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Contenido creado por Paula Barquet
Innovación y otras yerbas
OPINIÓN | Innovación y otras yerbas

Alemania puso fin a la energía nuclear y ahora parece resurgir: cuidado con la tecnofobia

Renunciar a una tecnología o a una herramienta es cada vez más inconducente en un mundo que cambia en forma acelerada.

Por Fernando Brum

17.05.2024 12:15

Lectura: 4'

2024-05-17T12:15:00-03:00
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Hace un año que Alemania cerró finalmente todas sus centrales nucleares, proceso que comenzó con las protestas posteriores al desastre de Chernobyl en 1986. En 1998 el Partido Verde accedió al gobierno en una alianza con la socialdemocracia, para luego prohibir la construcción de nuevos reactores y aprobar un plan para cerrar paulatinamente las centrales nucleares hacia 2022.

El gobierno de Merkel extendió el plazo hasta 2030, pero el tsunami en Fukuyima, originó grandes marchas de protesta y en 2011 se retomó el plan original, finalmente cerrando la última planta nuclear el año pasado.

Todas las decisiones de ese proceso fueron fundamentalmente políticas, basadas en un fuerte sentimiento antitecnología, más allá de las consecuencias económicas y ambientales.

Sí, más allá de las consecuencias ambientales. Alemania cerró sus centrales nucleares pagando un altísimo costo por la reconversión parcial a energías renovables. La reconversión fue ya que se utilizan fuertemente las plantas alimentadas a carbón para mantener la producción de energía eléctrica.

Los números del Banco Mundial muestran la huella de carbono (toneladas métricas per cápita, datos del 2020).

Alemania: 7,3

Países Bajos: 7,5

Francia: 4,0

Suecia: 3,2

La gran diferencia está dada por la participación de las centrales a carbón, obviamente las de mayor huella de carbono y las más contaminantes.

Mientras que en Alemania más del 36% de la energía eléctrica proviene de combustibles fósiles, en Francia solamente el 6% tiene ese origen. Francia es el líder en utilización de energía nuclear con un 66%; Suecia tiene un 30%.

Las centrales nucleares están de vuelta.

Según el Foro Nuclear, en el mundo hay 422 reactores en operación que producen alrededor del 10% de la energía eléctrica en el mundo. La valoración de la energía atómica ha cambiado. Estados Unidos ha habilitado la operación de sus centrales a 60 y hasta 80 años y ha emitido permisos para la construcción de nuevas centrales.

Hay 58 centrales en construcción. China cuenta con 55 unidades y 19 en construcción, siendo el país que más invierte. También Japón, India, Suecia, Reino Unido, Francia, Rusia y otros países han comenzado proyectos o emitido autorizaciones.

A las grandes centrales tradicionales, cuya construcción insume unos 10 años a un costo de 5.000 millones de dólares, se han sumado los reactores modulares avanzados (SMR), mucho menos costosos y de menor tamaño. Estos pueden prefabricarse y luego instalarse in situ.

Según el Organismo Internacional de Energía Atómica, los SMR son más simples:

“La seguridad está basada en sistemas pasivos y características de seguridad inherente del reactor, como una potencia y una presión de funcionamiento bajas. Esto significa que en esos casos no es necesaria la intervención de un ser humano ni de una potencia o fuerza externa para parar los sistemas, porque los sistemas pasivos dependen de fenómenos físicos, como la circulación natural, la convección, la gravedad y la autopresurización. Estos márgenes de seguridad reforzados, en algunos casos, eliminan o disminuyen considerablemente las posibilidades de que se produzcan emisiones peligrosas de radiactividad al medio ambiente y el público en caso de accidente”.

Por supuesto el tema de la disposición de los residuos nucleares continúa siendo un problema. El Organismo Internacional de Energía Atómica actualiza permanentemente las normas aumentando los niveles de seguridad.

La necesidad de reducir notoriamente la huella de carbono, sumada a la revisión de las políticas nucleares de muchos países, hacen que la inversión en reactores, sean tradicionales o los SMR, esté en franco aumento. Es importante recordar que han pasado casi 40 años de Chernobyl, y que el cierre de Fukuyima debido a un Tsunami fue gestionado adecuadamente por Japón sin víctimas.

En Uruguay no tenemos esa polémica. El cambio de la matriz energética llevado adelante en el primer gobierno del presidente Vázquez, y continuado posteriormente, hace que más de generalmente el 95% de la energía eléctrica provenga de fuentes limpias. Nuestra huella de carbono, según el Banco Mundial, era de 1,9 toneladas métricas per cápita en 2020, la mitad de la huella de Francia.

Sin embargo, el peligro de la tecnofobia siempre está presente en todas partes. Renunciar a una tecnología o a una herramienta es cada vez más inconducente en un mundo que cambia en forma acelerada.

Por Fernando Brum