No solo no me siento en culpa, sino que cumplo con mis más profundas convicciones de periodista de opinión y de militante de izquierda.
¿Venezuela se merece esta campaña? Se la merece y la está exigiendo por cualquier lado que se mire la situación. El de Nicolás Maduro es un régimen en franco desbarranque dictatorial, que viola de manera flagrante y todos los días la Constitución Bolivariana aprobada por un plebiscito convocado por Hugo Chávez cuando era presidente de la república.
Todos los días se violan las libertades, se asesinaron más de 60 personas en dos meses por parte de las fuerzas represivas del régimen, como lo reconocen diversos cargos y ex cargos del propio gobierno chavista, entre ellos la procuradora general de la república Luisa Ortega Díaz, designada por Hugo Chávez, o Gabriela Ramírez ex Defensora del Pueblo, también designada por el ex presidente fallecido.
Se procesan a centenares de personas por tribunales militares y se violan los derechos humanos en reiteración real. Pero lo más grave es que el régimen ha puesto en funcionamiento un mecanismo perverso para evitar las elecciones y tratar de perpetuarse en el poder, convocar a una Asamblea Constituyente Cívico Militar, totalmente inconstitucional, avalada solo por el Supremo Tribunal de Justicia, un órgano designado a dedo y totalmente en manos y al servicio del madurismo.
Hay que hacer campañas porque la gente en Venezuela, la gran mayoría de la población, ya ha demostrado que está en contra del régimen. En las últimas elecciones convocadas, la oposición obtuvo 2/3 del total de los votos y eligió una Asamblea Legislativa, que fue borrada del mapa institucional y desconocida por el régimen. Fue ese acto ilegal y dictatorial que dio inicio a las protestas incesantes de la oposición.
¿En la oposición está la derecha? No tengan la mínima duda. En la oposición se ha unificado un amplísimo espectro de fuerzas políticas y sociales que van desde la derecha hasta la izquierda y que no soportan más el desbarranque del país, cada uno con sus intereses y objetivos; los unifica terminar con el régimen. Esa unificación es otro de los grandes logros del madurismo.
La gente protesta todos los días, enfrenta gases, palos, camiones hidrantes, grupos paramilitares, reclamando algo básico: que se convoque a elecciones. Esa protesta es alimentada por la prepotencia y las fantochadas de Maduro y sus secuaces y, sobre todo, por el desastre nacional al que llevaron al país.
Venezuela vive hoy la peor crisis de toda su historia. Crisis política, institucional, económica y social. Han sido afectadas las bases mismas de la vida de la gente, el abastecimiento de alimentos y medicinas, la atención a la salud, la producción petrolera y sobre todo de gasolina, que debe ser importada en el 70% desde el exterior, en primer lugar desde los Estados Unidos. Siendo Venezuela el país con las mayores reservas petroleras del planeta y el tercer vendedor de crudo a los Estados Unidos, después de Canadá y Arabia Saudita, disponiendo además de una red enorme de gasolineras propiedad de PDVESA en territorio norteamericano, tiene toda su estructura petrolera en una crisis muy seria.
La gente lucha, protesta, se arriesga porque vive una situación muy grave, en algunos casos desesperada. La pobreza superó ampliamente los niveles anteriores a que Chávez asumiera el poder, que era del 60% y logró reducir al 30%, hoy está cerca del 80%. No es una protesta solo política, es también social y económica. La inflación es la más alta del mundo.
Una pregunta que me asalta desde hace algunos días ¿Por qué algunos sectores de la izquierda uruguaya se la juegan con todo lo que tienen para defender al régimen de Maduro pero no tienen ningún problema en "intervenir" y opinar sobre la dinastía Ortega en Nicaragua?
Nicaragua tiene una magnifica historia de lucha, desde el enfrentamiento a Anastasio Somoza, un símbolo de las tiranías de la región, hasta la figura maravillosa de Augusto César Sandino y la guerrilla sandinista donde combatieron y murieron luchadores uruguayos. Sería mucho más comprensible que tuvieran posiciones muy duras de defensa de los Ortega. Pero nadie levanta un dedo para defenderlos y se desesperan por defender a Maduro.
¿Cuál es la causa de tan flagrante contradicción entre la actitud ante Nicaragua y Venezuela? ¿Algo que está más allá de la ideología, de la política y de las cosas que se pueden decir públicamente?
