Contenido creado por Gastón Fernández Castro
Cybertario

Treta

Treta

07.11.2012

Lectura: 3'

2012-11-07T07:16:50-03:00
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La interpelación parlamentaria por el frustrado remate de los aviones de Pluna dejó abierto un flanco en la reputación del gobierno. Más allá de las interrogantes de la oposición y las respuestas de los jerarcas, si todo salió mal es porque algo se hizo mal. La oposición cree haber encontrado un filón, los politólogos buscan determinar el impacto de esta crisis política en el futuro electoral del oficialismo y el gobierno no demuestra tener un plan claro para resolverla.

Quizás faltó decir con la suficiente claridad lo más importante: estábamos y estamos ante un negocio inexistente. Hay dos buenas razones para pensar que no habrá una solución ni siquiera parecida a la que aspiraba el gobierno. La primera es que, si hubiera algún negocio posible, la subasta que popularizó al “señor de la derecha” habría tenido más de una mano levantada, o al menos se habría llegado a la instancia de la subasta a la baja con más de un oferente.

Nada de eso ocurrió ni ocurrirá. La segunda razón es que el “negocio” es codiciado por empresarios de reputación dudosa, siendo benevolentes, y por el sindicato de administrativos de la deficitaria Pluna, que sugieren un modelo plagado de subsidios y beneficios que costearán otros.

Si esta vez Mujica permanece fiel a lo que dijo, el Estado no seguirá poniendo plata en una compañía aérea, por lo que la alternativa de los trabajadores no será tenida en cuenta, a pesar de los trascendidos. Queda todavía la chance de poner los aviones en alquiler e intentar que la renta permita amortizar la deuda con el Scotia Bank. Después de todo, la conectividad se está restableciendo y se completará en algunas semanas, salvo en los servicios con destinos deficitarios.

¿Por qué no se siguió antes este camino? Porque se intentó solucionar un conjunto de problemas de índole diversa de una única y mágica estocada, con un resultado que está a la vista.

Quizás existió alguna chance de que esto ocurriera en el publicitado almuerzo entre Lorenzo y López Mena. Quizás allí se intentara bordar una improbable filigrana, que reuniera la solución para la garantía con el Scotia Bank, los puestos de trabajo perdidos, la conectividad, la “aerolínea de bandera” y las demás deudas que dejó Leadgate. Al menos allí estaba sentado el único empresario disponible con la capacidad operativa, financiera y comercial requerida. Pero Juan Carlos López Mena era también quien más tenía para perder y quien más se beneficiaba si todo seguía igual, ya cuenta con una empresa naviera y otra aeronáutica que maneja sin problemas. ¿Para qué asumir un pasivo de 137 millones de dólares y compromisos ante la opinión pública, los sindicalistas de Pluna y los gobernantes de Uruguay y Argentina? ¿Dónde estaba su negocio?

No hay situación más desventajosa para un negociador que no tener más que una opción y eso, exactamente, fue lo que le pasó a Lorenzo. No se trata sólo de errores o irregularidades, como sugiere la oposición, sino de que no había ningún negocio para ofrecer. Hubo treta pero no trato.
Gerardo Sotelo