El trabajo de hombres y mujeres se mide en el tiempo que consumimos de vida, lo más importante que tenemos, a cambio de recibir un salario por ello. El precio del trabajo para todos los seres humanos es bastante alto, pues está ligado a lo único que poseemos y que sabemos es un regalo que se nos va a acabar: la vida.
Y la vida en este plano es una sola. Por eso no vale jugar con el esfuerzo de trabajadores que durante años han aportado a un régimen de seguridad social y que en el medio del camino venga alguien a cambiar esas reglas de juego.
Por ello resolví adherirme a la campaña de recolección de firmas para llevar a plebiscito una nueva reforma de la seguridad social que baje a 60 años la edad mínima de retiro.
Lo primero de todo es que creo firmemente en la democracia de nuestro país y en la forma que los uruguayos nos hemos dado de resolver nuestros temas más relevantes: con mecanismos de democracia directa. Entonces, ¿Cómo oponerse a la gesta ciudadana de que sean los involucrados quienes decidan lo que querrán para su futuro? ¿Por qué o bajo qué criterio habríamos de negar la posibilidad de que sea la ciudadanía la que termine zanjando este tema tan importante?
Es por ello que adhiero a la recolección de firmas impulsada por el Pit-Cnt.
Por eso apoyamos la recolección de firmas para generar una consulta popular para modificar el artículo 67 de la Constitución de la República, en el sentido de garantizar el derecho a la causal jubilatoria común desde los 60 años y 30 años de servicio y que ninguna jubilación o pensión sea menor al valor del salario mínimo nacional.
Es necesario habilitar que sea la ciudadanía quien defina el rumbo que debe tener la seguridad social. Aquí no hay dos lecturas y no hay temor a quedar en minoría: Estamos convencidos de que es necesario dar la discusión.
En nuestras recorridas permanentes por el territorio nacional son cientos y cientos de jubilados que se nos acercan a señalarnos que con la jubilación no les alcanza para nada, en especial el componente de las AFAP. La jubilación promedio que hoy pagan las AFAP es de $ 7.000, pese a que administran fondos equivalentes al 30% del Producto Interno Bruto (PIB) de Uruguay. Rompe los ojos y no tiene relación alguna la rentabilidad que tienen las AFAP, lo que representan dentro del PIB y las inversiones que realizan, con el beneficio que tiene el trabajador. Acá alguien se está llevando estos beneficios y no son precisamente los dueños del capital, que son los trabajadores.
El escándalo no termina allí. Además de que esta reforma que aprobó el oficialismo extienda la edad de jubilación, no modifica en nada el grave hecho de que hoy el Banco de Previsión Social está pagando dos veces y medio más que las AFAP con una rentabilidad bastante menor.
Por nuestros jubilados, por nuestros trabajadores que dejan todo en la cancha para hacer mover el país y, especialmente, porque no olvidamos el derecho a vivir en dignidad, dejemos las calculadoras políticas de lado y dejemos que sea el pueblo quien decida.