En efecto, el gobierno parece encaminarse a facilitar la creación de una nueva empresa de aviación a cargo de una cooperativa de trabajadores de la ex PLUNA. Claro que para que el emprendimiento tenga alguna chance de éxito, el Estado tiene que (a) otorgarles un crédito de 15 millones de dólares a través del FONDES, (b) debe alquilarle los famosos aviones Bombardier a un precio de alrededor de 5 millones de dólares al año que no alcanzan para cubrir las cuotas adeudadas al Scotia Bank, (c) debe subsidiarle el combustible, (d) debe exonerarla de aportes patronales y, eventualmente, (e) debe darle facilidades de pago del IVA.

De todas las soluciones manejadas, esta es la que resulta más costosa para el Estado por larga distancia. Es decir, estamos cada vez peor.

Nada se puede decir de los trabajadores de la ex PLUNA. Ellos han hecho el mejor esfuerzo para mantener sus fuentes de trabajo y nos consta que elaboraron una propuesta honesta y franca que, sin embargo, con seriedad y objetividad, se encuentra lejos de ser viable. Por ello es que, sólo para probar si funciona, el Estado debe multiplicar subsidios diversos.

Lo más paradójico es que las diversas alternativas de bonificaciones y subsidios que el gobierno está dispuesto a asumir en el caso de esta propuesta, fueron todas manejadas hace pocos meses y descartadas con contundencia por el mismo gobierno que hoy está dispuesto a implementarlas.

En efecto, en la nueva propuesta que hoy está impulsando el Poder Ejecutivo se incluye un subsidio en el precio del combustible para todas las líneas aéreas que operen en nuestro país. Ese mismo subsidio fue solicitado por PLUNA S.A. y el gobierno lo descartó de buenas a primeras.

El drama es que, probablemente, de haberse otorgado hubiera permitido equilibrar su gestión y, por lo tanto, no hubiera sido necesario cerrar la empresa y los trabajadores a los que ahora se les busca una solución específica, seguirían teniendo sus fuentes de trabajo, sin asumir los graves riesgos que encierra la nueva propuesta.

Por otra parte, una vez cerrada PLUNA, la oferta de alquiler de los Bombardier ofrecida en primera instancia por BQB fue también rechazada por el gobierno, porque evaluó que no era razonable el precio de arrendamiento ofrecido. Sin embargo, ahora en la actual propuesta el gobierno está dispuesto a arrendar los mismos aviones a la nueva empresa cooperativa, a un precio mucho más bajo que el ofrecido anteriormente.
Obviamente el resultado es que será el Estado el que terminará pagando casi toda la deuda de 125 millones de dólares con el Scotia Bank.

Entonces, el resultado es cada vez más ruinoso para el Estado.

A esta altura de los acontecimientos, dejando de lado la evaluación que nos merece el viejo negocio de 2007 con Leadgate que está plagado de errores y horrores inadmisibles, todos los pasos que fue dando el gobierno desde julio a la fecha son cada vez de peor resultado para las arcas públicas.

Lo más triste es que, si se hubiera evaluado de manera diferente la situación de hace medio año, quizás con una decisión de subsidio al combustible de todas las líneas aéreas que operan en nuestro país, para ponerse en condiciones de competencia no solo con Argentina sino con el resto del mundo (lo que se omitió decir y aceptar) se hubiera evitado todo este estropicio.

Probablemente PLUNA S.A. se hubiera equilibrado (retirando a Leadgate de la conducción del negocio), los empleados habrían mantenido sus fuentes de trabajo, no habríamos perdido valiosos profesionales calificados que han emigrado a otros países para ejercer sus funciones como pilotos, no se habría dejado el "clavo" a miles de compradores de pasajes de buena fe que fueron embaucados por una política de hiperoferta pocos días antes del cierre de la empresa y la operativa del Aeropuerto y los flujos turísticos en nuestro país no habrían sufrido el golpe que están sufriendo.

En todo caso, para evitar los juicios de Brasil, se podría haber vendido la empresa en funcionamiento a un nuevo accionista, incluyendo el otorgamiento del mencionado subsidio del combustible.

A esta altura, lo que no resiste el mínimo análisis es la forma en que se cerró PLUNA y el vano esfuerzo de su desgüace por partes, con el obvio resultado ruinoso.
O sea, tanto nadar para terminar con una propuesta mucho más costosa para el Estado y que, además, por si quedara algo más por agregar, tiene un destino empresarial muy incierto.

Si, además, le agregamos las inefables e insostenibles garantías que el gobierno le otorgó a PLUNA S.A. en 2007 cuando estaba en manos de Leadgate, que son el origen de las mayores pérdidas para el Estado, el panorama total es realmente insostenible. Peor no se podría haber hecho.