Hay un rasgo del extinto ex presidente de la república Tabaré Vázquez del que casi no se habló o escribió en estos días, en los que tantos espacios ocupó su personalidad y su obra. Es de las cosas más importantes que aportó al país y a la genética de la izquierda.
La primera, la más importante y a la que si se le dedicó algo de atención: completó el ciclo democrático con total naturalidad y normalidad: la transición. El pasaje de la banda presidencial a Luis Lacalle Pou, es posible que no llamara la atención de muchos, pero para la historia de la izquierda, en particular en América Latina, fue no solo un gesto institucional, sino una profunda lección democrática, realizada con hidalguía y profundo sentido republicano. Ya no hay manera de volver atrás, ni en la más alocada teoría disfrazada de izquierda, ni en el futuro institucional del Uruguay. Fue uno de los hechos, que por su naturalidad, impactó fuertemente en la imagen nacional. Eso sí que se puede gritar que es solidez institucional.
"Para que no se pueda abusar del poder, es preciso que el poder detenga al poder" escribía Montesquieu. Y el poder no solo no abusó, sino que aseguró su pleno control y su traspaso.
Pero hay otros rasgos menos atendidos y también de fundamental importancia porque expresan tres condiciones diferentes, capacidad de autocrítica en la práctica y en temas claves; un profundo sentido del Estado y de la nación y, mucha inteligencia. Son varios, veamos los principales.
El Frente Amplio se había opuesto con fuerza, a todos los niveles y sin diferencias internas a la construcción de las plantas de celulosa de BOTNIA y de ENCE en la ribera del río Uruguay. Y la batalla más dura, difícil y peligrosa del gobierno de Vázquez fue asegurar que se terminara la obra de BOTNIA, enfrentando la beligerancia de los gobiernos Kirchner en la Argentina, la lavada de manos olímpica de Lula en Brasil, la inoperancia de los organismos internacionales, la estupidez y parcialidad de Greenpeace - que desapareció súbitamente... - y la ferocidad de los piqueteros que con el apoyo del gobierno nacional argentino durante tres años nos bloquearon las carreteras. Todavía está todo muy fresco. A ello se sumó un pleito ante la Corte Internacional de La Haya, que laudó a favor de Uruguay.
En esos hechos, que concitaron el apoyo de la mayoría abrumadora del Uruguay y también que algunos "genios" opositores utilizaran para recordar la posición anterior del FA, resumen esas tres virtudes, incluso la capacidad de, sobriamente darle una "épica" a esa resistencia, a ese apego a los tratados internacionales y a los compromisos asumidos por el país antes de asumir el gobierno. Vázquez no se equivocó en un tema central. Un retroceso en esa obra hubiera representado una derrota política nacional, una humillación ante Argentina y renunciar a nuestra soberanía. Además lo hizo con inteligencia, lo transformó en uno de sus grandes méritos. Sin tratar de sacarle migajas a sus antecesores.
Otro hecho similar fue la construcción del Aeropuerto Internacional de Carrasco. El Frente Amplio votó y habló fuerte y en contra de esta iniciativa en el parlamento y ante la opinión pública. Vázquez en el gobierno, se transformó en un impulsor seguro, confiable de esta gran obra por la cual pasamos de tener un galpón ampliado como principal aeropuerto internacional, a una de las más lindas y funcionales terminales áreas del mundo, según reconocen las principales publicaciones especializadas y todos los que hemos viajado alguna vez.
Una vez más confirmó la característica institucional dominante en el Uruguay. E invitó a su inauguración a los presidentes anteriores y en particular a Jorge Batlle. Y no se puso a discutir y a cuestionar si el acuerdo firmado originalmente tenía defectos o virtudes. Fue otra de las grandes obras nacionales y en la nueva ley de concesión de los aeropuertos votaron juntos recientemente el Partido Nacional, el Frente Amplio y un sector del Partido Colorado.
Un tercer ejemplo fue el puerto de Montevideo, el único puerto verdaderamente de aguas profundas del país. El FA se había opuesto a la ley de puertos, con firmeza y argumentos. Pero llegado al gobierno el Dr. Vázquez, se construyó y se hizo operativa la Terminal de Contenedores que cambió radicalmente la logística nacional y no solo portuaria, pero también se dio fuerte impulso al uso de los muelles públicos y a una auténtica política nacional de puertos. Otro ejemplo de inteligencia y profundo sentido de lo que Yamandú Orsi llama la "acumulación positiva" sin la cual las naciones nunca podrían progresar.
Creo que esos son los tres ejemplos de grandes obras que Vázquez llevó adelante, concretó y además capitalizó, sin negar que originalmente nos habíamos opuesto. Una cosa es declarar y otra cosa es hacer y, además enfrentar todas las consecuencias, como se hizo por ejemplo con las plantas de celulosa.
También fue inteligente como manejó el cambio de ENCE de la costa del río Uruguay al río de la Plata con la planta de Montes del Plata en Conchillas. Cuya construcción se anunció en Buenos Aires y el gobierno uruguayo dio muestras de una gran inteligencia nuevamente.
Vázquez mantuvo su sobriedad y capacidad de aguante cuando el insultante discurso en la asunción de Cristina Kirchner. Y todos sabemos que tenía lo necesario para reaccionar duramente. Lo importante eran los hechos y las dos plantas estaban funcionando y en construcción y del otro lado había solo palabras necias y nada más. Hoy ellos exportan troncos...y en Uruguay la celulosa es el segundo rubro de exportación y con UPM 2 pasará a ser el primero.
Vázquez ganó las elecciones del 2004 con el 51% de los votos válidos, asumió con un 60% de apoyo y culminó su gestión en el 2009 con el 73% de apoyo, el índice más alto de la historia desde que existen mediciones de opinión pública. Y eso fue clave para que el FA volviera a ganar las elecciones y con mayoría absoluta en el 2009 y estos cuatro elementos jugaron un papel muy importante en su prestigio, junto a las grandes reformas y el Plan Ceibal.
La inteligencia, el sentido nacional y del estado por encima incluso de cualquier error anterior y la firmeza son virtudes siempre apreciadas por la gente. No por los fanáticos de cualquier color.
Esos rasgos de determinación y audacia faltaron notoriamente en el segundo gobierno de Vázquez y la continuidad es fundamental.
Para que exista un Proyecto Nacional, hay algo siempre imprescindible: las grandes obras. Nunca hubo grandes gobiernos, de esos que marcaron el rumbo de un país sin la épica y la ética de grandes obras. En estos momentos estamos ante una de esas encrucijadas: la tercera planta de celulosa, para industrializar otros 11 millones de toneladas anuales de eucaliptus transformados en más de 2 millones de toneladas de celulosa, la construcción de una infraestructura ferroviaria, el Ferrocarril Central que cambiará las capacidades productivas y logísticas de todo el centro del país; un puerto especializado en celulosa en Montevideo y un cambio radical en los accesos al puerto. En su conjunto la mayor inversión productiva y de cualquier tipo en la historia nacional. Eso puede tener su propia épica, por las obras y sobre todo por los resultados finales y también por las señales al mundo.
Un ejemplo muy actual, vaya si se discutió y polemizó contra el Sistema Nacional Integrado de Salud. El actual gobierno desde la presidencia, el ministerio de Salud Pública y ASSE, lo han utilizado como una herramienta fundamental en la lucha contra la pandemia. Y sus profesionales y su esfuerzo denodado forman parte de la mejor épica pacífica del Uruguay.