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Eduardo Gudynas

Escribe Eduardo Gudynas

Uruguay natural: ¿un mito?

09.05.2016 08:13

Lectura: 5'

2016-05-09T08:13:00-03:00
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Cuando se pregunta por la situación ambiental de Uruguay rápidamente surgen dos imágenes opuestas: un "Uruguay natural" y otro contaminado. El primero es casi un paraíso ecológico, el segundo asoma como una amenaza.

La primera respuesta está asociada a arraigadas creencias que defendían con orgullo la calidad de nuestras aguas, campos que eran calificados como naturales o los bajo niveles de polución. La segunda reacción se basa en las repetidas alertas sobre las aguas y suelos contaminados, la persistencia de basurales o la desaparición de paisajes nativos.

Decidir entre las dos opciones no es sencillo. Todos quisiéramos que el Uruguay fuese natural. A casi todos, además, no nos gusta que nos digan que la propia casa está desarreglada, sucia y olorosa. Por este tipo de factores se vuelve difícil reconocer la verdadera situación ecológica uruguaya.

Intentemos ir más allá de esos límites para ofrecer un breve repaso de nuestro contexto ambiental actual. Indudablemente se debe comenzar por el medio rural, ya que allí enfrentamos una seria contaminación de aguas, los suelos se deterioran y nuestra fauna y flora autóctonas están amenazadas.

Ya no es posible negar la situación crítica de las aguas, dados los altos registros de contaminantes en varios sitios de la cuenca del Río Santa Lucía y sus posibles efectos sobre la provisión de agua potable al área metropolitana capitalina. La situación es todavía más compleja ya que posiblemente en todas las grandes cuencas hidrográficas del país existen problemas de contaminación de aguas. Las causas van desde los efluentes no tratados de centros urbanos al uso de los agroquímicos. En el caso de estos últimos nos encontramos ante volúmenes enormes; la importación de plaguicidas aumentó un 165% ente 2004 y 2014, y la de fertilizantes creció un 185 entre 2004 y 2013 (con un pico de casi 1,4 millones de toneladas) y todo eso termina en nuestros ecosistemas.

El deterioro de los suelos se debe a varios factores, tales como erosión en algunos sitios o contaminación en otros.

A su vez, la pérdida de biodiversidad es muy evidente. En las últimas décadas han desaparecido poco a poco paisajes naturales emblemáticos del Uruguay. Entre los casos más notables están las pérdidas de los ambientes serranos originales. La foto en este artículo corresponde a un sitio con un típico paisaje de serranía tal como se veía hace más de 25 años atrás, pero que ya no existe más, al ser reemplazado por cultivos forestales. Otras modificaciones han desembocado en la fuerte reducción de la superficie de los bañados en el este del país, posiblemente el ecosistema con mayor riqueza en especies nativas del país, o la fragmentación del bosque nativo costero sobre el Río de la Plata y el Océano Atlántico.

Al destruirse esos ambientes, muchas especies uruguayas, desde pequeños insectos hasta mamíferos o aves, también pierden los hábitats que los cobijaban y alimentaban. Estos y otros factores hacen que aproximadamente el 30% de las especies uruguayas sufran algún grado de amenaza para su sobrevida.

Paisaje original en Sierra de Animas

 

Los problemas en el medio urbano son mucho más evidentes para la opinión pública.
En Montevideo y otras ciudades se siguen arrastrando un pésimo manejo de la basura. El propio gobierno reconoce que el 88% de los sitios de disposición final de residuos no cumplen con una gestión ambiental mínima que impida impactos ambientales. Más de una vez se prometió que se terminaría con la contaminación en los arroyos Pantanoso y Miguelete, pero nada de eso ha sucedido.

Este muy abreviado listado de ejemplos destacados basta para dejar en claro que la idea de un Uruguay "natural" es una ilusión, un mito, una distorsión de la realidad presente.

Como los deterioros ambientales son en varios casos lentos, no siempre se disparan reacciones enérgicas para revertirlos. Es como si todos nos adaptáramos a que, poco a poco, la calidad del ambiente que nos rodea se deteriore, aceptando perder nuestra Naturaleza mientras convivimos con la contaminación.

Las medidas gubernamentales para evitar esas pérdidas son totalmente insuficientes. Por ejemplo, Uruguay sigue ubicado en los últimos lugares del mundo por su ínfima superficie protegida para conservar su biodiversidad (en el orden del uno por ciento).

La dinámica frente a la contaminación es muy similar. Es así que las denuncias sobre el deterioro de la calidad de las aguas de la cuenca del Río Santa Lucía tienen por lo menos 25 años. Cada año la situación se deterioró un poco más, y como no se aplicaron las medidas adecuadas o faltó el rigor en el cumplimiento, se llegó a la situación actual. En efecto, los altos valores en la concentración de fósforo, que es un buen indicador de la salud de las aguas, se mantienen desde hace una década. Mientras que el estándar nacional es de 0,025 miligramos de fósforo por litro, en 2005 ya se registraba 0,174 en el Río Santa Lucía Chico, para subir todavía más en 2014, a 0,311 mg/litro (según datos de DINAMA).

En todos estos frentes, desde los problemas en el medio rural hasta la contaminación urbana, se observa que el deterioro ambiental ha seguido avanzando, en unos casos despacio y en otros aceleradamente. Las medidas gubernamentales no han logrado frenarlo ni se han restaurado los sitios más deteriorados. El saldo neto es el que tenemos ante nosotros: cada año, la situación ecológica de Uruguay es un poco peor a la del año anterior. Cada año más nos alejamos del Uruguay "natural", convirtiéndolo en una ilusión.

Reconocer todo esto es muy necesario para entender cuáles son los reales problemas ambientales del país. Si se sigue invocando al mito del Uruguay "natural", asumiendo que nuestra situación no es tan mala, que los ríos reciclarán nuestra contaminación, o que podemos solucionar los impactos mañana o pasado mañana, si se persiste en esas ilusiones, el contexto ecológico del país no sólo se empobrecerá, sino que seguiremos sin implementar las medidas necesarias.