Los uruguayos por ley la bautizamos diferente, han cambiado los gobiernos, los partidos y se sigue llamando Semana de Turismo. Es un momento de encuentro con los amigos, de viajes en grupo, de campamentos, de encuentros entre las familias, más familiares mejor. La esperamos todo el año. Los católicos en todo el mundo la llaman Semana Santa.
Este año es totalmente diferente. Cuanto más alejados estemos, menos contactos tengamos, reduzcamos los viajes, los campamentos, los fogones, las tomadas de mate y de vino, mejor. Afuera y adentro acecha la peste. Nunca antes tuvimos que enfrentar un enemigo más ladino, más terrible, que crece, cambia, se hace más peligroso y más global. Tenemos que aguantar y vivir de recuerdos y confiar que también lograremos derrotar al murciélago que lo parió.
Y en esta semana donde nos veíamos los rostros más de cerca, y el alma, y los encuentros y tomábamos algo más de alcohol, ahora nos escondemos detrás de la soledad y de un barbijo y el alcohol nos lo frotamos en las manos.
El protagonista para los que cree la Semana Santa, es uno solo, mejor dicho uno solo y su pueblo, Jesús de Nazareth. Hay tantas versiones, tantas estatuas, tantas imágenes como los sentimientos que despierta y ha despertado en los seres humanos.
Esta semana cumple años una querida amiga y compañera, estuvo presa, fue tupa, comunista y es de izquierda con todas las letras y me envió una poesía sobre el protagonista central de esta semana. Me gustó su versión de Jesús. Gracias Mabel Marote.
¡De qué quiere Usted la imagen? Preguntó el imaginero:
Tenemos santos de pino,
Hay imágenes de yeso,
Mire este Cristo yacente,
Madera de puro cedro,
Depende de quién la encarga,
Una familia o un templo,
O si el único objetivo
Es ponerla en un museo.
Déjeme, pues, que le explique,
Lo que de verdad deseo.
Yo necesito una imagen
De Jesús El Galileo,
Que refleje su fracaso
Intentando un mundo nuevo,
Que conmueva las conciencias
Y cambie los pensamientos,
Yo no la quiero encerrada
En iglesias y conventos.
Ni en casa de una familia
Para presidir sus rezos,
No es para llevarla en andas
Cargada por costaleros,
Yo quiero una imagen viva
De un Jesús Hombre sufriendo,
Que ilumine a quien la mire
El corazón y el cerebro.
Que den ganas de bajarlo
De su cruz y del tormento,
Y quien contemple esa imagen
No quede mirando un muerto,
Ni que con ojos de artista
Sólo contemple un objeto,
Ante el que exclame admirado
¡Qué torturado mas bello!.
Perdóneme si le digo,
Responde el imaginero,
Que aquí no hallará seguro
La imagen del Nazareno.
Vaya a buscarla en las calles
Entre las gentes sin techo,
En hospicios y hospitales
Donde haya gente muriendo
En los centros de acogida
En que abandonan a viejos,
En el pueblo marginado,
Entre los niños hambrientos,
En mujeres maltratadas,
En personas sin empleo.
Pero la imagen de Cristo
No la busque en los museos,
No la busque en las estatuas,
En los altares y templos.
Ni siga en las procesiones
Los pasos del Nazareno,
No la busque de madera,
De bronce de piedra o yeso,
¡mejor busque entre los pobres
Su imagen de carne y hueso ¡
Poesía de *Gabriela Mistral, Premio Nobel de Literatura 1945*:
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