Todos los medios de información - sin excepciones - reflejaron en sus servicios de la semana pasada el crecimiento del turismo en todos los destinos. Son esos escasos momentos en que todos los medios se ponen de acuerdo porque la realidad es tan evidente que rompe los ojos.

250 mil personas en la rural del Prado y 200.000 en la Criolla del Parque Roosevelt, decenas de miles en la termas del litoral con 100% de ocupación hotelera y lo mismo en Colonia, y un nivel récord de ocupación en las playas de este. La gran mayoría de los visitantes eran sin duda uruguayos. Los reportajes en Tres Cruces y cualquiera que recorriera las rutas podía comprobarlo. Había turistas argentinos y brasileños, pero en un mar de turistas uruguayos. Actividades tradicionales en Paysandú (la Semana de la Cerveza) en Treinta y Tres (la fiesta del Olimar) y en muchas otras localidades. Y la Vuelta Ciclista que moviliza cientos de miles de personas en todo el país.

Me acota un amigo que 20.000 uruguayos se fueron de vacaciones a Florianópolis. Y muchos otros a otros destinos en el exterior.

¿Estamos en crisis? No hay duda que la situación mundial es un goteo permanente de malas noticias y de postergaciones del inicio de la recuperación. Tampoco podemos desconocer que está impactando en nuestro país, sobre todo a partir del comercio internacional, pero hay un aspecto de las crisis que es devastador, es la crisis sicológica. En Estados Unidos le han puesto un nombre “el índice de confianza de los consumidores” y actúan como un terrible círculo vicioso. Más se envicia y más se profundiza la crisis.

En algunos programas periodísticos que analizaban y seguían la evolución del turismo en esos días, surgió obligatoriamente la pregunta de cuáles eran las causas de este crecimiento que determinó que se superaran todas las cifras históricas y en particular las del año 2007 que ya había sido muy buenas. Es conveniente recordar que la crisis mundial comenzó ya hace 8 o 9 meses y que estamos en el centro del huracán. La reunión del Grupo de los 20 fue una demostración evidente de que no hemos tocado el fondo.

La causa de este crecimiento del turismo, es decir del consumo, y de un consumo supuestamente suntuario, no esencial, no es muy difícil de establecer. Es simplemente porque los ingresos de las familias uruguayas crecieron en forma importante y a pesar de la crisis siguieron creciendo. Una explosión de turistas de estas características no lo determina un sector privilegiado y rico de la sociedad, tienen que intervenir obligatoriamente grandes sectores de la sociedad uruguaya. Es un fenómeno masivo.

Y es falso de toda falsedad que recién este lunes 13 comenzó el año laboral normal en el Uruguay. Es un estereotipo que no resiste el menor análisis. Incluso la propia migración masiva de turismo, los espectáculos y actividades demuestran que la mayoría de los uruguayos trabajan desde hace meses. El Uruguay no se detiene, aunque sigamos alimentando el mito de la vuelta ciclista.

Lo que no es un mito es que a los uruguayos nos cuesta mucho reconocer nuestros méritos, somos mucho más propensos a lacerarnos con devoción y convicción. Es cierto nos gusta tomarnos nuestro tiempo, compartir con amigos y familia, reservar momentos para que la vida no nos lleva de las orejas y que podemos disfrutar de instantes especiales. ¿Qué hay de malo?

¿Por eso trabajamos menos? ¿Producimos menos? Yo no lo creo y no hay ningún indicador en ese sentido. Es esa sensación difusa de que debemos cargar siempre con algún sentido de culpa sobre nuestro hombros orientales.

¿Se puede entender la socialidad uruguaya, tan típica y característica sin la semana de turismo? ¿Se puede comprender la sociedad uruguaya y sobre todo el impacto entre el campo y la ciudad sin las cientos de miles de personas que van a las domas, a las exposiciones rurales y sin embargo aparentemente no tienen nada que ver con las actividades rurales?

Mientras en el mundo una nueva estimación del FMI corrigió al alza las pérdidas ocasionadas por la crisis, con un aumento del 80% en relación a hace dos meses, para situarlas en 4 billones de dólares (cuatro millones de millones de dólares). Algo así como 130 años de toda la producción actual del Uruguay y que tiene en el sistema financiero y bancario su epicentro, los datos del 2008 sobre el sistema financiero uruguayo son muy diferentes.

La Cuenta Capital de la Balanza de Pagos creció en 2008 llegando a los 3.300 millones de dólares según un análisis de PriceWaterhouse Coopers que lo consideró un ingreso record.

Al igual de lo ocurrido en los últimos años, la Inversión Extranjera Directa tuvo un papel clave el ingreso de capitales al país, explicando dos terceras partes el pasado año (2.044 millones de dólares) y duplicado el nivel de inversiones extranjeras de 2007.
Es decir que ingresaron más de dos mil millones de inversiones productivas. Es decir que están obligatoriamente unidas a un aumento del empleo.

De acuerdo a las estimaciones del Banco Central, el año pasado retornaron al país 500 millones de dólares de uruguayos que los tenían depositados en el exterior...y 800 millones de dólares de no residentes que confiaron en la plaza financiera uruguaya.

"Estos movimientos de capitales operaron en mayor medida en el último trimestre del año, como consecuencia de la mayor confianza relativa que ofreció el sistema financiero local en un contexto de fuerte inestabilidad internacional", afirma la economista Mercedes Comas de PriceWaterhouse Coopers.

En estos tres primeros meses del año se mantuvo el flujo de inversiones extrajeras directas en la producción, alcanzando los 342 millones de dólares.

La diferencia de la situación económica, de confianza y sobre todo de la sociedad uruguaya en relación a la crisis del 2002 es abismal. Ahora los capitales vuelven, las empresas invierten y los ciudadanos gastan. Exactamente lo opuesto a lo que sucedía en el 2002. Una crisis que en ese momento se inició en Argentina y que ahora es de carácter mundial.

¿Otras diferencias? No hay en el horizonte ajustes fiscales, no tenemos problemas con el endeudamiento público, por el contrario hay inversiones públicas en diversos sectores y lo más importante, no se reduce el gasto social.

Los uruguayos nos fuimos de turismo porque teníamos más plata en los bolsillos, pero sobre todo porque tenemos más tranquilidad y confianza.