Los uruguayos en muchas ocasiones hemos pensado en grande y actuado en grande. Esas cosas valen si son inseparables. Cualquiera sueña, delira, tiene visiones grandiosas. El asunto es concretarlas y romper con los límites que las almas temerosas y conservadoras imponen.
Estamos en un momento de nuestra historia en que podemos y necesitamos pensar en grande o perderemos una oportunidad única.
Uruguay pensó en grande cuando tenía que organizar el primer campeonato mundial de fútbol y en 9 meses construyó el grandioso Estado Centenario. Ya lo habíamos hecho antes, cuando en algo más que una aldea pensamos y construimos el Teatro Solis, o cuando Salvo levantó el edificio más alto de América Latina en 1908, cuando se construyó el puerto de Montevideo, cuyo diseño sigue siendo válido más de un siglo después.
Los ejemplos públicos y privados son muchos. Cuando construimos el más magnífico edificio legislativo y para completar la obra le hicimos una gran diagonal urbana para resaltarlo, o cuando se levantó el edificio del Banco República, que tiene una de los hall más imponentes que yo recuerde, solo comparable con alguna de las grandes catedrales o mezquitas.
Francisco Piria pensaba y actuaba a lo grande, en Piriápolis y en Montevideo. No todas son cosas del pasado, el Aeropuerto de Montevideo es pensar y construir a lo grande y hermoso, y la muy polémica Torre de las Telecomunicaciones - hay que reconocerlo - es un monumento a la modernidad en una época de mediocridad. El nuevo puerto de Montevideo fue y es, pensar a lo grande e instalar la red de fibra óptica y antes digitalizar todo el sistema telefónico es grande, la prospección petrolera es pensar a lo grande, explorar las reservas de minerales en el subsuelo es grande. Hoy sabemos mucho más que antes que tenemos bajo nuestros pies, y tenemos muchas más opciones. Grandes y naturalmente complejas.
Tomemos otro ejemplo que fue todo un símbolo: los temporales azotaban la costa de la capital, destruían edificios y el paisaje y en lugar de replegarnos, los uruguayos hicimos decenas de kilómetros de rambla, ganada al río y la hicimos de un maravilloso granito rojo. Con algunos criterios actuales todavía se estaría organizando un debate y un referéndum para saber si afectaba las arenas fluviales, la pesca artesanal y el patrimonio natural del Río de la Plata embravecido. Grande fue la obra de José Pedro Varela, de José Batlle y Ordoñez.
También hicimos cosas grandes y feas, como por ejemplo el edificio de la Intendencia de Montevideo. Grande no quiere decir lindo, hermoso o valioso. Pero en estas referencias hablo de una mentalidad que superaba los límites de las comparaciones con nuestros vecinos, y con nosotros mismos. Eran y son la expresión de la audacia, del coraje de afrontar desafíos.
El Plan Ceibal, la reforma de la salud, la reforma fiscal y el torrente de líos que se nos vendrían encima fueron y son pensar en grande. Pensar en grande no refiere solo a las obras y las construcciones edilicias. Es mucho más amplio.
Hoy el Uruguay debe pensar en grande y actuar en grande rápidamente. Tiene todas las condiciones y todas las necesidades.
Tomemos algunos ejemplos, no solo ni principalmente por tamaño, sino por la necesidad de audacia, de impactos positivos y dificultades que hay que afrontar. Pero sobre todo porque pueden cambiarnos la vida, mejorarla en aspectos fundamentales y cambiar el futuro.
La situación que tenemos con la infraestructura logística y en particular con AFE no se arregla con parches, contemporizando con pequeñas corporaciones que pretenden que todo siga más o menos como hasta ahora. Hace falta pensar en grande y rápido. O seguirá siendo cada día más un cuello de botella para nuestro desarrollo. No podemos seguir esperando con directores de AFE que apenas llegados al cargo lo único que hacen es quejarse.
Pensar y actuar para una rotación estratégica de los ejes logísticos de todo el país hacia el este, hacia un puerto de aguas profundas y de todo el sistema fluvial que nos una con Brasil, es grande y fundamental para nuestro futuro.
La planta regasificadora es un cambio a lo grande en nuestra matriz energética y una mejora substancial en los niveles de contaminación por el transporte y la industria.
La Universidad Tecnológica a lo grande, con toda la fuerza pasándole por arriba a las miserias y pequeñeces y pensando más allá de los límites partidarios y corporativos es un salto territorial y un desafió para lo nuevo y para lo que ya existe. Enhorabuena.
Un schock edilicio en la educación pública, en escuelas, liceos y educación técnica es pensar bien, actuar mejor y hacerlo a lo grande. Pero un schock que debe pasarle por arriba a la burocracia y las trabas.
Hace falta pensar en grande en atacar con la misma fuerza y concentración que lo hicimos con la indigencia a través del Plan de Emergencia a las zonas duras de la marginación metropolitana, en particular entre los menores y eso es vivienda, salud, educación, planes sociales y seguridad pública. Es una visión cultural y estatal en conjunto con la sociedad civil de carácter integral.
Hay muchas cosas en el Uruguay que han cambiado bajo nuestras narices, que ya las incorporamos a nuestra realidad como lo más normal del mundo. Y mientras, una parte importante del mundo se debate en la parálisis y el retroceso, sobre todo de los derechos sociales y del llamado Estado del Bienestar, nosotros paso a paso subimos una escalera que en 8 años con los salarios, el empleo, los ingresos familiares, la capacidad de compra, la cobertura educativa y de la salud, el turismo nacional e internacional, la inversión productiva y con un alto contenido tecnológico. En su conjunto fue pensar a lo grande.
Ahora, este gobierno, en los dos años y medio que le faltan puede proponerse un gran salto, estoy seguro que contará con un creciente apoyo de los uruguayos, como protagonistas, con sus aportes y sus impulsos. También tendrá enfrente tensiones y frenos importantes, incluso dentro de sí mismo. Esta lista de temas, es simplemente un aporte, habrá otras, más completas, más estudiadas, mejores y el problema sigue siendo el mismo: pensar y hacer en grande y rápido.
Pero lo más grande de todo, donde hemos sido más lentos es en los cambios culturales necesarios para seguir avanzando, en el compromiso de la ciudadanía con el rumbo del país, con la política, con los valores de la solidaridad, de la convivencia, del cuidado y preservación de los espacios colectivos y comunes en nuestras ciudades, con un salto nuevo en la calidad de toda la educación y en especial de la enseñanza pública, en un nuevo tiempo que reclama además de recursos una verdadera revolución pedagógica.
Calderón de la Barca dijo que “Vencerse a sí mismo un hombre es tan grande hazaña, que sólo el que es grande puede atreverse a ejecutarla”. Eso vale también para las sociedades y, las mayores trabas están en nosotros.