The King, como le llamaban los fanáticos, protagoniza la serie de Netflix "Recursos Inhumanos", basada en la novela de Pierre Lamaitre. Es Alain Delambre en la ficción, un ex gerente de 57 años que perdió su trabajo en una reestructura, debido a su edad.
Delambre comparte con Cantona las pocas pulgas. Así como el futbolista protagonizó en 1995 la más famosa patada voladora del fútbol profesional - y contra un aficionado, nada menos- Delambre inició su derrumbe final con un cabezazo en pleno rostro de un prepotente jefe.
Orgulloso de su otrora posición, que le había permitido formar una familia de clase media, seis años de desempleo habían estropeado todo; la economía doméstica, la autoestima y los vínculos familiares. El título en francés -Dérapages- sintetiza perfectamente la situación. Pese a los esfuerzos propios y de su entorno, Delambre fue derrapando inexorablemente hacia oscuros territorios emocionales y actitudinales. Deprimido, no logra superar la pérdida de sentido vital y la frustración. Emocionalmente frágil, se aferra más allá de todos los límites razonables a lo que parece ser su última oportunidad.
La serie, que se salva por la excepcional actuación de Cantona, evidencia muchas cosas sobre "los nuevos viejos". Delambre -el personaje- es víctima de edadismo, la discriminación por razón de edad. Cantona -el actor- es ejemplo de la reinvención periódica imprescindible en vidas más largas.
Edadismo y desesperación
El edadismo es un hecho que apenas empieza a evidenciarse como una práctica equiparable a la discriminación por género o raza. Se expresa en diversas circunstancias de los vínculos laborales, como en el momento de la contratación, capacitación, promoción o desvinculación.
Anna Case y el premio Nobel Angus Deaton publicaron un estudio sobre lo que llaman "muertes de desesperación" en Estados Unidos, categoría que nuclea las muertes por suicidios, sobredosis y similares. Esas muertes, afectan fundamentalmente a hombres caucásicos mayores de 45 años sin educación terciaria y sin trabajo producto de los cambios en el los procesos de producción y la relocalización industrial asociada a la globalización.
A juicio de estos economistas norteamericanos la principal causa de las muertes por desesperación es la pérdida de los empleos de calidad que conformaron la clase trabajadora norteameriana de la postguerra. Si bien importa la pérdida del ingreso que provenía de los buenos trabajos industriales, más relevancia asignan a las otras pérdidas; las del sentimiento de pertenencia a una firma empleadora de la que enorgullecerse, de la autoestima y de los vínculos sociales y familiares.
En la potencia del Norte este drama ha tenido enorme magnitud. Explica la reciente reducción de la esperanza de vida durante varios años consecutivos. Es una marcada excepción a la sistemática opuesta, en mundo donde la esperanza de vida no para de expandirse.
El personaje que encarna Cantona pareció tentado varias veces de ser parte de ese drama, que no es exclusivamente norteamericano. El edadismo de que es víctima refuerza el malestar social que ha explotado en muchas partes.
El hecho de cumplir años no significa que las personas estén incapacitadas para trabajar, ni tampoco para aprender, por poner algunos ejemplos de estereotipos sobre los trabajadores mayores de cierta edad. Como ocurre con el racismo o el sexismo, la sociedad en su conjunto y los gobernantes en particular, deben combatir estas formas de discriminación y sus formas micro (muy utilizadas en el lenguaje) para que se deje de tratar a las personas mayores como un colectivo productivamente acabado. En Estados Unidos y España, por ejemplo, la mayor parte de los emprendimientos nuevos son iniciados por personas de +50.
En el mundo del trabajo, a menudo, los empresarios tienen actitudes negativas hacia los trabajadores de más edad, aunque no necesariamente sean menos saludables, menos educados, menos capacitados o menos productivos que sus colegas más jóvenes, sino porque no saben cómo sacar lo mejor de ellos, como aprovechar el llamado "dividendo de la longevidad", sobre el que volveremos en otras columnas.
La reinvención de Cantona
Diego Armando Maradona era admirado por Eric Cantona. La experiencia de envejecer de uno y otro luce muy diferente. Además de los patrimonios biológico y material, nuestro equipaje está cargado por un patrimonio no material, que tiene aspectos positivos (el activo) y negativos (el pasivo).
Lynda Gratton y Andrew Scott, en "La Vida de 100 Años" acuñaron la feliz expresión "activos intangibles", en los que incluyen los activos transformacionales; aquellos que aumentan las posibilidades de éxito durante las varias transiciones que se espera habrá en la vida de 100 años, reduciendo la incertidumbre y el costo del cambio.
Estos activos se refieren al conocimiento de nosotros mismos, a nuestra capacidad de conectarnos con nuevas y diversas redes, a nuestra apertura a nuevas experiencias y a desafiar estereotipos. La transformación más obvia para un futbolista de élite es asumir otros roles en el mismo mundo (entrenador, dirigente, contratista, etcétera). Cantona desafió esos esteroetipos y devino en actor, un mundo muy poco familiar al futbolero.
Una buena educación, acumulación de habilidades e intereses diversos, son activos del patrimonio inmaterial de longevidad. Por el contrario, una educación pobre e intereses acotados, constituyen un hándicap. El nivel educativo es un elemento central, desde el punto de vista productivo y, también, como activo transformacional. También lo es el entorno de relaciones, el capital social forjado en los años previos.
Es preciso que la vida anterior proporcione un conjunto de intereses intelectuales y afectivos que resistan el peso de los años. La adquisición de nuevas competencias y habilidades se convertirá en un empeño de casi toda una vida. Alcanzar la maestría en más de un campo no será imposible. Eric Cantona, futbolista de élite en la primer parte de su vida adulta, treinta años después la está logrando en un campo bien diferente; eso sí, sin perder su característica rudeza.