El pasado lunes, en Madrid, se desarrolló la Cumbre del Clima y la Energía, organizada por la Agencia Internacional de Energía (AIE) y el gobierno de España.
La instancia fue preparatoria de lo que ocurrirá en la COP28 en el mes de diciembre.
Varios ministros, viceministros y directores de energía de todos los continentes hicieron uso de la palabra.
El objetivo de la AIE es alcanzar a nivel global, en 2030, la triplicación de la capacidad instalada de energías renovables y duplicar las metas de eficiencia energética.
Es un objetivo ambicioso, si reparamos en que no se han cumplido aún las metas de los encuentros anteriores.
Instancias como las COP son útiles si se concretan objetivos, inversiones y se afianzan relaciones entre los países.
Si todo queda en declaraciones y bonitos discursos, no sirven.
Por eso, cuando intervine en esta reunión, resalté lo expresado por el director general de COP28, Majid Al Suwaidi, quien señaló que éste debe ser un encuentro de la acción, donde podamos llevarnos acciones concretas. Creo que una de las primeras cosas que nos gustaría ocurriera en Dubai, en la COP 28, sería justamente el intercambio de experiencias, en lo que tiene que ver con el manejo de nuestras renovables y sobre todo con el manejo de la eficiencia energética. ¿Cuáles son las mejores prácticas? ¿Cuáles las lecciones aprendidas?
Pero para llegar a profundizar en eficiencia energética, es necesario antes asegurar ciertas necesidades energéticas básicas, como el acceso a la energía, asegurar el suministro y que ese suministro sea generado de manera limpia.
Son muchos los países que aún no han podido cubrir esas tres necesidades.
En el caso de Uruguay los tenemos satisfechos. Para 2025 estará cubierta la demanda de electrificación rural, que está por debajo de los mil hogares.
Tenemos asegurado el suministro de los energéticos y la generación eléctrica está por encima del 90 % a partir de fuentes renovables, a pesar de la sequía que nos afecta desde hace cuatro años.
Con esta situación, desde el inicio de esta administración, nos hemos propuesto como desafío la descarbonización. Para nosotros es muy importante lo que podamos hacer en términos de transporte, en términos de industria y en términos de eficiencia energética. Y la eficiencia energética, que la propia AIE en el encuentro del mes de junio catalogaba como primer combustible, tomando esa definición, que había hecho el G7 unos días antes.
Nosotros tomamos esa definición y creemos que la eficiencia energética debe ser tratada como un recurso más, así como es la energía hidráulica, la energía eólica, como es la solar. A la eficiencia energética se le debe dar esa importancia y debe ser tratada así.
Lo que ocurre es, que a diferencia de las otras, la eficiencia energética resulta intangible. Cuando alguien quiere saber sobre una planta hidráulica, va y la visita, o de una granja solar o un parque eólico. La eficiencia energética puede ser algo intangible, pero ¿cómo la hacemos tangible? Construyendo un puente para que la población, las familias, las empresas, y las industrias vean la ventaja que tiene. Y esa eficiencia energética tiene que llegar a todas las personas, porque la persona tiene que ser el centro de nuestras actividades y desarrollo de políticas públicas.
El desafío es cómo le llegamos con esas políticas públicas.
Nosotros entendemos que tenemos que llegar con legislación, con una política adecuada y, obviamente con el financiamiento que requiere. Por supuesto, como se ha venido diciendo en las últimas intervenciones, todos los desafíos que implica para el empleo, pero que también requiere apoyo en lo que tiene que ver con esa licencia social que se necesita de las comunidades, aún para la generación de las energías renovables. Entonces, además del empleo que las energías renovables puedan generar, tenemos que generar también conciencia y cambios de hábitos en la población, de manera que puedan internalizar que ese cambio cultural que requiere la eficiencia energética.
En Uruguay estamos también en un camino muy importante en lo que tiene que ver con el hidrógeno verde. Y allí vamos a necesitar muchísima más inversión de la que tenemos. Tenemos una hoja de ruta al 2040 donde hay que cuadruplicar la potencia instalada que tiene nuestro país. Pero eso también necesita de un cambio cultural y que la población pueda aceptar esa nueva generación que va a multiplicar por cuatro la generación que tenemos hoy.
Para eso, entonces, los fondos de inversión no solamente tienen que estar puestos en la energía, en las máquinas, en los recursos, sino también en campañas de sensibilización con la población para que se pueda comunicar las ventajas que esto tiene. Para este punto, en particular el de la inversión, necesitamos en nuestra región acceder a créditos más baratos para inversiones que sean para proyectos limpios.
Es esperable entonces que encuentros como la COP28 sean un hito para lograr bajar esos costos de financiamiento para energías limpias. Y, además, que no queden excluidos algunos países que por tener una renta media no somos nominados para acceder a determinados préstamos. Esto también es un planteo que nos gustaría que se trabajara en la COP28, es decir, que los países que tenemos cubierto el acceso, que tenemos el suministro, que tenemos las energías renovables, que también podamos captar inversiones en ese sentido, y que podamos en todo caso ayudar a quienes todavía están en un camino en el cual tienen que asegurar lo anterior.
Así que de la COP28 también esperamos eso, que pueda haber una redirección de fondos para nuestra región y buscar la forma en la cual podamos llevar adelante nuestras buenas prácticas, para cooperar con países que no lo han logrado.
Si no tenemos avances en estas cosas, difícilmente podamos tener éxito en las ambiciones de acelerar los objetivos propuestos.