Las razones por las cuales una de las instituciones que generan menos confianza entre los uruguayos es capaz de torcerle el brazo al conglomerado político más popular del país, vienen de larga data yexcede los cometidos de esta columna. Pero cualquiera sea el resultado(ya sea que se incluyan o no las modificaciones que exige el Frente Líber Seregni) el daño está hecho y alguien terminará pagando los costos políticos. O todos.
El problema es de tal magnitud que ameritó dos intervenciones de Tabaré Vázquez, la primera oral y la segunda en persona, nada menos que con la presidenta y los vices de la coalición. El principal referente del Frente Amplio se dio cuenta que no sólo el FLS sino él mismo, iban a quedar desairados en su reclamo de reflexión sobre un proyecto cuyo espíritu comparten.
Aunque a estas horas el resultado de la gestión resulta incierto, es seguro que de no mediar Vázquez, la bancada oficialista se encaminaba a votar el proyecto tal como venía de Diputados (y como exigía el SUNCA y el PIT-CNT). Si así ocurre finalmente, será un grave error político.
El Frente Amplio habrá demostrado a la ciudadanía que la central sindical se las sigue ingeniando para torcerles el brazo los sectores más moderados liderados por Danilo Astori y hasta al mismísimo Tabaré Vázquez. Entre los que observan con desagrado se encuentran ese segmento de los votantes frentistas que dicen no pertenecer a la izquierda y que ven en Vázquez, Astori y Mujica (que también tiene reparos con el proyecto) una razón para seguir votando al Frente, además de una garantía de moderación.
Desde la perspectiva de los sectores que respaldan el proyecto, aceptar la introducción de modificaciones significaría darle al FLS una victoria política mayúscula, a escasos meses de los comicios y con una encuesta que muestra a los liderados por Astori encabezando las preferencias electorales. Una victoria además injusta, por cuanto el proyecto lleva demasiado tiempo en el Parlamento como para que recién se desayunen ahora sobre la gravedad de los riesgos de su eventual aprobación.
Esta incómoda situación en la que se encuentra el oficialismo no hace más que revelar que el problema de fondo sigue siendo que nadie en el Frente Amplio se anima a enfrentarse con los sindicatos cuando estos tensan la cuerda, y mucho menos con un SUNCA fortalecido y movilizado.
A esta razón política debería agregársele el grueso error de cálculo del intendente de Maldonado, Oscar De los Santos, destacada figura del FLS, adelantando que, aún sin las modificaciones, su sector iba a dar los votos necesarios para aprobar la ley. La confesión minó cualquier potencial negociador (¿por qué los demás sectores habrían de pagar el costo político de ceder ante la exigencia del FLS si igualmente sus votos van a estar?), tanto que fue necesaria la participación de Vázquez para frenar la votación.
Por extraño que parezca, el Frente Amplio deberá tomar una posición sobre un proyecto referido a cuestiones laborales con el Sunca movilizado en torno al Parlamento para presionar, esta vez, a los legisladores de izquierda. Mientras esto ocurre, la ciudadanía observa la conducta de sus representantes, pero especialmente esa porción que será el fiel de la balanza en las elecciones de octubre. Se trata de unos pocos puntos porcentuales, conformado especialmente por votantes no frentistas que en las últimas dos elecciones optaron por votar al Frente. Sus candidatos tendrán que convencerlos sobre la conveniencia de mantener la mayoría parlamentaria propia, ante la esperable campaña de la oposición, recordando una y otra vez este episodio parlamentario. A esta altura del debate oficialista, es muy difícil que alguien no salga dañado Incluso todos.
(*) Esta columna fue escrita el lunes de tarde, con la información a la que pude acceder en ese momento, antes que se conociera la decisiòn de la bancada de senadores del Frente Amplio. Preferí dejarla tal como fue redactada.