En la actualidad, el turismo va en camino a recuperar el nivel prepandémico, según la Organización Mundial de Turismo (OMT) ¹. Asimismo, el turismo de lujo está en alza. Según la agencia EFE, en España el turismo de lujo representa el 30%, frente al 22% en Europa. Y genera un ingreso cuatro veces superior al turismo promedio.
Los turistas de lujo, es decir, la clase social privilegiada, buscan experiencias fuera de lo común. Aventuras cada vez más riesgosas y extravagantes. Este es el caso del sumergible de la empresa Ocean Gate, Titan, del que todos están hablando. La expedición llevaba cinco personas a bordo a explorar –desde una ventanita minúscula–, los restos hundidos del emblemático Titanic. Los turistas pagaron US$ 250.000 por este paseo de ocho horas que, como todos saben, culminó trágicamente.
Pero la cosa no queda aquí. Investigando vi que hay un proyecto de construir una estación submarina en el mar Caribe, llamada “Proteus”. Y hay otras opciones de turismo extravagantes y extremadamente costosas que solo los ricos pueden escoger para entretenerse. No me refiero aquí a las opciones tradicionales (hoteles de 6 estrellas en Dubai, safaris de lujo, etcétera) sino aquellas nuevas experiencias límites como el turismo espacial, observar un volcán en plena erupción, o dormir en una habitación bajo el agua en las Islas Maldivas.
El turismo espacial se merece un párrafo aparte. SpaceX, Virgin Galactic y Blue Origin han sido las empresas pioneras. Y no es novedad. Llevan dos décadas haciendo ensayos y, de hecho, muchos de ellos fracasaron y se han perdido vidas. Andrés Oppenheimer en uno de sus libros², en 2014, nos anticipaba que un boleto para viajar al espacio nos costaría unos US$ 200.000. El viaje espacial consiste en salir de la tierra a una altura de 100 kilómetros, por un par de horas.
El periodista entrevistó a Richard Brandson, CEO de Virgin, a quien lo puso en aprietos preguntándole si los viajes tenían algún valor científico o eran un mero entretenimiento para ricos. Y este le respondió comparando los viajes al espacio con los vuelos trasatlánticos. Dando a entender que se necesita de los pioneros ricos para empezar estos vuelos, cuyas ganancias podrían convertir en realidad la colonización de Marte. Luego de un tiempo –quién sabe cuánto– el precio bajaría y podría ser para todos y todas, o al menos eso interpreto por su respuesta.
La realidad nos muestra que el turismo espacial o el paseo subacuático aún está en sus albores. Sin embargo, no faltará mucho para que turistas de elite partan desde Cabo Cañaveral para hospedarse en un “hotel interestelar”, hagan un alunizaje o se sumerjan en el fondo del mar. Eso sí, creo que solamente será posible para una elite cada vez más rica, más pequeña y disgregada del resto de los mortales, dado que la creciente inequidad a nivel mundial es notoria y está generando una alta conflictividad y pérdida de confianza en los sistemas políticos democráticos. Así, como se observa en el informe sobre la desigualdad global de 2022 ³, el 10% más rico de la población mundial tiene el 76% de toda la riqueza.
Quizá cabe preguntarse ¿hasta qué punto llegará la voracidad por consumir experiencias límites? Supongo que, hasta el infinito y más allá, porque la naturaleza humana siempre estará ávida de expandir sus límites. ¿Esto es bueno o malo? No lo sé, hay muchos argumentos en contra del “turismo vip”. Lo tildan de obsceno, un despilfarro de millonarios que buscan saciar su sed de entretenimiento. Y, en contraposición, hay quiénes consideran que estas iniciativas podrían ser un vehículo beneficioso con valor científico en un futuro.
En suma, son aventuras muy riesgosas (los participantes son conscientes de ello). Y llámese Titán, Falcon 9 o New Shepard, los responsables de estas naves deben ser muy prudentes y reducir al mínimo los riesgos.
1. OMT. El turismo va camino a recuperar los niveles prepandémicos en algunas regiones en 2023.
2. Andrés Oppenheimer ¡Crear o Morir! P.185 Debate. 2014. Buenos Aires.
3. Reporte sobre la desigualdad mundial. World Inequality Lab. 2022. París.