Hay categorías que con diferentes nombres forman parte esencial de la política. El problema son las diferentes formas de relacionarse entre sí. ¿Cuánto pesan los individuos, las masas, la gente, los ciudadanos en la política? ¿Cuál es su relación?
En estos días en Uruguay escuché en varios medios una polémica sobre cuánto ganarán algunos gobernantes y cómo utilizarán ese dinero. De eso se trata, de cuál es el criterio para destinar la plata que les da el Estado para cumplir su función. Nadie propone leyes, decretos o normas municipales. Es simplemente una resolución personal.
Y tiene que ver con lo anterior, con la relación de los individuos y el conjunto de la sociedad. Esto ya sucedió y sucede desde hace mucho tiempo. Por ejemplo el Intendente de Maldonado, Oscar de los Santos, decidió donar una parte fundamental de su sueldo a la Universidad de la República. Él, que nunca pudo pisar un aula universitaria porque es obrero de la construcción, hizo esa donación con intenciones aviesas, para facilitar que la Universidad se instale en su departamento.
El Presidente electo dice que destinará una parte fundamental de su sueldo a proyectos sociales de vivienda, y la candidata única a la intendencia de Montevideo que continuará con la práctica de su partido de cobrar el sueldo equivalente a un salario de un obrero especializado. Son decisiones adoptadas por los involucrados y no impuestas por nadie. El Frente Amplio, así como otros partidos, tiene establecido que un porcentaje de los sueldos de los cargos públicos electivos o de confianza deben volcarse a sus finanzas. Al competir en las elecciones o al asumir, todos lo saben perfectamente.
Yo prefiero mil veces un país donde discutimos de estas cosas, que otros, donde los sobresueldos, los sistemas paralelos de salarios mensuales y el funcionamiento de "otras" cajas paralelas es casi normal o cada tanto sacuden con sus escándalos el escenario. No seremos mejores, pero en eso somos diferentes. Y yo me alegro.
El motivo central de la nota no era ese tema, pero como está en discusión quise aportar un enfoque que no había escuchado ni leído sobre este tema. Un debate que seguirá.
En pocos días cambia el gobierno y habrá renovación de personas en la gran mayoría de los cargos ejecutivos, de ministros para abajo. Es normal y saludable. Le abriremos una carta de crédito a los recién llegados.
No todos los que se van ni los que llegan son iguales. Son nuestros, son frenteamplistas, pero no son iguales en sus capacidades y en sus perfiles. De perogrullo. Pero... como durante mucho tiempo en la izquierda existió la convicción que si era compañero era mejor, y si era compañero o compañera servía para las más diversas tareas y responsabilidades, es bueno aclararlo. No es así, no todos servimos, no todos sirvieron igual y no todos van a servir por igual. Aunque le pongan todo el empeño y las ganas.
Además ahora tenemos un elemento nuevo, su gestión tendrá como referencia a otros compañeras y compañeros que ocuparon esos cargos. Podrán hacerlo igual, mejor o peor y ya no servirán las justificaciones sobre el recambio en la orientación. Nos pasó ya en las Intendencias, hubo excelentes, buenos, mediocres y malos. Y hasta muy malos.
Una fuerza política tiene que asumir la cultura de la crítica como elemento permanente, como factor distintivo. Eso no quiere decir desentenderse de todo y no asumir la complejidad de las funciones y tareas que enfrentan. Y si hay un elemento que no tendremos en cuenta de ninguna manera al juzgarlos, es cuanto han decidido ganar o cuanto ganan. Ellos tienen la más absoluta libertad para decidir qué harán con sus ingresos y nosotros – los ciudadanos y el pueblo frenteamplista, que también somos ciudadanos – opinaremos con total libertad sobre su gestión.
La gestión y la política no son impersonales, no las ejercen de manera amorfa una masa, tienen obligatoriamente nombre y apellido. Sin esos nombres y apellidos, rostros, alma, sentimientos, inteligencia y pasión no hay, ni gobierno, ni política. A veces surgen algunos que se consideran elegidos por la providencia, pero la vacuna contra esos delirios es la democracia y el sentido crítico bien arraigado. Nunca el antídoto puede ser la negación de los méritos y de los defectos. Las legiones de hormigas iguales no hicieron progresar a la humanidad.
Y nosotros tuvimos algunos ministros que se van que merecen ser recordados con respeto por su trabajo, por su empeño y por su esfuerzo. Habrá otros, pero yo elegí. Marina Arismendi. La tiraron con un fardo enorme, un ministerio que no existía en medio de la tormenta de un país en profunda crisis social.
Hizo una gestión excelente, comenzó por aprender y trabajar duro, formar un equipo plural con muchos compañeras y compañeros (Olivera, Sanseverino, Bango, entre muchos otros) y fue un pilar de los éxitos de este gobierno. Cuando recién comenzaba el Plan de emergencia y se produjeron manifestaciones, una de ellas – exigua por cierto – fue hasta el Mides de Uruguay y Río Branco. Y Marina salió, sola con algunos colaboradores a hablar y discutir. Yo le dije en esa oportunidad una frase de Borges "Si hay algo de lo que nadie se arrepiente es de haber sido valiente". Nadie podrá decir que tengo una predisposición natural con Marina. Pero una cosa es una cosa y otra son las miserias humanas.
No queda nada de ese equipo en el nuevo MIDES, miraremos su desempeño con mucha atención. Es demasiado importante para un gobierno de izquierda.
Víctor Rossi, fue un gran ministro y será recordado como tal. Lo dicen tirios y troyanos. Que en este país es mucho. Por él hablan las obras, los resultados. No compartimos decisiones políticas en los últimos tiempos pero vale lo expuesto anteriormente.
Marita Muñoz, le tocó el cruce de muchos caminos sobre el que apuntaban las baterías pesadas de la artillería adversaria. Era el camino más corto para tratar de pagarle al presidente y además tuvo que diseñar y aplicar – con su equipo plural y profesional – la reforma de la salud. Fue una de las mejores y mayores redistribuciones de la riqueza en el Uruguay de hoy. E impactó en la vida de la gente muy directamente. Fue parte importante de los éxitos de este gobierno.
Hay más compañeras y compañeros que merecerían ser mencionados. Por ejemplo Álvaro García, que le dio rumbo y seguridad a la política económica, en medio de la tempestad mundial. Y seguramente muchos más, que no estarán en el próximo gobierno.
Yo me saco las ganas y cumplo con una necesidad de hablar de personas y no de categorías generales y abstractas. También recuerdo que algunos no fueron tan efectivos, ni pudieron cumplir. Descarto la mejor buena voluntad, el empeño y el esfuerzo. Pero sería un hipócrita si simplemente me callara. No doy nombres hablo de una realidad. Y los buenos gobiernos, son los que saben descubrir esas realidades a tiempo, incluso si para resolverlo tienen que romper algún equilibrio.
Todos nos auguramos que todas y todos cumplan a la perfección. Los frenteamplistas somos sus compañeros, pero sobre todo somos uruguayos y de sus aciertos o errores dependen la calidad de nuestras vidas. Seremos exigentes. Eso también es ser de izquierda.