Vino, ganó la interna, voto flojo en la nacional, ganó con la multicolor, gobernó y se fue. Esa podría ser la breve síntesis de la fugaz estrella de Ernesto Talvi. No tengo registros de un recorrido tan breve en la política nacional.
¿Por qué se fue? Esa sería hoy la gran pregunta. La respuesta siempre será una especulación y nada más. Descartemos: la oposición no lo atacó en absoluto, al contrario. No recibió embates y agresiones públicas y por la prensa casi de ningún tipo. No fue por el fracaso de su breve gestión durante la pandemia, le fue muy bien en lo que se había propuesto, (Greg Mortymer y repatriación), tuvo un alto nivel de respaldo público y después se fue. O lo fueron.
Una noche cualquiera le anunció al Presidente que se quería ir sin fecha fija, pero que no sería el Canciller por mucho tiempo. Conocimos la información por una filtración a la prensa de una reunión entre dos personas...Después anunció en cancillería, con toda la pompa y pocos funcionarios su plan .5 de relaciones exteriores. Manejó informalmente que se mantendría hasta fin de año y sorpresa lo bajaron de un talerazo y asumió a los pocos días un nuevo Ministro de Relaciones Exteriores. Diplomático de carrera y amigo cercano del presidente Luis Lacalle Pou pero también de Tabaré Vázquez y José Mujica, pero por otras razones, es blanco desde siempre. Francisco Bustillo.
Talvi quedó meditando si se incorporaba al Senado o dirigía su grupo Ciudadanos, también de fugaz duración, desde otra posición política sin cargo. Duró muy poco, el domingo 26 de julio renunció a todo. La política no era para él. Lo dijo claro y redondo.
Y en esa definición está todo el secreto. Talvi esperaba otra cosa, una rutilante carrera hacia la Presidencia de la República o nada. Y fue nada. No se adaptó a las tensiones, las zancadillas internas a su partido (zancadillas....? ) y dentro del gobierno su naufragio evidente de co-gobernar como socio mayor de la Coalición, las emboscadas y litigios dentro del Ministerio de Relaciones Exteriores con diversos jerarcas, incluso los más cercanos y cercanas. Y pegó el portazo y se vuelve a su ambiente, a su hábitat.
¿Qué dejó el cometa? Comencemos por los más cercanos, sus votantes y dirigentes: perplejidad, dudas y frustración. Un proyecto notoriamente fracasado de renovar el Partido Colorado (a mí me llevó mucho más tiempo llegar a esa conclusión con otro partido..); el triunfo pírrico del otro sector del Partido Colorado que ahora tiene mucho más despejado el panorama interno pero, también mucho más reducido el propio partido, cada día más replegado en una sola corriente. El pasado.
Cabildo Abierto frotándose las manos, porque en medio de sus propias dificultades por la resistencia a la militarización forzada del mando, se le abren posibilidades nuevas y se debilita el sistema tradicional de los partidos uruguayos.
El gobierno y el Partido Nacional en la superficie, en las apariencias se le aplanó la ruta y se sacaron de arriba un personaje molesto, con pretensiones excesivas y demasiadas opiniones propias y monocolores, pero si miran un poco más a fondo, verán que la capacidad colectiva de disputar voluntades, opiniones, cultura política diversa pero de centro derecha se les voló y no hay nadie a la vista para ocupar ese espacio. Dócil, dispuesto a ser fiel seguidor, sin grandes aspiraciones y dispuesto a tirar del carro en silencio no se encuentran muchos candidatos. Es pan para ahora y hambre para mañana, se les cerró una boca importante. Pero falta bastante tiempo...
Para el Frente Amplio, todos reconocimientos, delicadeza, comprensión hacia el renunciante, sabiendo que es la imagen necesaria para no hacer de la política un circo demasiado irritante y desprestigiado y que esa fugacidad les conviene.
Para la política uruguaya, una paginita breve, intensa y terminada, que por otro lado no prestigia por cierto su situación actual, ni por los hechos ni por las especulaciones, que son muchas, ninguna de ellas generosa.
Para la prensa, una oportunidad impagable de salirse de la pandemia y los delitos diarios que han vuelto a ocupar amplios espacios y retomar algo de política.
Para los politólogos, comentaristas, etc. - me incluyo- la necesidad de hacer interpretaciones de las más diversas e ingeniosas y de construir explicaciones con variada imaginación.
Para la dura realidad: no era el oficio de Talvi, nunca la fue, y apenas se tuvo que bajar de la nube de ilusiones que se había construido, incluyendo la posibilidad de tener cierta autonomía y creatividad en la política de relaciones exteriores, se enfrentó a la dura realidad: volver a lo suyo.
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