La noticia del que el Papa Benedicto XVI tiene una cuenta en Twitter no debería llamar la atención. A esta altura del partido, son muchos los líderes mundiales que aprovechan las ventajas de la moderna tecnología para comunicarse con sus feligreses. Hace cuatro años, Barack Obama, cimentó su carrera a la presidencia de los Estados Unidos en un eficiente manejo de las redes sociales y hoy en día es común que los presidentes y jefes de gobierno tengan una presencia cotidiana en Internet. Sin embargo, el liderazgo del Papa es de una naturaleza diferente a la de los gobernantes: en última instancia, su poder se sustenta en cuestiones espirituales, en un reino que “no es de este mundo”.
Tenemos entonces que el líder de una de las religiones más importantes del mundo cuenta ahora con la potencialidad de recibir mensajes de cada uno de sus fieles allí donde estén y aún de responderles. Podríamos especular qué hubiera sido de la prédica de Jesús de haber usufructuado tales prodigios tecnológicos, pero no pasaría de ser un anacronismo por demás excéntrico. Pensemos mejor en lo que el propio Benedicto XVI puede generar en millones de católicos desde su cuenta en Twitter.
Por más que no sea él quien se encarga de leer y responder en @pontifex_es (el final cambia según el idioma), los católicos tienen la posibilidad de que un mensaje suyo sea leído por aquel a quien consideran nada menos que el vicario de Cristo. Incluso quienes estén en contra de su prédica cuentan con un canal para hacerle llegar sus protestas y reclamos por una vía más o menos directa. Si el Espíritu Santo le concediera al Papa el don de la multiplicidad como le concede en ciertas circunstancias el de la infalibilidad, podría obtener resultados que cambiarían para siempre la forma de predicar.
El acontecimiento debería servir para reflexionar hasta dónde puede llegar el intelecto humano cuando no está condenado a arrastrar las cadenas del fanatismo y el oscurantismo. El largo camino del descubrimiento y el conocimiento del mundo, reservando lo espiritual a su campo específico y dejando en manos de la razón la búsqueda de las verdades físicas y materiales, refleja las dos caras de una misma moneda.
El Papa con Twitter bien puede ser visto como un símbolo de que (católicos o no, creyentes, agnósticos o ateos) tenemos la obligación de utilizar toda la potencialidad de la ciencia y la tecnología para hacer mejor la vida de nuestros semejantes, ya se trate del acceso al bienestar que permiten los bienes materiales, como de la búsqueda de sentido a la peripecia humana.
La noticia es sólo un ejemplo más de que la razón y la libertad (sin las cuales viviríamos aún en las tinieblas) junto a un sentido de la vida que vaya más allá de lo material, conectan (re-ligan) de lo que el devenir humano ha desperdigado y constituyen, en ese sentido, una forma de religión, que se suma a las convencionales. Después de todo, y como decía Jesús, “la mies es mucha pero los obreros pocos”.
Pontifex
Pontifex
05.12.2012
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