La oposición recibió en el Parlamento al ministro de Transporte, Enrique Pintado, para escuchar sus explicaciones sobre la situación de PLUNA. La aerolínea, que alguna vez fue estatal, conserva entre sus propietarios un grupo de accionistas que, no obstante su condición minoritaria, debió salir de garante de la compra de aviones y financiar la operativa de la empresa por la vía de poner el combustible y no cobrarlo. Una situación poco creíble si no fuera porque el socio minoritario no es otro que el Estado uruguayo con su interés en mantener la “aerolínea de bandera” por esta vía y con estos costos.
Las alternativas del gobierno para detener la sangría y mantener el pabellón nacional surcando los cielos no parecen convincentes, al menos si no se quiere dejar al país al garete en materia de transporte aéreo. Pero si el problema es encontrar ideas originales, le alcanza con mirar el propio entorno estatal. Sin ir más lejos, ahí está Antel y su manejo de las nuevas tecnologías.
Para terminar con los problemas de Pluna, alcanzaría con que el gobierno prohibiera a los uruguayos utilizar cualquier otra aerolínea, incluso si Pluna no llega a esos países. Alguien podrá decir que buena parte de ese tráfico se realiza con los países limítrofes y que con estos tenemos conexiones terrestres, más baratas y prácticas. Nuevamente el ejemplo de Antel podría venir en ayuda del gobierno: alcanza con obligar a los uruguayos a utilizar los aviones de Pluna para trasladarse por tierra.
Ya sé que, en un país como el nuestro, en el que siempre hay alguien dispuesto a poner el palo en la rueda, las ideas innovadoras no son bienvenidas, y no faltará quien observe que semejante iniciativa no es práctica ni constitucional, puesto que obliga a los particulares a resolver sus problemas de una manera menos eficiente y otorga a la empresa aérea (a esta altura bien podría ser estatizada al estilo K, para ponerse a tono) un monopolio que ninguna ley creó. Nótese, sin embargo, que Antel actúa de la misma manera sin que a nadie del gobierno se le mueva un pelo.
La circulación de aviones sobre rutas de asfalto parece técnicamente estrafalaria y económicamente ruinosa, pero si la estulticia generara jurisprudencia, Antel marcaría el camino adecuado para Pluna, puesto que, salvando ciertos detalles operativos, hace lo mismo con las telecomunicaciones. Al principio nos va a resultar duro pero con el tiempo, el marketing y la propaganda nos vamos a terminar acostumbrando.
Alguien podrá pensar que estos planteos carecen de sentido y que los traigo al ruedo sólo para molestar a quienes ratificaron en las urnas el monopolio de Antel. Error… ¡yo fui uno de ellos!
Tampoco faltará quien crea que esta colección de boutades no aporta nada. Falso. Sea por ingenio o por vanidad, quiero dejar constancia de este puñado de ideas antes de que algún gremio de burócratas atornillados se apodere de ellas. Vaya a mi favor, además, la pura intención humorística y la ausencia de toda coartada pseudopatriótica, tan al uso de quienes no dudan en condenarnos a trabajar para ellos.
Plun!
Plun!
30.05.2012
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