Siempre hay una gota que desborda el vaso. El otro día escuché por radio una publicidad que me llenó el balde y el agua corría incontenible a mis pies. ¿Cómo no vamos a ser pesimistas los uruguayos si uno de los sectores que más publicidad hace en los medios es el de las funerarias y sus alrededores.
Consulté con los restos maltratados de mi memoria y no recuerdo haber escuchado publicidad de funerarias o de cementerios en ningún lugar del mundo. Y conozco unos cuantos. Nada, no recuerdo nada parecido. Aquí casi estaba acostumbrado, se integraba al bosque, aunque el árbol tiene forma de ataúd.
Morir nos morimos todos. Es decir todos seremos consumidores de sus servicios. Al menos los que puedan pagarlos. Inexorablemente, ellos sólo deben esperar, pero de allí a invitarnos de las más creativas y variadas formas a prevenir, a contratar por anticipado sus servicios, a visitar sus parques impecables, me parece un poco demasiado.
Presten atención y comparen. ¿Hay algún otro lugar del planeta donde para vendernos nuestro propio entierro o el de nuestros seres queridos a alguien se le ocurra hablar de las facilidades del estacionamiento? ¿de quién? ¿de la carroza, de los distribuidores de flores, de los deudos? Una gota un poco pesada y voluminosa, casi viscosa. ¿no?
Es un spot televisivo en la que un preocupado joven que va a un velorio como quien iría a un shopping se fastidia con la perspectiva de no tener un adecuado estacionamiento, o que la cosa venga de truculenta. Pero, no. Allí está la oferta salvadora, con amplios estacionamientos, luminosas escaleras y deudos felices y despreocupados.
No contentos con eso, los proveedores de servicios fúnebres nos ofrecen la morada eterna y para ello apelan a las frases más sutiles, inigualables y bellas de la publicidad orbital. Nunca mencionar muerte, fallecimiento, entierro o cosas similares. Nunca. Es un viaje hacia el recuerdo. Eso sí, acompañado de una hermosa viuda que deposita una delicada flor sobre un amplio y verde prado. Muchachos, todo tiene un límite.
¿Cómo no vamos a ser pesimistas los uruguayos si entre funerarias, cementerios, acompañantes para enfermos, servicios médicos y medicamentos se nos van la mitad de las tandas publicitarias?
Imaginen el cuadro: la funeraria “la alegría de morir” auspicia las noticias internacionales. Entre guerras, ataques terroristas, bombas y accidentes con muchos usuarios del auspiciante, se nos presenta un cuadro deplorable. Pesimista por donde se lo mire.
Se que los departamentos comerciales de los medios me van a odiar. Ya perdieron a las tabacaleras y su publicidad por una ley recientemente aprobada. Ellos también tenían derecho a ofrecernos su dosis de placer y su pasaje al más allá. Y ahora yo que critico a otros grandes clientes. ¿Dónde vamos a parar?
De vez en cuando hay que mirar las tandas publicitarias con una mirada que vaya más allá de la venta, de la oferta, de la superficie. Creo que todo esta explosión publicitaria del luto, debe haber comenzado cuando la primera funeraria decidió disputar su espacio en el market share de las defunciones a golpes de avisos. De allí para adelante todos, o casi todos debieron sumarse al desfile.
Menos mal que por ahora a ninguna de estas prósperas empresas no se les ocurrió patrocinar murgas, parodistas, o conjuntos de carnaval. ¿se imaginan? El último reducto de la alegría, de la despreocupación, del humor, invadido por la solemnidad de los estacionamientos cubiertos. De tierra.
Un poco de optimismo, uruguayos.