Faltan pocos días para el balotaje y se empiezan a ver las últimas estrategias de cada campaña. Antes del 27 de octubre se hablaba de una campaña fría, distante de parte de los votantes, aunque en la semana previa a la votación se notó un poco más de fervor en las calles.
Luego del 27 también se habla de que se nota desinterés de los electores. Parece que “se culpara al votante” porque no se entusiasma con lo que dicen los políticos. El fenómeno del distanciamiento con la política, además, no se observa solo aquí en Uruguay sino que es un fenómeno casi universal. Aquí hubo una ebullición de entusiasmo electoral post dictadura, que se mantuvo hasta principios de este milenio. Desde entonces está decayendo.
Desde el punto de vista de los votantes, la política interesa menos porque están perdiendo la confianza en la capacidad del sistema político de impactar en la vida de las personas. No quiere decir, al menos no (aún) en el caso de Uruguay, que no quieran democracia, sino que “les da lo mismo” quien gobierna. Ninguno brinda certeza de que ‘si gana’ realmente vaya a mejorar su vida.
El problema no es la gente que no se entusiasma, sino los partidos y candidatos que no logran convencer, seducir o al menos llamar la atención de los votantes. En las últimas campañas han surgido algunos candidatos que buscaron atraer el voto con discursos disruptivos, tonos de comunicación y motivos diferentes. Y cada uno a su manera logró atraer a pequeños segmentos de votantes. Pero no lograron movilizar e incidir en las grandes masas, probablemente porque aquí todavía tienen mucho peso los partidos históricos, aunque sean quizás demasiado previsibles.
Más allá de los tonos y las estrategias de comunicación, en esta campaña se ha escuchado poco de los problemas que más preocupan a los uruguayos. Hoy más de la mitad cree que los principales problemas del país son la inseguridad y la economía, incluyendo el empleo, la inflación, etc. Todos los demás problemas preocupan mucho menos porque se perciben como menos urgentes.
Pero se han escuchado pocas propuestas concretas. Si bien todos reconocen que es muy importante mejorar la seguridad, se han discutido poco de las diferencias o matices entre unas y otras. También todos hablan de la necesidad de generar nuevos empleos, pero se plantean pocas medidas que podrían contribuir a expandir la oferta. Otros temas que afectan a grandes grupos, como la educación y la salud, tampoco son ejes centrales de debate. El grueso de la discusión más extendida ha sido en torno a la seguridad social, que es un tema lejano para la mayoría, salvo aquellos que ya están en edad de jubilarse.
Aunque todos los partidos presentaron sus programas de gobierno, los candidatos casi no han hablado públicamente en los medios masivos sobre las propuestas que están en sus programas para bajar la inseguridad o aumentar las fuentes de empleo. Sí se han concentrado en subrayar su capacidad de diálogo y negociación, su apertura a discutir con todo el sistema político e incluso la composición de las bancadas de sus contrincantes. Pero aunque puede ser esencial para la gobernabilidad, no se percibe como un elemento de promesa de mejora, no transmite esperanza ni sensación de acción.
Es por eso que el debate del próximo domingo cobra importancia, ya que la gente espera escuchar propuestas concretas y contrastar las de uno y las del otro. Se discute mucho sobre el impacto de los debates políticos sobre el voto. Un desempeño desastroso puede cambiar el escenario, como sucedió tras el debate Biden-Trump. Pero también hay elecciones ganadas por el candidato que los expertos consideraron que perdió el debate, como el caso Milei-Fernández. Generalmente el desempeño en los debates no es un elemento decisivo, y menos lo sería en un formato tan reglamentado como el que se pactó entre las partes para esta ocasión.
Lo que podría ser novedoso del debate Delgado-Orsi es si finalmente los votantes escuchan propuestas concretas que hasta ahora casi no se escucharon. Es muy difícil que el debate por sí mismo decida la elección, pero si los candidatos logran transmitir propuestas concretas, entendibles y que parezcan eficaces, habrá servido para que los electores tomen una decisión más informada. No es poco.
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