Contenido creado por Gonzalo Charquero
Alejandro Andrada

Escribe Alejandro Andrada

Opinión | Pernety y los misterios de la Ciudad Vieja

Hacer cosas que la gente no pidió y que en lugar de aplausos generan rechazo, no parece tener mucho sentido.

09.06.2023 13:47

Lectura: 8'

2023-06-09T13:47:00-03:00
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Antoine-Joseph Pernety fue un monje benedictino francés que integró algunas sociedades secretas, escribió obras referenciales de la tradición hermética, y fundó la logia de los Illuminati de Mont-Thabor.

En 1764, siendo capellán de fragata arribó a Montevideo y permaneció durante algunas semanas. En su libro “Historia de un Viaje a las Islas Malvinas”, escribió “Sobre las leyes, costumbres y hábitos de Montevideo”, inmortalizando así algunas características de nuestra idiosincrasia local. También dibujó uno de los primeros planos que se conocen de la novel ciudad.

A más de dos siglos y medio de su llegada, bajo el nombre de “Late Ciudad Vieja”, nuevas inspiraciones descienden desde el Palacio Municipal buscando transmutar el casco histórico de la capital, en oro.

¡Late Ciudad Vieja!

Peatonal Sarandí esquina Colón. Foto: Alejandro Andrada

Peatonal Sarandí esquina Colón. Foto: Alejandro Andrada

El 31 de agosto de 2021, la Intendenta de Montevideo Carolina Cosse anunció un nuevo plan para la Ciudad Vieja. Ensanche de veredas, creación de espacios públicos, cambios en el transporte, préstamos para arreglar viviendas, recuperación de edificios históricos y huertas comunitarias, conformaban la iniciativa a desarrollar junto a la Facultad de Arquitectura (FADU) de la Universidad de la República. Según lo anunciado, el proceso iniciaría escuchando a los vecinos del lugar y al Concejo Vecinal.

En mayo de 2023, luego de 21 ciclos lunares, comenzaron las obras, aparentemente sin cambios mayores respecto a la propuesta de 2021.

Enigmas

Cartel de convocatoria a asamblea vecinal. Foto: Alejandro Andrada

Cartel de convocatoria a asamblea vecinal. Foto: Alejandro Andrada

La Ciudad Vieja tiene connotaciones mágicas. Sus edificaciones invitan a reflexionar sobre la fragilidad de la creación humana, el paso del tiempo y lo efímero de nuestra existencia.

En su territorio viven 12.000 personas y a diario transitan más de 40.000. No es como muchos dicen un lugar sombrío, en estado de decadencia, es más bien una tierra llena de contrastes, de diversidad y de un altísimo potencial comercial, turístico y cultural, pero antes que todo eso es un barrio.

Entre turistas, visitantes y yuppies, coexisten los vecinos del barrio. Con ellos compartí algunas charlas y recorridas. En su mayoría desconocían los alcances de estas obras. Habían visto algo por la tele, pero no sabían de qué se trataba exactamente. Aunque hubo, no se enteraron de ninguna convocatoria para participar del proceso de discusión.

Dualismo

Carteles en Plaza Matriz. Foto: Alejandro Andrada

Carteles en Plaza Matriz. Foto: Alejandro Andrada

Entre la Intendencia de Montevideo (IM) y muchos vecinos hay un misterioso problema de comunicación. Cuando la IM dice “ensanche de veredas”, los vecinos interpretan “achique de calles”. Cuando dice “mejoras en la transitabilidad”, entienden “más dificultades para circular en auto”. Cuando dice “promover el uso del espacio público”, entienden “más gente viviendo en la calle, frente a sus casas”. Y cuando dicen “en diálogo con los vecinos” significa que “invitaron a la barra de siempre”.

Rechazos

El presidente de la Cámara de Comercio y Servicios, Daniel Sapelli, la Comisión de Patrimonio y algunos colectivos de vecinos mostraron su preocupación ante las obras proyectadas.

Actualmente se están llevando a cabo asambleas vecinales autoconvocadas para debatir los cambios en marcha. Muchos sienten que se les está imponiendo algo que no pidieron y que entienden innecesario.

Las prioridades de los vecinos son otras. Me hablaron de problemas de seguridad, aumento de la indigencia, problemas de limpieza, de iluminación, falta de estacionamiento, retiro de “las papeleras que colocó Martínez” , falta de contenedores para la basura y mantenimiento de espacios públicos.

Personalmente pude comprobar el deterioro en varias plazas, en edificios históricos, en la Escollera Sarandí, en la zona del Dique Mauá y en la peatonal Pérez Castellanos.

Aunque resulte curioso, un estudio del año 2010 recoge exactamente las mismas problemáticas, y 13 años después muchos problemas siguen sin resolverse.

En su cuenta de Instagram, el grupo de vecinos “Comisión Derecho a la Ciudad” denuncia falta de información por parte de la Intendencia, secretismo, ausencia de instancias de participación real, “especulación inmobiliaria y mercantilización del barrio”. También alertan sobre la entrega del edificio del Club Neptuno a una transnacional para construir cuatro torres, la pérdida de un sector de la Plaza de Deportes N° 1 y la apertura de una calle.

