Las opiniones del secretario de la Presidencia, Alberto Breccia, sobre la necesidad de construir un “Partido de Montevideo” para gobernar la capital resultaron tan extrañas como sorprendentes. Breccia escribió en su cuenta de Twitter una serie de mensajes consecutivos que pasaban de lo que parecía una autocrítica feroz sobre las luchas por el poder, a una propuesta suprapartidaria para compartir el gobierno del principal botín político del país.
Para Breccia, Montevideo es una “gema preciosa” digna de ser gobernada por una “causa común”, un esfuerzo que esté por encima de diferencias políticas y ambiciones personales para concentrarse no “en quién, sino cómo”. El secretario presidencial llega a esa conclusión no por cuestiones programáticas o ideológicas sino por estar harto de las “luchas por pequeñas parcelas de poder”.
Blancos y colorados salieron a marcar distancia ante cualquier posibilidad de alianza con el Frente Amplio, al que esperan derrotar un frío y lejano domingo de mayo del 2015, mientras que el Partido Independiente negaba haber recibido alguna oferta formal al respecto. La oposición siente que el Frente Amplio gobernó Montevideo en solitario durante más de dos décadas y que la propuesta llega justo cuando empiezan a recogerse señales de hastío.
Las declaraciones de Breccia, que fueron dichas a título personal, parecen inspiradas en un sentimiento patriótico aunque poco realista. La lucha por el poder en una sociedad democrática hace que gobernantes y opositores se esmeren en mejorar sus desempeños. La utopía del “gobierno de todos” no pasa de ser un ideal, cuya concreción suele traer más dolores de cabeza que soluciones. Un acuerdo “en el cómo”, al decir de Breccia, sólo puede alcanzarse sepultando las ideas, tradiciones y prácticas políticas, que justifican la existencia de los propios partidos.
Los regímenes de partido único aparecen como consecuencia de procesos revolucionarios o de la destrucción institucional que sobreviene a una guerra perdida. Aún con sus problemas y dificultades, Montevideo no se encuentra en ninguno de esos extremos y sus partidos, con mayor o menor caudal electoral, gozan de buena salud.
Pero hay otra interpretación posible para las declaraciones de Breccia y tiene que ver con la interna del oficialismo. Unos días antes de sus polémicos tweets, el ex subdirector de la OPP, Conrado Ramos había dicho que el entorno del presidente Mujica estaba integrado por "comisarios que vienen a poner orden en un pueblo desquiciado", a los que acusó de trancar la Reforma del Estado. Ramos dijo estar fastidiado por “la falta de disposición política para vencer presiones corporativas en la Intendencia” y afirmó que abandonó el cargo cansado de que le hicieran el vacío y de pedir entrevistas al presidente que nunca fueron respondidas.
¿Alguien puede creer que estos problemas se solucionarán anulando la competencia electoral? Las amargas comprobaciones de Breccia, ¿tenían como centro al sistema político, a su partido o a su propio entorno presidencial? Quizás pronto tengamos las respuestas.