Ser uruguayo es tal vez, entre otras cosas, convivir con un conjunto de tradiciones que provienen de los más diversos lugares y rincones de nuestro país, de la región y de historias de abuelos inmigrantes que montaron un montón de sueños arriba de un barco. La nostalgia es parte de nuestra historia y de nuestra identidad nacional.
Si a eso sumamos la cantidad de momentos de nuestra preciada vida, en especial para nuestros adultos mayores y nuestra juventud, que la pandemia nos ha quitado y la energía contenida que todos tenemos por darnos ese abrazo de reencuentro, entendemos la importancia que tendrá esta Noche de la Nostalgia, que claramente no será una más.
Pero por ello mismo es necesario que entre todos podamos asumir una actitud de cuidado y prevención. En los últimos días, por lo menos en el Departamento de Salto y como he podido constatar en mis recorridas por el país, puedo ver cómo hemos perdido la sensación del riesgo, especialmente en ciertos encuentros nocturnos. Hoy la mayoría de los uruguayos están actuando de manera independiente a cualquier normativa sanitaria.
No existe un descontrol, pero si claramente hay un relajamiento que es entendible por la necesidad de ese encuentro social.
Por ello, he estado planteando ante el gobierno nacional la necesidad de que las autoridades recordemos una vez más como nos costó llegar a esta situación de estabilidad sanitaria con más uruguayos vacunados y menos compatriotas en CTI.
Y ese llamado de atención se traduce en acciones concretas. Desde nuestro gobierno departamental nos tocó multar la semana pasada a dos particulares por la realización de fiestas de carácter masivo, sin respetar ningún tipo de protocolo sanitario. Esta sanción no solo significa una penalidad económica, sino que además se trasladó esta información a la fiscalía para que tenga los elementos necesarios para investigar si lo entiende necesario.
Una vez más es necesaria la aplicación del concepto de solidaridad responsable. Todos queremos estar bien, poder vivir y celebrar el milagro de la vida, y poder disfrutar de una noche de reencuentro para darnos ese abrazo pendiente. Sin embargo, no podemos asistir a esta fiesta popular desconociendo todo lo vivido y los sacrificios que hemos hecho como sociedad para salir adelante. La pandemia tuvo un costo altísimo en cantidad de vidas, en puestos laborales, en sufrimientos de tantos compatriotas que tuvieron COVID, que perdieron a familiares y algunos que hasta hoy siguen transitando la enfermedad.
Desde los gobiernos departamentales no bajaremos los brazos y seguiremos adelante con nuestro plan de fiscalización, pero apelamos a que se respeten los aforos permitidos por metro cuadrado, la extensión máxima de las fiestas, así como las recomendaciones de ventilación permanente, sanitización frecuente y uso de tapabocas siempre que sea posible.
Si de nostalgia se trata, hoy más que nunca debemos recordar en cada una de nuestras acciones cotidianas, la vida de los más de 6.000 compatriotas que se nos han ido en esta pandemia. Nosotros que tuvimos la suerte de sobrevivir debemos agradecer y rendir tributo a la vida con una simple acción: cuidarnos y pasar una nostalgia segura.
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