Resistencia

Si bien en 2021 el director de Planificación de la IM, Luis Oreggioni, manifestó su disposición al diálogo y a efectuar “ajustes en los planes en caso de ser necesario”, en recientes apariciones afirmó que a pesar de las críticas, la IM “en ejercicio de sus potestades” continuará con el proyecto, y así lo está haciendo. Cosse también dijo, en declaraciones, que las opiniones contrarias que puedan tener terceros, no son vinculantes.

Historia

Desde los años 40' y hasta los 80', la Ciudad Vieja atravesó un creciente proceso de segregación, aumento de las problemáticas sociales y pérdida de edificios de valor patrimonial.

A partir de los 90', el desarrollo de centralidades alternativas y la interacción de diversos factores provocó un éxodo de oficinas hacia Buceo y otras áreas costeras, tendencia que continúa hasta el día de hoy.

Sería injusto hablar del período frenteamplista de manera uniforme. Durante las administraciones del arquitecto Mariano Arana y del ingeniero Daniel Martínez se concretaron obras importantes, en lo edilicio, en lo social y en lo cultural. Pero más allá de las acciones positivas que podamos admitir —como la recuperación del Cabildo— hubo conflictos importantes, anuncios de obras que nunca se llevaron a cabo, desalojo de vecinos y proyectos frustrados.

Edificio Humanidades. Foto: Alejandro Andrada

Edificio Humanidades. Foto: Alejandro Andrada

Entre 2008 y 2010 se hicieron como peatonales a calles que no estaban en los planes originales. Se anunció un mega proyecto para el edificio Humanidades, la creación de una escuela de choferes de carruajes que circularían por la Ciudad Vieja y hasta se habló de techar con vidrio la calle Bacacay. Ninguno se concretó.

Por las bicicletas públicas que ya no están se pagaron $15.000.000 (en 2013). Las ciclovías que muy pocos usan costaron $ 4.150.000 (en 2014). Desde 2017 hasta 2022 se habló de la posibilidad de generar una terminal de pasajeros en el Dique Mauá pero no se concretó. En el 2019 se gastaron otros $14.000.000 con los bancos de la Plaza Zabala y así una tras otra. Más adelante se habló de un Ferry que uniría la Ciudad Vieja con el Cerro de Montevideo y hasta de un aerocarril, pero nada de eso se concretó.

Estudios

Entre 2010 y 2011 se realizó una evaluación del Plan Especial de 2003, por parte del Consorcio CSI. El seguimiento mostró que muchas de las recomendaciones realizadas no se adoptaron. Se construyeron obras bajo una interpretación poco ortodoxa de los escritos de los sabios. Prestigiosos arquitectos y urbanistas internacionales participaron de la elaboración del trabajo, entre ellos el arquitecto Federico Bervejillo.

Revitalización

En 2012, durante el mandato de la intendenta Ana Olivera, se comenzó a discutir el Programa de Revitalización de la Ciudad Vieja. Su implementación se retrasó y comenzó tres años más tarde, bajo la administración Martínez.

Las instancias de participación vecinal no han sido convincentes. Parecería que algunos espacios están reservados a determinados grupos, resguardados del mundo profano.

La opinión de los vecinos queda relegada a un segundo plano. Cuando se presentan los proyectos en público, tienen tal estado de desarrollo que es imposible incidir sobre los mismos para generar algún aporte. Ya viene todo cocinado por técnicos que generalmente se encuentran bastante distanciados del sentir de la gente.

La Oficina del Plan Ciudad Vieja creada en 2003 iba en el sentido de generar espacios de encuentros con todos los actores sociales. Fue diseñada para funcionar como una agencia de desarrollo, abarcando aspectos socioculturales, económicos y ambientales, pero lamentablemente se cerró en 2007.

A veces tengo la sensación de que la IM, sabiendo que tiene un buen piso electoral, se siente con licencia para hacer lo que quiera. Otras veces creo que en medio de una contemporaneidad narcisista, técnicos y políticos no escapan a la tentación de querer realizar grandes obras que les generen aprobación social y prestigio, la búsqueda de la inmortalidad tal vez. Más allá de opiniones, hacer cosas que la gente no pidió y que en lugar de aplausos generan rechazo, no parece tener mucho sentido, ni siquiera en términos de marketing.

Nueva mentalidad

Los cambios sociales producidos por la tecnología también conllevan un cambio de mentalidad. No somos los mismos de antes. Muchos ciudadanos nos resistimos a ser meros espectadores y demandamos un gobierno interactivo, donde podamos participar y sobre todo decidir.

Nuestro país debe avanzar hacia modelos de gobierno más inclusivos, más representativos, ágiles y plurales. Las autoridades, en lugar de imponer su voluntad al pueblo, amparadas en el legítimo derecho a gobernar, deberían construir desde abajo, en función de los intereses de la comunidad.

Revitalizar la Ciudad Vieja es mucho más que recuperar edificios antiguos o ensanchar veredas. Dinamizar un distrito de tales características, requiere de una estructura institucional estable, que permita el trabajo a largo plazo, que ponga los proyectos estratégicos al resguardo de las visiones particulares de los políticos de turno y en particular de sus caprichos.


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