Se cumplen 80 años, desde la madrugada del 22 de junio de 1941, cuando tres millones de soldados alemanes y de sus aliados del Eje, invadieron a la Unión Soviética dando inicio a los combates con mayor número de bajas de toda la historia de la humanidad y que culminaron el 9 de mayo de 1945 con la caída de Berlín y la rendición incondicional de la Alemania Nazi y sus aliados en Europa y el triunfo de los Aliados, que avanzaban desde el Oeste luego del desembarco de Normandía de los Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y sus aliados.
En el frente oriental perdieron la vida 26 millones de soviéticos, 6.5 millones de alemanes y aliados del Eje y casi 6 millones de polacos (más de la mitad eran polacos judíos). Esas cifras representan más del 60 % de las víctimas de la Segunda Guerra Mundial en todo el mundo.
La invasión nazi, sin previa declaración de guerra, representó un golpe muy duro a las fuerzas armadas soviéticas, que no estaban preparadas para ese asalto, a pesar de que el llamado "espía del siglo" Richard Sorge, un comunista alemán residente en Tokio y agente de la GPU (Inteligencia militar soviética) había anunciado la invasión. Sus indicaciones fueron totalmente ignoradas por José Stalin, que había impulsado y firmado el pacto Ribbentrop- Molotov de no agresión entre Alemania y la URSS el 23 de agosto de 1939.
A la impreparación de las unidades soviéticas ante el mayor ataque de toda la segunda guerra mundial, se suma que una de las instituciones más afectadas por La Gran Purga ejecutada por Stalin con la detención de miles de oficiales del ejército Rojo y el fusilamiento de 3 de los 5 mariscales, 13 de los 15 generales de ejercito; 8 de los 9 almirantes; 50 de los 57 generales de cuerpo de ejército; 150 de los 186 generales de división; 221 de los 397 generales de brigada y más de 120 comisarios y miembros del Soviet Supremo Militar. Entre los fusilados se encontraba Mihail Tujachevsky uno de los más brillantes militares soviéticos y autor de la versión "roja" de la guerra relámpago con el empleo de grandes unidades blindadas.
Hitler firmó en diciembre de 1940, la Directiva nº 21, denominada «Operación Barbarroja», ordenando la preparación y ejecución de la invasión relámpago de la Unión Soviética, que debía ser aniquilada, teóricamente, en una sola campaña de apenas un par de meses. El plan de Hitler era avanzar simultáneamente con tres Grupos de Ejércitos, que debían batirse continuadamente, para cercar a los ejércitos soviéticos en enormes maniobras de tenaza y posteriormente aniquilarlos.
La ofensiva nazi barriendo todo a su paso, llegó en diciembre de 1941 a las puertas de Moscú y ese fue su máximo nivel de avance, en unos de sus puntos de ataque alcanzó a tomar posiciones a solo 30 kilómetros de la capital. La contraofensiva comandada por el general Gregory Zhukov, con el invalorable aporte de 17 ejércitos provenientes de la frontera con Manchuria, formada por tropas frescas y bien equipadas para el invierno, arrolló a las unidades nazis hasta 220 kilómetros de Moscú y representó no solo la derrota de la guerra relámpago, sino la primera derrota de los nazis y sus aliados en la Segunda Guerra Mundial.
En una paradoja significativa, las tropas soviéticas de refuerzo traídas desde el lejano oriente soviético, los "siberianos", fueron movilizados por la información aportada por el mismo Richard Sorge, de que los japoneses no atacarían a la URSS desde Manchuria.
Las armas soviéticas demostraron en esa batalla su superioridad. El tanque mediano T-34 (considerado por todos los especialistas e historiadores) el mejor tanque de toda la guerra, con 26 ton de peso, un cañón de 76 mm y un motor diesel de aluminio de 500 Hp, fue devastador para los blindados alemanes; la aparición de la Katiushas, la artillería reactiva de saturación y la ametralladora Ppsh, que con las piezas de sus mecanismos con mayor espacio entre ellas no se congelaban, a diferencia de las ametralladoras alemanas MP 40 y MG 42, hicieron un aporte muy valioso a la derrota en esa batalla y en toda la guerra.
Hitler tomó personalmente el mando militar de la toma de Moscú, luego de destituir a varios generales victoriosos de la ofensiva en la ocupación de Europa.
La ocupación de Rusia era parte esencial del ideario de Hitler como parte de su política de la conquista del "Espacio vital" (Lebensraum en alemán). Como se puede leer en el libro de Hitler Mein Kampf (Mi lucha), la guerra contra los soviéticos es una «guerra cultural» basada en el antieslavismo, y una cruzada de Europa contra Asia: se trata de enviar al continente asiático a los eslavos, para crear así un «Nuevo Orden», Las ideas del Führer sobre los eslavos eran de una notable simpleza: los consideraba una sociedad primitiva cuyos individuos tenían impulsos más semejantes a los animales que a seres humanos civilizados.
En el frente oriental, se combatieron grandes batallas que fueron marcando la definitiva derrota de los nazis y sus aliados, en Stalingrado; cerco de Leningrado (900 días); Bielorrusia, Kursk-Oriol (la mayor batalla de tanques de la historia); Varsovia, las 3 batallas de Jarkov, y finalmente la conquista por el Ejército Rojo de Berlín.