La discusión es vieja, muy vieja. Dicen que Sócrates prohibió la escritura entre sus discípulos, porque al escribir en lugar de memorizar, perdían capacidades. Es muy posible que la anécdota sea falsa pero no importa (sí es cierto que Sócrates no escribía). Muchos siglos después, en la facultad, estaba prohibido utilizar la calculadora en los exámenes, que es más o menos lo mismo. En 2023, ChatGPT generó una ola de alerta en el ámbito de la escritura, similar al pánico que las calculadoras generaron en la aritmética en los 70.
De un lado, los tecno-optimistas. Vale la pena leer aquí el Manifiesto Tecno Optimista de Marc Andreessen. Cito una parte (la traducción es de ChatGPT):
“Los economistas miden el progreso tecnológico como el crecimiento de la productividad: cuánto más podemos producir cada año con menos insumos, menos materias primas. El crecimiento de la productividad, impulsado por la tecnología, es el principal motor del crecimiento económico, del aumento salarial y de la creación de nuevas industrias y empleos, ya que las personas y el capital se liberan continuamente para realizar tareas más importantes y valiosas que en el pasado.
[...]
Creemos que esta es la historia del desarrollo material de nuestra civilización; es por eso que no seguimos viviendo en chozas de barro, apenas subsistiendo y esperando a que la naturaleza nos mate.
Creemos que, por esta razón, nuestros descendientes vivirán en las estrellas.
Creemos que no hay problema material, ya sea creado por la naturaleza o la tecnología, que no pueda resolverse con más tecnología.
Tuvimos un problema de hambruna, así que inventamos la Revolución Verde.
[…]
Tuvimos un problema de aislamiento, así que inventamos Internet.
Tuvimos un problema de pandemias, así que inventamos vacunas.
Tenemos un problema de pobreza, así que inventamos tecnología para crear abundancia.
Preséntanos un problema del mundo real, y podremos inventar tecnología que lo resolverá.”
Del otro lado siempre hubo profetas del desastre. Dos muy conocidos son Thomas Malthus y Paul Ehrlich. Malthus predijo una crisis de superpoblación en 1798 (Ensayo sobre el principio de la población). Ehrlich predijo más o menos lo mismo 170 años después, en 1968 (The Population Bomb). Hoy, 55 años después, se oyen voces antitecnología que proponen el decrecimiento (‘degrowth’), lo que claramente no resolverá los problemas.
En esa discusión estoy totalmente del lado de Marc. Creo que la tecnología es capaz de resolver los problemas creados por la tecnología, como lo ha hecho hasta ahora.
Pero en el siglo XXI hay otra pregunta relevante, más relevante.
“El cambio tecnológico: ¿esta vez es diferente?”
¿Estamos en presencia de tecnologías cualitativamente diferentes que podrían cambiar radicalmente a los humanos?
Algunos autores dicen que sí, o que quizás sí: Mustafá Suleyman en su libro La ola que viene prende luces amarillas y rojas en torno al potencial desarrollo futuro de la inteligencia artificial, de la genómica y de una eventual sinergia entre ambas.
Un poco de contexto, Mustafá fue fundador de Deep Mind, famosa por haber creado AlphaGo, primer software que derrotó al campeón del mundo de Go en 2016. No es un comentarista de fútbol, ¡es un jugador de selección!
Estamos viviendo el desarrollo en paralelo de dos tecnologías de uso general, que pueden modificar el hardware (la genómica) y el software (la inteligencia artificial) a la vez. El tema es muy profundo, muy complejo. No hay caminos simples. Prohibir ya sabemos que no funciona, regular tampoco, básicamente porque es muy difícil regular lo que no se conoce bien. Regular en el medio de la ola es crear reglas que enseguida se volverán obsoletas o inaplicables.
No sabemos bien qué es la inteligencia, por lo tanto no sabemos cómo construir una “inteligencia artificial general” en sentido estricto, pero sí estamos aprendiendo a construir sistemas cada vez más autónomos.
A partir de la revolución industrial, las tecnologías de uso general se han difundido en forma acelerada y han transformado la vida de los humanos. Nadie fue capaz de predecir los cambios que introdujo cada ola, seguramente tampoco podremos predecir los cambios que vienen.
Como dicen que decía Niels Bohr: “Es difícil hacer predicciones, especialmente del futuro”.
Por Fernando Brum
fbrum34
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