Por Esteban Valenti
Polemizar con los amigos y sobre todo con los que se coincide en la mayoría de las oportunidades, cuesta un poco más. Pero las discusiones son sobre ideas y no ad hominem. En este caso en la última columna de Nelson Fernández en El Observador "Lo quisieron enterrar, pero la semilla es porfiada" defiende a capa y espada la nueva postulación de Daniel Martínez a la Intendencia de Montevideo.
Uno de sus argumentos centrales es que varios sectores del Frente Amplio lo quisieron dejar a Martínez de a pie y afuera de la mesa chica de la conducción del FA. Es posible que sea cierto, pero es lo menos importante, el 10 de mayo no estamos eligiendo equilibrios internos en los partidos, futuros candidatos presidenciales, integrantes de diversas mesas, sino quien gobernará el departamento capital de la república durante 5 años, luego de 30 años de gobernar el mismo partido.
Aunque sea duro, hay que reconocer que la batalla de mayo es al 99% entre los candidatos del FA. Lo demuestran de manera concluyente los resultados del mes de octubre y noviembre pasado y por eso lo que se está definiendo no es la importancia que Martínez ocupe nuevamente el sillón departamental y su peso político dentro del FA, sino aspectos relevancia para nuestra ciudad, su zona rural y sus habitantes.
Además, a esos factores se agregan otros, como por ejemplo, la reafirmación en el FA que para hacer política, obligatoriamente hay que tener las asentaderas en un cómodo e importante sillón y que eso supera cualquier otra cosa, incluso el ridículo de "cómo te digo una cosa, dos semanas después te digo la otra", o la práctica destrucción del Partido Socialista, que si algo le faltaba, era este cañonazo en la nuca.
Si se mira el panorama en la actual izquierda, en la mayoría lo importante son en primer, segundo y tercer lugar los cargos, incluso afectando a tu propio partido, el que tiene corazón socialista...
No importa que alguien haya sido el candidato a presidente de todo el partido de gobierno y haya perdido las elecciones en las nacionales y en el balotaje y que debe obligatoriamente asumir su responsabilidad para iniciar un proceso de debate serio y profundo de las causas de esa derrota y del camino futuro. Para eso hay que tener ideas y generosidad política.
No importa que en un gesto de cordura y de equilibrio Martínez había anunciado que no se presentaría a las departamentales, simplemente comprobó que necesitaba un cargo y por lo tanto retrocedió a toda marcha. Porque el asunto es estar bien sentado, a cualquier costo.
Y recién luego vienen otros temas "menores". ¿Montevideo necesita cambios profundos, serios, en aspectos muy importantes porque acumula fracasos en áreas claves y un proceso de decadencia?
Es posible que la obra de mediatización y mediocratización a la que hemos sido sometidos luego de reiteradas intendencias fracasadas, sea tan profunda, que todo nos venga bien y que en última instancia, como los concertados multicolores no presentan ninguna alternativa, ninguna disputa seria y que en realidad el equivocado sea yo, y no importa la limpieza o mejor dicho la mugre casi permanente y retocada de la ciudad, los servicios mediocres, los impuestos y las multas rampantes, pero sobre todo la falta de una perspectiva estratégica para la ciudad y el departamento, lo importante, lo que hay que definir, es la interna del Frente Amplio. "La semilla enterrada".
Los que no nos resignamos, los que tenemos un poco de memoria y recordamos algo de la historia de Montevideo como un ejemplo en América Latina y en el país, como un joya urbanística y arquitectónica, estemos reclamando mucho, demasiado y según cierta perspectiva debemos conformarnos con que ADEOM siga siendo la que defina aspectos fundamentales de nuestra vida en sociedad. En la tierra y en la playa...
Es posible que seamos demasiado exigentes cuando reclamamos que durante los 15 años de gobiernos nacionales del FA, la intendencia debía, obligatoriamente haber ejecutado un vasto plan de desarrollo y modernización, con especial atención en las zonas periféricas. Los invito a darse una vueltita por esas zonas, como el Cerro, Santa Catalina, Paso de la Arena, La Teja, Tres Ombúes, Casavalle, Malvín Norte, la Curva de Maroñas, Villa García y otros muchos y comprobar los resultados. No es una fatalidad, es incapacidad. Por otro lado en el otro extremo socio-territorial de la ciudad no se puede decir que, ni la limpieza, ni los servicios, ni las obras sean rutilantes. Es un fracaso "democrático" al que nos hemos resignado.
Es posible que como hace Nelson Fernández lo que debíamos hacer todos, es realizar una completa especulación sobre los diversos grupos, tendencias, sub grupos y nombres dentro del FA para entender la importancia que un candidato a presidente que perdió su carrera a la primera magistratura del país se vuelva a postularse a la Intendencia, para asegurar que todo siga como está y dar una fuerte señal de renovación. Por otro lado una intendencia que marcha de maravillas.
También es muy posible que no tenga ninguna importancia que el Frente Amplio y también los otros partidos, pero en especial el oficialismo durante 30 años en Montevideo, busque verdaderas figuras de la renovación y de recambio, que vengan de experiencias de gestión política y de gestión político-administrativa en la sociedad, por ejemplo de una serie de hospitales públicos, que nadie, absolutamente nadie puede negar que se transformaron a lo largo de un proceso, en referentes a nivel de toda la salud, se especializaron, se hicieron más eficientes, limpios, cómodos, iluminados y sobre todo con mejores resultados en sus objetivos de curar y democratizar la salud de la gente.
Esa fue la clave del nacimiento del Frente Amplio, recurrir a figuras de la sociedad y no repetir hasta el hartazgo a funcionarios que ya tienen la forma en sus anatomías de los diversos sillones del poder y que deambulan entre los grupos, casualmente montados en sillones con rueditas.
Si el FA hubiera hecho eso en las alecciones nacionales - figuras sobraban - seguramente habría ganado nuevamente el gobierno. Pero primaron los funcionarios, políticos y sindicales, que son casi lo mismo.
Todo depende con el cristal con el que se mire y fundamentalmente desde donde se mire. Desde el poder, para perpetuarse y seguir sentado en las diversas mesas, o desde la gente, los pacientes, los habitantes del departamento, los usuarios, los dueños de las empresas públicas o los sindicatos dueños de nuestras vidas en la ciudad y supuestamente también de las empresas públicas.
Voy a repetir algo que afirmé en un tuit, dar un paso al costado, vivir como un común mortal trabajando 8 horas o/y cuidando a sus nietos nietos, no rebaja, sino que enaltece y no impide trabajar por un proyecto político, usando la propia popularidad para renovar al propio FA, disputando, por ejemplo su presidencia. Ondular entre los cargos es una forma más de reforzar los peores vicios de la izquierda. Y eso es lo que acaba de suceder con la candidatura a la intendencia de Montevideo. Otra que semillas, raíces.