Parafraseando el triste tango “sus ojos se cerraron”, ya comenzaron a llegar caras conocidas desde diversas direcciones. Aunque en este caso no se cerró ningún ojo, la gente está tan alerta, o más que antes, en relación a las consecuencias de la confirmación por 1.4% de los votos de los 135 pésimos artículos de la LUC. Y no me refiero solo a los que votaron SÍ por su derogación, estoy seguro que, incluso, una parte de los que votaron NO están alertas para ver las consecuencias de su decisión.
Están los rostros conocidos, con su particular concepción de la democracia, de que los triunfadores tienen el derecho de reclamar el silencio de sus oponentes. Nada menos que en un referéndum, donde lo que se definía era un conjunto de leyes sobre diversas materias. El 28 de marzo llegó, el resultado lo conocemos todos, nos atenemos al él y, con más atención que antes, comprobamos sus consecuencias. Y opinamos, vaya si opinaremos.
¿O acaso si el triunfo del NO hubiera sido por un enorme porcentaje no tendríamos derecho a opinar? Y se impusieron por menos de 30.000 mil votos, el 1.4%.
¿No tenemos derecho a opinar sobre las consecuencias sobre la seguridad de la ciudadanía, votantes del SÍ y del NO, y el comportamiento de la policía y su trato con la gente y, en particular, con los jóvenes? Estaremos más vigilantes y atentos que nunca porque queremos una policía profesional, bien formada y del Estado, y no de ninguna facción. Ni siquiera la del Presidente de la República.
¿No tenemos derecho a opinar y, si es necesario, protestar con los aumentos mensuales de los combustibles, nafta, gasoil, pero también el supergas y su impacto en la economía familiar de la gran mayoría de los uruguayos? Sobre todo, porque además de los aumentos, la pérdida de capacidad adquisitiva de los salarios y jubilaciones irá en aumento y, ¿estamos prisioneros de un modelo oficial, cuyo núcleo central está en la LUC?
¿No tenemos derecho a vigilar y protestar si se conceden predios de colonización y se venden sus tierras a acomodados amigos del poder, que viven en la capital o en ciudades del interior, mientras mil familias reclaman tierras para trabajar y vivir, es decir colonizar nuestra tierra?
¿Nos tenemos que callar cuando nos envasan y disfrazan de reforma de la educación concediendo un título terciario a los estudiantes de diversas ramas del magisterio y el profesorado, y se negaron a votar la facultad de la educación? ¿O silenciarnos cuando la reforma de la educación de la que hablan desde hace años y y no han hecho casi nada, la quieran imponer sin la participación de los docentes?
¿Nos callamos cuando el vil sistema del desalojo express comience a funcionar más aceleradamente y empeore la grave situación habitacional y social de muchas familias? Y ellos pretenden ocultarlo hablando del pasado.
¿No vamos a decir, ni hacer nada, cuando las dos transnacionales de la telefonía móvil y sus alrededores lancen a fondo su ofensiva y debiliten a ANTEL y las ganancias que esta empresa del Estado obtiene y se tenga que cubrir con aumento de impuestos para cumplir con la sagrada religión del déficit fiscal, que verdaderamente hasta ahora ha sido un bluf y nada más? Y esta sea una señal más del repliegue del Estado de todos los espacios posibles para liberarlos al sagrado dios del mercado.
No está directamente relacionado con los 135 artículos, al menos explícitamente, pero el gobierno, el Presidente, hicieron toda su campaña diciendo que ellos querían gobernar y necesitaban de ese poderoso instrumento, pues bien quiere decir que todo está relacionado. Que el crecimiento de la pobreza que el segundo semestre del 2021 alcanzó el 11%, y, entre los menores de 6 años (desmintiendo las angelicales declaraciones de la ministra Arbeleche), llegó al 20%, son parte de la globalidad de una política.
Como lo es la entrega definitiva del puerto de Montevideo a Katoen Natie, con la complicidad del TCR que superó todas sus marcas, incluso el informe totalmente complaciente de una de las integrantes de la oficina legal que, si bien recomendaba aceptar el nuevo contrato, afirmaba que el Presidente de la ANP, Juan Curbelo, se había excedido en sus potestades. ¿No vamos a seguir atentamente las consecuencias de la mayor entrega de soberanía de parte del lacallismo de toda la historia nacional?
Las caras conocidas no vienen solo de los partidarios del NO, también aparecieron los “institucionales” del lengue lengue que, en aras de la gobernabilidad o de su propia concepción de los contenidos y características del actual gobierno y con la vista puesta, clavada en el 2024, pregonan serenidad, colaboración y la vuelta a la plancha parlamentaria y política. Algunos coinciden con los que ocuparon cargos destacados en un gobierno de izquierda que, en su último mandato, su principal mérito fue precisamente hacer la plancha.
Me podría callar, poner cara condescendiente y amable, recibir andanadas de odio y bronca de los conservadores que lideraron el NO y aceptar pasivamente a los mentores de la blandura y los peregrinajes pidiendo dialogo a un gobierno que no tiene la menor intención de discutir y negociar en serio nada importante. No fue con ese espíritu que acepté la campaña por el SÍ. Y no lo voy hacer ahora.
La izquierda de médula blanda es siempre peligrosa, en el gobierno y en la oposición. La fortaleza, la firmeza, no está en las palabras altisonantes, en el recital de las citas, en los desvaríos programáticos, sino en las posiciones políticas e ideológicas.
Se perdió el referéndum institucionalmente, y nadie lo niega, pero nos animamos a discutir el fondo de todos sus contenidos, sus peligros extremos de liberar los peores sentimientos de la sociedad, de idealizar la violencia policial, cuando sabemos que eso libera la otra violencia y todo se hace más cruel y más incontrolable. Sobre todo a nivel de los homicidios.
Nos animamos a enarbolar fuerte y, ante cualquier gobierno, este y los que vengan, la bandera del equilibrio de poderes y el sentido profundo de la república cuando esta coalición, por designio de su supremo líder, quiere pasar de llamarse multicolor a llamarse republicana, en una paradoja, en el momento que niega sistemáticamente la clave de la república, el equilibrio y el respeto de los poderes y de la Constitución.
¿Nos vamos a callar ante el fondo más peligroso y profundo de la LUC de 476 artículos que implica que los partidos ganadores tengan la posibilidad de imponer al parlamento en 90 días todos los asuntos que consideren para aplicar su programa, sin el debate, el análisis y la participación del conjunto de la sociedad?
A tirios, troyanos, centristas forzados, sepan que, una parte, que por ahora no puedo evaluar su cantidad, de los votantes y de los militantes del voto por el SÍ, de los rosados, no se destiñeron. Queremos seguir peleando y no queremos volver a papar moscas, mientras la derecha se enardece.
Tengo el testimonio de las redes del SÍ, de miles y miles de luchadores en las redes que no aceptan esa retirada sin pena ni gloria porque seguimos creyendo que el país va mal e irá peor y no queremos resignarnos. Y no tenemos sillones para calentar.
Estamos seguros que en este territorio de la lucha cívica, política, sindical, cultural e ideal, nos vamos a encontrar con gente de muchos partidos que están cada día más alarmados por la deriva del país. Para el 2024 faltan muchos almuerzos, ollas populares, desalojos, cuotas de todo tipo, visitas al almacén, supermercado o a la feria, muchos pares de championes para los pibes y muchos impuestos y boletos.
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