Si bien llevo 20 años como publicista y creativo en distintas áreas, tengo toda una vida como hincha de Uruguay. Y a lo largo de ambas trayectorias, veo que muchas cosas de la publicidad se corresponden con la vida misma.
Esto es un poco obvio, porque la gente es todo, y todo gira en torno a las personas. La publicidad no es la excepción. Así que voy a extraer, un poco de la publicidad y otro poco de la vida, los puntos que considero deberían ser los pilares para el Manual de Alentar.
Es muy fácil opinar, más aún criticar, pero lo más difícil (y valioso) siempre es aportar y construir. Por eso, me parece oportuno dividir este manual en dos capítulos, por un lado los “no” y por otro los “sí”.
Comenzamos con los “no”:
1) No cuantificar. Entiendo perfectamente el orgullo que produce sentirnos una especie de David contra Goliat, más aún siendo un país que vive rodeado de dos gigantes, pero, pensemos por un segundo: si tenemos 3 millones de manos para cubrir nuestro arco (y deberíamos decir “6 millones” dado que la mayoría de las personas tienen dos manos), probablemente no sea suficiente contra 400 millones de pies brasileños pateando. En cantidad no vamos a ganar.
2) No vivir de la historia. Hay una clara tendencia a valorar el presente y mirar el futuro. Así como también a soltar. Si bien la historia no se olvida, es bueno entender que pasaron más de 70 años desde nuestra máxima conquista. Es mucho. Es verdad que no todos los logros son de antaño, y que tenemos algunos laureles cercanos en el tiempo, pero ojo que ya pasaron 10 años y contando.
3) No limitarse a un color. Tiene algo de heroico y épico eso de pintarse la cara, el pecho, y salir corriendo a los gritos. Pero a fin de cuentas, ¿qué es lo que estamos diciendo? Hay una obsesión con pintar todo de celeste (especialmente innecesaria para las marcas) que corre riesgo de limitarnos. “Juega Uruguay, pintemos todo de celeste”. Siempre se dijo que lo de afuera no es lo más importante, y creo que aplica para este caso. Está bien mostrar y alentar los colores de la camiseta. En este pequeño y absurdo manual no estoy sugiriendo que se deje de hacer, solo que no nos limitemos a eso.
4) No hacer cábalas. Por dos motivos. Primero, porque no funcionan (si funcionaran ya hubiéramos salido campeones de todo, todo el tiempo). Salvo que cuente la cantidad de personas realizando la cábala y en ese caso, volvemos al punto 1. Segundo motivo, no sería justo que el desempeño de los futbolistas (que entrenaron toda su vida), así como del cuerpo técnico y demás partes involucradas, dependa por ejemplo de dónde nos sentamos nosotros en el sillón de casa. Muy injusto.
Ahora vamos con los “sí”:
1) Gratitud. Siempre que vemos un partido de Uruguay nos cambia el día. Más allá del campeonato (obvio que un Mundial es lo más importante) y también más allá del resultado, ver un partido se convierte en el evento más importante del día. Me parece mucho, porque hasta donde sé, la mayoría vivimos corriendo con estrés, tratando de ganarle a la semana y buscando algo interesante para ver al finalizar la jornada, entre tanta oferta de contenidos. Tener un partido de Uruguay para ver es tener un montón que agradecer.
2) Pertenencia. A diferencia de lo que pasa en muchos otros países, nosotros no estamos divididos regionalmente. Quizás un poquito. Pero es mínimo comparado con lo que pasa en países más grandes (y algunos no tanto) como las diferencias que hay en Bolivia (La Paz y Santa Cruz), Ecuador (Quito y Guayaquil) o el caso de Catalunya en España. Cuando juega Uruguay, jugamos todos en el mismo cuadro y se nota. Recomiendo ver el spot publicitario de Canal Once Punta del Este que se llama “Uruguay Nomá” y habla de que, a diferencia de las demás selecciones, los jugadores uruguayos no festejan los goles de manera egocéntrica (como señalando su número en la camiseta), sino que gritan “Uruguay Nomá”. Es excelente. La pertenencia se siente, y es un buen motivo para alentar.
3) Sentir. Más allá de todo lo exterior, hay una infinidad de emociones que son inexplicables y muchas veces cuesta expresarlas. Entre ellas se puede identificar el orgullo, la alegría, la rebeldía, la esperanza (canalizada en fútbol pero que seguro viene de otro lado), y muchas otras emociones que merecen ser el gran sí de este pequeño manual para alentar.
Creo que por ahí podríamos repensar la manera de alentar. Y, si no, no pasa nada. A fin de cuentas, es solo un partido de fútbol. Pero queremos ganar.
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