodia presidencial. Otra perla negra de este gobierno que por más que se recueste en leguleyerías y en un opinable decreto de la época del presidente Mujica, no desmiente el chat del entonces subsecretario del interior, Guillermo Maciel, a su colega de la cancillería, Carolina Ache, cuando escribió: “Hola Caro, podemos saber qué pasó con este delincuente detenido en Dubái por documento falso. Es un narco muy peligroso y pesado. Saber si sigue detenido o si lo liberaron, lo cual sería terrible”.

Mucho más tarde estalló el caso del senador Gustavo Penadés, y Astesiano desapareció de los titulares. Sus correligionarios creyeron en la inocencia de su colega; el presidente lo miró a los ojos y le creyó, pero las víctimas se multiplicaron y los hechos aberrantes enlodaron toda una trayectoria política, agravado el delito por la trama que montó el acusado para saber la identidad de sus acusadores.

Conclusión: entre estos tres casos (Astesiano, Marset y Penadés) fueron quedando por el camino toda la cúpula policial, dos ministros (Heber y Bustillo), dos subsecretarios (Maciel y Ache) y Carlos Taroco, ex director de la Oficina de Información Táctica del Instituto Nacional de Rehabilitación, condenado y dado de baja de la policía por montar una investigación paralela e ilegal.

Cuando Albert Camus escribió: “Cualquier hombre, a la vuelta de cualquier esquina, puede experimentar la sensación del absurdo, porque todo es absurdo”, no pudo imaginar que el absurdo llegaría a grados estratosféricos en Uruguay y que hoy, en su expresión más delirante, se montó en la afirmación de la senadora Graciela Bianchi cuando sostuvo que el semanario Búsqueda La Diaria “son medios de prensa sujetos ideológicamente al MLN o al MPP”.

Nuestra sociedad merece mejores prácticas y la única forma de superar los errores es reconociéndolos. Lo demás es pura cháchara para ocultar la gravedad del asunto.

Por Marcelo Estefanell