Quisiera poner proporciones al aluvión de acusaciones a Israel por su reanudación de los ataques de la Fuerza Aérea a blancos de la organización terrorista Hamás en la Franja de Gaza.
Claro está que fue Israel quien reinició la guerra activa con esta ofensiva aérea. Pero lo relevante es preguntar por qué y qué ha estado pasando todo este tiempo. Hamás tuvo casi dos meses de calma absoluta, que no dedicó para nada a ayudar a la población sino a rearmarse, reorganizar su infraestructura militar y sus instancias de poder, preparándose para lanzar un nuevo ataque contra territorio israelí.
Hace tres semanas se concretó la última tanda de liberación de secuestrados, concretamente de cuatro cuerpos sin vida de civiles que fueron asesinados en cautiverio. Desde ese momento, con el que terminó la primera etapa del alto el fuego, Hamás disfrutó de calma en el terreno —salvo cuando sus células intentaban colocar explosivos junto a tropas israelíes y el ejército respondía atacándolas y matando a los terroristas— pero sin liberar ni un secuestrado más. Ni vivos ni muertos.
Si bien es cierto que Israel no cumplió su promesa de iniciar negociaciones para la segunda etapa en el día 16 desde la entrada en vigencia del alto el fuego, sí las inició tardíamente, el día 42. Y a todo lo planteado desde ese momento, Hamás dijo que no. Rechazó todas las propuestas y aceptó en términos generales liberar sólo a un rehén de ciudadanía israelí y norteamericana, nada más. Hay aún 59 rehenes en Gaza.
Todo esto, mientras la inteligencia israelí también identificaba claramente no sólo el reclutamiento de unos 20.000 terroristas por parte de Hamás y su reorganización y rearme en el terreno, sino también preparativos concretos para volver a atacar territorio israelí.
Durante el alto al fuego, cuando Hamás cumplió su parte de lo pactado al liberar secuestrados, violó en parte la letra y en gran parte el espíritu del alto el fuego, al demorar la liberación de una joven civil, Arbel Yehud de Nir Oz, y al no entregar a tiempo el cuerpo de Shiri Bibas, de bendita memoria, la madre de los pequeños Kfir de 8 meses y Ariel de 4 años, asesinados brutalmente por los terroristas con sus propias manos. Toda liberación fue un acto humillante y repelente de terrorismo sicológico por parte de Hamás a expensas de los secuestrados. Mientras tanto, seguía también robando ayuda humanitaria.
Aunque Israel haya sido quien reanudó los ataques, la responsabilidad central por la situación es de la organización terrorista que atacó Israel hace más de 15 meses en forma salvaje, asesinado a más de 1.200 personas, la mayoría civiles, y secuestrando a 251.
¿Alguien se ha puesto a pensar por qué un Estado democrático que fue atacado tiene que estar negociando con una organización terrorista sanguinaria que secuestró a sus ciudadanos por la fuerza? ¿Qué país lo aceptaría con tranquilidad? ¡El mundo todo debería estar clamando por la liberación de los secuestrados, la enorme mayoría civiles! Hay 59 personas que tienen los terroristas en su poder, de las que ya se sabe que mataron a por lo menos 35. Personas arrancadas de sus camas un sábado de mañana. Pero el mundo elige “horrorizarse” cuando Israel vuelve a atacar.
Entre los israelíes se discute mucho acerca de si acaso volver a la guerra era lo sabio y lo realmente necesario para presionar a Hamás a devolver secuestrados. No sólo familias de secuestrados, sino también diversos expertos y políticos, temen que contrariamente a lo declarado y esperado, la guerra los ponga en peligro. Pero, más allá de esa legítima discusión interna, cabe preguntarse por qué alguien considera que Israel debía seguir el alto el fuego si Hamás no sigue liberando secuestrados. ¿Acaso Hamás se merece algún regalo?
Todo el sufrimiento que haya ahora en Gaza —y que no le deseo a la población civil— es responsabilidad de los terroristas que se esconden en el seno de la población y la usan como escudos humanos. Israel tiene que defenderse, recuperar a los secuestrados y destruir a Hamás. Si ésta es la forma de recuperar a los secuestrados, lo deberán discutir los israelíes, divididos al respecto, por cierto. Pero más allá de ello, la culpa de la guerra, toda, entera, es de Hamás.
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Ana Obregón no se inseminó,la bb nació por vientre subrogado que es muy distinto.
Ana Obregón no se inseminó,la bb nació por vientre subrogado que es muy distinto.
EELA SE ENAMORO DE SU HIJASTRO HIJO DEL MARIDO Y TUVO UN HIJO DE EL.
LAMENTABLE SITUACION..