Por Alberto Pacheco Capella*.
“La contaminación atmosférica, vinculada a unos 7 millones de muertes prematuras al año, se ha convertido en uno de los mayores riesgos medioambientales para la salud de nuestro tiempo” (OMS 2022). Es un enemigo silencioso, sin fronteras, que afecta la salud humana y nuestro planeta, que sufre sus consecuencias, resultando en un impacto negativo en los ecosistemas. La interconexión entre la contaminación del aire y el calentamiento global es innegable, ya que comparten fuentes comunes como lo son de gases de efecto invernadero, y tomar acciones para controlarlas no solo mejora la calidad del aire, sino que también mitiga el cambio climático.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 99% de la población mundial vive en lugares donde los niveles de contaminación exceden los estándares de calidad del aire recomendados. Una cifra que apenas ya despierta alguna sorpresa. Datos del Banco Mundial advierten que cada año la contaminación del aire le cuesta a la economía mundial más de US$ 5 billones en costos de asistencia social y US$ 225 mil millones en ingresos perdidos.
La contaminación del aire no nos afecta a todos por igual. Por ejemplo, en los hogares, el uso de combustibles sólidos para cocinar alimentos o calentar afecta de manera particular a mujeres y niños, debido a los roles tradicionales que desempeñan en muchas culturas. Esta desigualdad se refleja globalmente, ya que afecta de forma desproporcionada a personas de bajos ingresos. Las áreas urbanas densamente pobladas y los suburbios congestionados son puntos críticos. Análisis de la Organización Mundial de la Salud dicen que el 97% de las ciudades en países de ingresos bajos y medios con más de 100.000 habitantes no cumplen con los estándares mínimos de calidad del aire.
En América Latina y el Caribe, se han logrado avances en la adopción de incentivos o políticas que promuevan la producción más limpia, la eficiencia energética o la reducción de la contaminación para las industrias, lo que es alentador. En 2020, se encontró que 21 países tienen instrumentos legales que incluyen estándares de calidad del aire. Sin embargo, aún existen desafíos en áreas en crecimiento que no cuentan con un marco para prevenir y reducir la contaminación del aire o la capacidad para implementar y hacer cumplir los planes y regulaciones existentes.
Es fundamental un esfuerzo global. La creación de la Red Intergubernamental sobre Contaminación Atmosférica de América Latina y el Caribe, es un paso en la dirección correcta, ya que promueve el intercambio de información y la adopción de planes de acción regionales.
Además, actividades como el Plan de acción regional de calidad del aire 2022-2025, campañas internacionales como BreatheLife y el Día Internacional del Aire Limpio por un cielo azul, son esenciales para continuar impulsando la acción.
En 2023, los estados miembros de las Naciones Unidas declararon el acceso a un medio ambiente limpio, saludable y sostenible como un derecho humano universal, subrayando la importancia de abordar la contaminación atmosférica de manera más activa. Paralelamente a las políticas gubernamentales, necesitamos un cambio cultural profundo y la participación de todos los ciudadanos, sin olvidar el papel crucial de la educación y de la conciencia pública sobre los peligros de la contaminación atmosférica. Disminuir la contaminación del aire puede traer importantes beneficios para las economías, la salud humana y el clima.
Desde el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, trabajamos para apoyar la transición hacia un aire más limpio, inspirando a personas y líderes urbanos a actuar, fortaleciendo leyes e instituciones y promoviendo el desarrollo de tecnologías asequibles para monitorear la calidad del aire.
Necesitamos que todos actúen, desde el campo del medio ambiente, de la salud, de la energía, del transporte, de la industria y la agricultura, así como los sectores privados y los académicos para desarrollar estrategias, planes de acción y marcos regulatorios de calidad del aire nacional y subnacional. Solo de esta manera aseguraremos que nuestro derecho a un aire limpio se pueda cumplir.
* Alberto Pacheco Capella, representante para países del Cono Sur de América Latina, Programa ONU para el Medio Ambiente.