Parece que los uruguayos encontramos en la creación de ministerios, soluciones a los grandes problemas que enfrenta el país.
Porque el artículo 26 de la Constitución no se cumple y los presos están a años luz de rehabilitarse; porque la justicia navega entre expedientes de condenas, de indemnizaciones y de compras de resmas para los juzgados, entonces se levantan las voces que señalan que esos problemas se arreglan con un Ministerio de Justicia.
Algunos de mi partido han salido a proponerlo en nombre de toda la colectividad, aunque la iniciativa no se ha considerado ni en la Convención, ni en el Comité Ejecutivo, ni tuvo una línea en el último programa partidario. La situación parece obedecer más al interés particular de alguno, que a una decisión institucional orgánica.
Lo mismo ha ocurrido con otros temas. Un día se creó un Ministerio de Ambiente, partiendo otro que se había creado para solucionar los temas de la vivienda y el ordenamiento territorial.
Y 15 años antes se creó otro, el Mides, para atender una emergencia social real, producto de la brutal crisis que vivimos en 2002, y sigue allí, aunque sigamos creciendo a tasas del 5% anual.
Invito a los economistas a responder estas preguntas luego de hacer unos números: ¿Cuál ha sido el presupuesto de funcionamiento de ese ministerio desde su creación? Por otro lado, ¿a cuántas personas ha beneficiado con sus transferencias? ¿A cuántas personas más podría haber asistido o a cuántas les podría haber mejorado sus prestaciones, utilizando esos gastos de funcionamiento?
Porque antes del 2005, este país tuvo su malla de contención social, a través de varios institutos, BPS, INDA (doy fe), otro ministerio que ya teníamos, el de Trabajo y Seguridad Social.
Y así podemos seguir repasando carteras.
Voy a discrepar con esa, que parece ser, la opinión mayoritaria. Estoy convencido que las soluciones no se encuentran creando más burocracia. Por el contrario, todo sería más eficiente si se reduce.
Hace mucho tiempo que soy de la idea que deberíamos tener pocos ministerios, menos de la mitad de los que tenemos.
Concentrar la actividad en un gabinete de seis ministerios y pasar el resto de las actividades a direcciones nacionales, no solamente produciría un gran ahorro, sino que ayudaría mucho a mejorar las coordinaciones entre reparticiones.
A saber, deben permanecer como tales en mi opinión los ministerios de Economía y Finanzas, del Interior, de Defensa, de Relaciones Exteriores, de Salud Pública, y en un sexto ministerio de Desarrollo y Producción que agrupe en direcciones nacionales a todos los demás.
Otro beneficio para el desarrollo de la actividad económica, es que tanto emprendedores que recién comiencen, hasta grandes empresas, nacionales o extranjeras, contarían con un único ministerio donde presentar sus iniciativas y que puedan ser consideradas rápidamente, es fundamental.
Volviendo al intento de Ministerio de Justicia: esas cosas que sus impulsores señalan que no andan bien, ¿realmente piensan que van a mejorar por crear un ministerio? Yo no lo creo. Pero siempre estoy abierto a que me convenzan con buenos argumentos.