Esos mismos sectores de izquierda para defender un régimen que hoy conduce un personaje de opereta como Maduro, que habla con los pajaritos y las vacas, sin ningún pasado ni presente revolucionario, por ese tirano están dispuesto a todas las genuflexiones, como las del dirigente sindical Marcelo Abdala en su visita a Caracas o a emitir una declaración del Plenario del FA, por UNANIMIDAD, sin decir una palabra sobre la grave situación del pueblo venezolano y reclamando la "no intervención".
¿Por qué no reclamábamos "no intervención" cuando en medio mundo impulsábamos declaraciones en organismos oficiales, de Naciones Unidas, de los diversos países contra la dictadura en Uruguay?
Escuchando algunos discursos, incluso el de alguna autoridad nacional en la OEA, volver a la cantinela de la no intervención, nos preguntamos: ¿por qué existen por la unanimidad de sus miembros, las cláusulas democráticas en los tratados regionales y sub regionales? Muy simple, no es precisamente para lavarse las manos de lo que sucede en un país donde avanza todos los días una dictadura y se envilece y destruye la democracia. Es porque los latinoamericanos aprendimos la dura lección de las dictaduras en nuestros países, impulsadas en su gran mayoría por el gobierno de turno de los EE.UU., que hay que responder unidos, que hay que buscar salidas y dar solidaridad. La misma solidaridad que nos dio el pueblo y el gobierno de Venezuela cuando la dictadura atormentaba a los uruguayos. Intervinieron.
Los venezolanos y los latinoamericanos que defendemos la democracia nos estamos preguntando, ¿cuánto se avanzó desde que varios países - incluido Uruguay - se propusieron favorecer un diálogo para sacar al país de la tragedia en que vive? Fue hace varios meses y no se realizó una sola reunión. ¿No deberíamos sentirnos un poco frustrados? ¿Maduro y su locuaz canciller mostraron alguna voluntad de negociar algo?
¿Los que pedimos y practicamos la solidaridad con Venezuela, con su pueblo y su democracia, no lo hacemos con otros pueblos? Falso, habrá sectores de la derecha que no lo hacen, pero yo me he batido y lo seguiré haciendo en solidaridad con todos los pueblos en América Latina, como Brasil, Paraguay y otros que recientemente o actualmente enfrentan una difícil situación democrática. La mayoría del pueblo uruguayo y del pueblo frenteamplista está en contra del desbarranque democrático del gobierno de Maduro. Hay múltiples pruebas.
Estoy de acuerdo plenamente que en Brasil la única solución democrática son las elecciones directas ¡YA! Y en Venezuela la convocatoria electoral al pueblo, y no una Constituyente corporativa al estilo fascista, es decir con el modelo de Mussolini, que quiere convocar Maduro, y que ya fue enfrentada legalmente por la propia Fiscal General de Venezuela.
Compruebo que la derecha a nivel mundial y en la región no habla de la necesidad de convocar elecciones anticipadas en Brasil, y si lo hace en forma permanente para Venezuela. ¿Y? ¿La izquierda por ese motivo debería tragarse el drama de más de 31 millones de venezolanos que en su inmensa mayoría sobreviven un régimen cada día más fracasado y más autoritario?
No acepto realizar un concurso de quien es más antidemocrático y corrupto, si Temer y la derecha brasilera o Maduro y la falsa izquierda y el cada día más derechista gobierno de Venezuela.
Lo de la Constituyente es exactamente lo mismo que quiso hacer en Uruguay Juan María Bordaberry en 1975, disolver los partidos y convocar a una constituyente. Es decir que la dictadura en Venezuela no va a convocar un referéndum para reformar la constitución, como lo hizo la dictadura en Uruguay, sino que para perpetuarse en el poder. Va a dibujar su propia constitución violando la Constitución Bolivariana. Una atrocidad más, que cada día hace más trágica la situación y más repudiable la actitud de los que le dan apoyo a Maduro y su plan.
Maduro va por la senda de Bordaberry, que fue efectivamente electo por la ciudadanía y luego fue el promotor del golpe de estado y de la dictadura cívico militar iniciada en junio de 1973.
La base principal de apoyo interno al madurismo en Venezuela son los militares, comprometidos y sumergidos en el régimen y sus corruptelas, y los sectores que sobreviven del clientelismo más atroz que se recuerde en la región.
Hoy, si se convocaran elecciones en Venezuela, el madurismo no llegaría ni siquiera al 30% de los votos y ellos lo saben, por eso harán cualquier cosa, cometerán cualquier crimen para mantener su nefasto gobierno y su corrupción nacional y regional. Reitero, regional.