La masacre desatada por James Holmes en un cine de Colorado ha vuelto a llenarnos de estupor. Los cronistas lo describen como un joven decaído, triste, desinteresado y tímido. Si no fuera porque acababa de matar doce personas, podríamos decir que se parece a miles de otros jóvenes que nos cruzamos a diario, incluso en casa. ¿Cómo llegó un estudiante de neurociencia a convertirse en un asesino frío y despiadado? ¿Por qué nuevamente en Estados Unidos?
Quienes creen que la culpa la tiene la liberalidad con que se consiguen armas en los Estados Unidos, contemplan azorados cómo el criminal obtuvo dos pistolas, un rifle, una escopeta y miles de balas por Internet. El hecho no deja de llamar la atención porque se trata de un país donde viven más de trescientos millones de personas que, en términos generales, no demuestra interés en terminar con la vida del prójimo.
La masacre de la Secundaria de Columbine (también en Colorado) y a la del Virginia Tech, se ubica entre las peores ocurridas en escuelas en tiempos recientes. Sin embargo, el resto de la lista incluye países más bien pacíficos, como Alemania, Escocia y Canadá.
Muchos creen que la sociedad estadounidense es particularmente violenta, al menos en relación a la uruguaya. En el Indice de Paz Mundial 2012, Uruguay ocupa el lugar 33 (el segundo de América Latina, detrás de Chile) y Estados Unidos el 88, sobre un total de 153 países. Sin embargo, las posibilidades de morir en un homicidio son considerablemente mayores en nuestro país que en el de James Holmes, salvo en las salas cinematográficas. Estados Unidos que nos supera en todos los indicadores de paz social, con excepción de la política antiterrorista. Otro de los asuntos llamativos que aporta el Index es que, contrariamente a lo que podía suponerse, el acceso a las armas por parte de los civiles es similar en ambos países.
Pero todavía falta saber por qué, cada tanto, surge un James Holmes. Quizás no estaríamos lamentando estas muertes si el homicida le hubiera dedicado más tiempo al estudio de la neurociencia que a los juegos de rol. Al menos habría tenido la oportunidad de enterarse que la violencia está declinando en todo el mundo, por extraño que parezca. Así lo afirma Steven Pinker, un experto en neurociencia cognitiva de la Universidad de Harvard.
Según explica Pinker “The Better Angels of our Nature: How Violence has Declined”, su último libro, la justificación de la muerte por cualquier causa encuentra en el mundo cada vez menos adeptos. Esta tendencia se inició hace unos cinco mil años con la creación de los Estados, que sirvió para refrenar las guerras tribales, y se afianzó en los siglos recientes. Pinker señala tres momentos importantes en el proceso de pacificación: La “revolución humanitaria” que emerge de la Ilustración, la “revolución de los derechos”, que volvió a los métodos violentos menos necesarios, y “la nueva paz”, que se manifiesta en la reducción de la violencia privada y pública de las personas.
Por cierto, nada de esto va a devolverles la vida a las doce personas muertas a manos de Holmes, pero al menos refrenará esa tendencia a buscar explicaciones sencillas y contundentes a problemas de difícil discernimiento, tan en boga en estos tiempos de crecientes impactos informativos.