La semana pasada el equipo económico anunció tres medidas que buscan eliminar la difícil contradicción existente desde hace tiempo entre el objetivo de evitar el aumento de la inflación y mejorar la competitividad. De hecho, las medidas tomadas hasta entonces, para evitar el aumento de la inflación tenían el efecto no querido de afectar nuestra competitividad.


Las tres medidas elegidas: pasar a operar sobre los agregados monetarios en lugar de tocar la tasa de interés, afectar el ingreso de dólares para inversiones especulativas mediante la inmovilización de una parte de los fondos y ampliar el rango meta de inflación para llevarlo a 3-7% son medidas correctas y adecuadas para evitar la contradicción que existía.


Sin embargo, cualquier analista más o menos serio sabe que no alcanza con estas medidas y que se le verá "las patas a la sota" recién cuando el gobierno resuelva su estrategia de cara a la rendición de cuentas y defina si tendrá o no una postura firme y estricta en el control del gasto público. Esta es una medida mucho más relevante que estas medidas concretas pero mucho más modestas que se acaban de anunciar.


Por otra parte, en el mismo momento se analiza la posibilidad de que nuestro país avance en la decisión de incorporarse a la Alianza del Pacífico. Hace ya un tiempo señalamos que esta era una opción muy importante y que era de similar entidad al debate que se generó en torno a la posibilidad de llevar adelante un TLC con Estados Unidos. Igual que en aquella oportunidad, el tren pasa una sola vez y ya perdimos el anterior.


La presencia del vicepresidente Astori en la reunión de ese bloque regional y, sobre todo, sus declaraciones al regreso generaron expectativas muy positivas, cuando señaló que debíamos avanzar hacia un estatuto de miembros plenos.
Sin embargo, a poco de que se hicieran públicas estas intenciones salieron desde adentro del partido de gobierno y desde el gobierno de Brasil a cuestionar y criticar la posición de Astori.


Las mismas fuerzas que frustraron con su oposición el TLC con Estados Unidos, emergen nuevamente para neutralizar esta iniciativa. El Mercosur se parece cada día más a una verdadera "camisa de fuerza" que restringe las oportunidades de desarrollo y crecimiento de nuestro país.


Entonces, en estos días se dirimen dos asuntos de altísimo interés estratégico para el futuro de nuestro país: (a) la capacidad del gobierno para controlar el gasto público y alinearlo con el nuevo panorama de restricciones que vive nuestra economía y (b) aprovechar la oportunidad para avanzar decididamente en un proceso de integración que tiene proyecciones muy positivas para nuestro futuro internacional.


La reunión del Consejo de Ministros del lunes 10 de junio dejó señales ambiguas y contradictorias en los dos temas.


Por un lado, se anunció que se sería austero, pero al mismo tiempo se indicó que existían posibilidades de aumentar el gasto en rubros que no estaban previamente establecidos. Se dijo que el gobierno nunca había gastado más de lo que representaba el crecimiento de la economía, pero no se dijo que nunca había gastado menos de lo que se había crecido, por lo que si la tendencia del crecimiento es decreciente, mantener la lógica de gastar tanto como se crece supone aumentar un déficit fiscal que, ya de por sí, es muy elevado y riesgoso.
El gobierno se encuentra ante una encrucijada. Ha generado, desde hace años,

expectativas de que siempre se va a seguir aumentando el gasto público, por lo que entonces los actores corporativos reclaman con mayor energía y fuerza; pero por otro lado el cambio de la coyuntura y sobre todo las nuevas tendencias de nuestra economía lo obliga a "poner el pie en el freno".


Si así no lo hace, las medidas tomadas la semana pasada para controlar la inflación serán muy poca cosa, comparadas con la decisión sobre el gasto público.
En el otro tema, desde la Presidencia se anunció que el gobierno busca mantener el estatuto de observador en la Alianza del Pacífico, que no es lo mismo que había dicho Astori cuando indicó que se debía avanzar hasta convertirnos en miembro pleno. Incluso se comparó, lamentablemente, la participación como observador en la Alianza del Pacífico con la participación como observador en el ALBA, lo que es lo mismo que comparar "chorizos con bicicletas".


Una cosa no tiene nada que ver con la otra, ni en sus contenidos ni en sus potencialidades.


En síntesis, tenemos por delante dos decisiones muy importantes: el gasto público y nuestra estrategia de inserción internacional. En las dos el gobierno se muestra ambiguo e indefinido, pero a la hora de la verdad tendrá que tomar decisiones. En esto sí que no se puede actuar de acuerdo a esa máxima cada vez más en boga de "como te digo una cosa, te digo la otra".


No es fácil, pero si el gobierno opta por la austeridad real en el gasto público de cara a la rendición de cuentas y resuelve con firmeza avanzar en su integración al bloque del Pacífico, habremos dado dos pasos muy positivos en la consolidación de una estrategia orientada al desarrollo del país. Si ocurre lo contrario, habremos desperdiciado, nuevamente, importantes oportunidades y pondremos al país en una situación delicada.