Luego de tres administraciones frenteamplistas, la ciudadanía confió al doctor Luis Lacalle Pou y su coalición multicolor la conducción política de nuestro país.
Desgaste político, enlentecimiento del ritmo económico, problemas de seguridad y cierta falta de cercanía en el trabajo con el sentir de la población, dio pie a que el electorado resolviera un nuevo rumbo político.
De la mano de una campaña sesudamente planificada, Lacalle Pou fue instalando un conjunto de ideas y propuestas que resultaron atractivas para una nueva mayoría de voluntades.
Fue el momento de proponer bajar impuestos, no tocar jubilaciones, combustibles baratos, superávit fiscal, 136 liceos, 50.000 viviendas, reforma educativa y cuanta belleza quisieran oír los orientales de buena fe.
Reiteraron hasta la saturación que “estaban preparados”, que venían “a hacerse cargo”.
La realidad ha superado la imaginación de todos nosotros.
Los que “estaban preparados” han cambiado a una inusual cantidad de ministros, subsecretarios, presidentes de entes, y directores de todo tipo. Su principal senador está tras las rejas acusado de innumerables delitos de pedofilia. El custodio del presidente, también, involucrado en tramas corruptas de todo tipo.
Los que iban a “hacerse cargo” mandan a su casa a decenas de narcotraficantes y les piden que se queden allí, haciendo gala, tal vez, de la “libertad responsable”. Por cierto, varios de ellos se escaparon como perico por su casa.
Tampoco bajaron impuestos y la nafta subió a casi el doble. Liceos, hicieron seis; les faltan 130. Viviendas entregaron unas pocas, a militantes de la coalición; aún deben las 50.000.
El déficit fiscal se desliza hacia un cercano 5%, ante desórdenes crecientes, baja en la recaudación y aumento indiscriminado del gasto.
Recortaron las inversiones en salud y sufrieron los hospitales, que habían alcanzado niveles de excelencia para competir con los privados. Hasta quisieron privatizar la entrega de medicamentos, los que por cierto escasean para la población de menos recursos.
Criticaron la Educación y hablaron de una necesaria reforma. El resultado es que ahora los niños no repiten y los adolescentes dejarán de estudiar Filosofía y Astronomía, no sea cosa que aprendan a tener espíritu crítico y se pregunten por el sentido de la existencia o se dejen subyugar por una noche estrellada.
Instalaron un gobierno paralelo en Salto Grande, tratando de perjudicar la administración municipal en manos del Frente Amplio. Tras un contundente mensaje de la Cámara de Diputados, los ediles contratados en la Comisión Técnica Mixta siguen, casi todos, gozando de suculentas e inapropiadas retribuciones.
Prometieron seguridad y cada día despertamos con nuevos homicidios, sicariatos, violencia de género y ya nadie confía en los números del Ministerio del Interior.
También es cierto que algunas cosas han sido cumplidas. Bajó la inflación. La entregamos con valores de 7/8%. Ahora no llega al 5%. Pero, al decir de Shakespeare, “las apariencias, engañan”.
Bajaron la inflación utilizando el “ancla cambiaria”. El dólar barato, una rémora de los años 90, produce un artificio, algo tan efímero como destructivo.
Los exportadores venden en dólares. Cuando efectúan la conversión a pesos, las ganancias se reducen significativamente. Los importadores traen a precio irrisorio productos de todo tipo. Se deteriora nuestra capacidad productiva y cada vez somos menos competitivos. El resultado es una desocupación cada vez más consolidada, especialmente en el litoral, fruto de la escandalosa diferencia de precios con los vecinos.
De las mentiras al Parlamento, de la irresponsabilidad de Lacalle Pou de no retornar de inmediato, tras la vergüenza de las maniobras del caso Marset, la población está debidamente informada. Como pocas veces.
Pero bastaría con señalar dos hechos penosos y con menor impacto mediático.
El señor Roberto Lafluff, cerebro verdadero del Gobierno, se fue a ver la final de la Libertadores en Río de Janeiro.
Como Lacalle Pou, estaba en EEUU de viaje, quedó al mando Beatriz Argimón. Su lugar en la vicepresidencia fue ocupado por el senador Sergio Botana.
Mientras el país estaba incendiado, Botana jugaba un partido de fútbol de veteranos en Misiones, en Argentina.
Todo dicho.
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