Reconozco que ya no puedo hacer lo mismo que hacía antes: recorrer y reunirme en los diversos barrios de Montevideo. No me da el cuero. Pero tuve la suerte mantener una conversación con un distribuidor de chacinados que, a diario, visita a sus clientes de diferente porte, medianos y pequeños, y en la zona metropolitana, pero principalmente en la capital.
Es un buen observador, atento, sensible y con experiencia.
La primera observación que me hizo fue la notoria concentración de empresas. No solo en las grandes superficies, que reciben beneficios del Estado y de los propios proveedores, sino la compra de medianos e incluso pequeños comercios de forma permanente, por capitales extranjeros y en algún caso, nacionales. Les ofrecen una suma relativamente tentadora, de acuerdo a su tamaño y sus ventas y además un pequeño porcentaje de las ventas brutas. Y avanzan a tambor batiente.
Eso no solo afecta la competencia con los que siguen siendo empresas familiares, sino que está dinamitando el espíritu empresarial de mucha gente que construyó ladrillo a ladrillo, paso a paso su empresa, sus clientes y sus propias capacidades como empresario. El tejido empresarial de las pequeñas y medianas empresas comerciales se está debilitando notoriamente.
Aunque hay gente que se resiste y combate su batalla diaria por mantener su empresa, de la que no solo vive él y su familia, sino que levantó con esfuerzo y de la que está orgulloso. Hay todavía gente que no se entrega.
El segundo aspecto que se destaca mucho más que antes, es el crédito, todo el mundo paga con cheques diferidos y si no pueden cubrir esa necesidad de los clientes cambian de proveedor. Los grandes pagan sus compras a dos y tres meses de plazo, con lo cual sus proveedores son sus principales financiadores, las góndolas están llenas de créditos otorgados por productores y distribuidores, eso se ha extendido a otro nivel a la inmensa mayoría de los clientes, lo que hace que además de distribuidores se vayan transformando en una pequeña o mediana empresa financiera. Con los costos y los riesgos que eso implica.
Entre el millón de uruguayos que están inscriptos en el Clearing de morosos y dentro de ellos, los 630 mil considerados incobrables por el Banco Central, hay miles de micro, pequeñas y medianas empresas. Y es una cadena, esa situación impacta en la distribución y en la producción. Y en la calle se siente, todos los días y a la hora de terminar el reparto y hacer las cuentas, todavía más.
Cómo se siente la baja del consumo, es el otro extremo de la caída de los salarios y jubilaciones y el aumento de los precios, natural, inevitable, unánime, la gente compra menos y eso también impacta en toda la cadena.
La suma, el resumen de toda esta involución negativa se resume en el crédito, en las fuentes de financiación, sin capacidad de dar crédito no hay negocio, no hay ventas, no hay clientes y eso empuja a que agotadas en algunos casos las fuentes “tradicionales” y “formales” de acceso al crédito, se recurre al “otro” crédito, a los prestamistas privados con intereses imposibles, con garantías de los vehículos o cualquier otro bien, inclusive las propias casas, peor aún, cuando se llega a la red del dinero “negro” que cualquiera con muy poca imaginación puede suponer de donde sale ese dinero.
Es dinero negro, pero viene de pastas blancas y hierbas, que necesitan lavarlo, y que produzca ganancias. Reparten masivamente en los barrios tarjetitas con números de celulares ofreciendo créditos más baratos que las empresas financieras y mucho más barato que los prestamistas y descontadores de cheques. ¿Por qué pueden ofrecer esos intereses? Muy simple, porque una de las claves del crédito es el riesgo, el riesgo de no cobrar el préstamo, y los “lavadores” han disminuido radicalmente ese riesgo.
El cobro se hace a domicilio, no hay un local donde pagar las cuotas y el atraso se paga con amenazas concretas y feroces y luego el corte de dedos, tiros en diversas partes del cuerpo y al final, el asesinato para punir y para recordarles a todos los deudores cuál es su futuro si no cumplen con sus cuotas. En este caso la experiencia la tengo de diversas fuentes y de un muchacho en que unos colombianos lo primero que hicieron, además de amenazarlo a él y la familia, fue balearle la casa. El costo suplementario de estas “empresas” de lavandería, son las balas y los sicarios. Y mueven millones y ganan millones extra con el dinero de las drogas.
Si alguien tiene dudas que consulte la prensa y verá que la mayoría de los ingresos en las emergencias de los hospitales públicos es por ese tipo de heridas, que no son denunciadas a la policía.
Recorriendo barrios, parando en muchas calles de los barrios periféricos de Montevideo y ciudades de Canelones, no solo se ve, se conoce la vida comercial, sino la trama social del barrio y la cantidad de jóvenes parados en las esquinas, sin hacer nada, o tomando y fumando pero sin la menor intención de trabajar o de buscar empleo, ha ido creciendo en forma visible.
Grupitos que, además, le piden plata a los que regresan del trabajo y no de la mejor manera posible y, en esos grupitos de muchachos, el clima para reclutar gente para las redes del delito, desde lo más elemental, llevar paquetitos, hacer de campana en una boca de pasta base, cobrar deudas y pasar luego a otros niveles de exigencia armada y criminal, es notoria y visible. No tienen mucho pudor ni cuidado. Mucha gente lo sabe.
Las cárceles han superado las 14 mil personas, la gran mayoría son jóvenes y pobres, no hace falta un estudio o una encuesta para conocer esta situación e interpretarla, lo mismo sucede con los asesinados y los asesinos. Son jóvenes y pobres.
Cuando la gente manifiesta en un barrio, rompe el miedo y se arriesga con carteles y dando la cara es porque la situación se ha desbordado, ya no soportan vivir siempre con miedo, de ir a trabajar a la mañana, o que sus hijos caigan en esas redes, sus casas sean baleadas en un enfrentamiento entre bandas, que utilizan con creciente frecuencia, armas automáticas, es decir que disparan ráfagas.
Estoy seguro que al leer esta crónica, completa o parcialmente, las focas del poder saldrán a recordar que la situación no surgió con este gobierno, que hay que proponer soluciones o en los peores casos insultar, o negar directamente la situación, aunque la pueden ver todos los días en los informativos.
La situación de las cadenas comerciales medianas, pequeñas y micro también la pueden comprobar fácilmente, porque además se suma la inseguridad y sus costos de todo tipo.
Lo más peligroso es que el gobierno, el Ministerio de Interior se ha prendido de un relato, de un grupo de promesas de campaña electoral y de campaña por la LUC y ha quedado atrapado. Hay que tener un poco más de inteligencia, de modestia y de sensibilidad y animarse a encarar soluciones, políticas integrales, por el conjunto de la sociedad y del mundo político y no encubrirse haciendo pequeñas zancadillas contra opositores para tratar de ocultar decenas de miles de dramas familiares y personales. O siete asesinatos en 30 horas. Al nivel de los peores países de la región.