El Estado Social que este país comprendió tempranamente, anticipándose a muchos de los países del continente, generó una visión de un Estado amigo del ciudadano. Como bien nos lo señalaba el Presidente Sanguinetti, ese Estado Social no fue comprendido de igual modo en la República Argentina. Allí el Estado Social llegó como conquista del pueblo y no como iniciativa estatal, de ahí una concepción de un Estado al que hay que arrancarle conquistas, como así a las clases más acomodadas. Esa concepción explica en alguna medida, como bien nos lo señaló Sanguinetti, esa cultura de conflicto permanente que exhibe en casi todos los momentos la sociedad hermana.
Las políticas sociales han sido infinitas, y han constituido el centro de los desvelos desde el propio Artigas, y en especial desde el principio del Siglo XX. Han avanzado con ópticas sectoriales y no en una organización que revele una visión holística. El MIDES llega para superar esa carencia. Así lo hemos comprendido quienes acompañamos su creación desde la oposición. Creímos en un MIDES coordinando políticas y ejecutando acciones para sacar de la pobreza a porciones enteras de la sociedad en peor situación social. Lejos de ello, hemos asistido a la confirmación de que su creación no obedecía a la idea de la igualdad e integración social, sino al objetivo concebido y acordado en el Foro de San Pablo, de mantener porciones de la población como dependientes eternos del Estado, para así contar con su voto en una idea de esclavitud en el marco de ilusorios derechos.
El cambio de signo político que tuvo nuestro país se explicó en buena medida por la acción en el campo social. El Uruguay estuvo desde siempre afiliado a la tesis de un Estado de mano tendida, jamás generador de esclavitudes. Queremos al MIDES. Lo queremos cambiando la vida del necesitado. Nunca generando dependencia y pobreza eterna. En la campaña destacamos experiencias como la del Liceo Jubilar u otras que generaron cambios sustantivos. La transferencia monetaria o la inversión social acompañadas de la atención, la guía, el incentivo a una nueva forma de encarar la vida amén del sostén material.
Nuestro programa insistió en la coordinación con los Gobiernos Departamentales y Municipales y con las Instituciones de los vocacionales-no con las ONG(s) creadas para el curro- con el doble objetivo de una atención desde la propia comunidad y el de liberar recursos de la burocracia para mejorar la capacidad de inversión social. Los Gobiernos Sub-nacionales ya tienen estructuras de atención social. No existe razón alguna, salvo políticas, para duplicarlas. Se debería transferirle recursos contra resultados concretos. Se apoya la acción y se exige el resultado. Si el resultado no llega el recurso tampoco. Es la mejor manera. Menos burocracia y gasto contra resultado.
Los cambios no han llegado. El 70% del gasto del MIDES se va en sueldos y transferencias fijas a ONG(s). Las políticas no han cambiado. En todo caso se han reforzado transferencias. La Dirección del Ministerio tiene que negociar cada cambio con funcionarios que responden a otra concepción y se dedican a impedir la llegada de nuevas políticas.
Me dirán que la pandemia del COVID-19 trajo consigo la imposibilidad de desarrollar los cambios. Se llenaron las estructuras duplicadas en cada lugar. Tal vez nos perdimos la oportunidad de cumplir con nuestra propuesta de organización y de ahorro. Para cumplirla habrá que desarmar lo armado. Los nombramientos tienen la rigidez de todo gasto y también el compromiso del jerarca con el nombrado. Por otra parte, toda estructura burocrática tiene un inercial movimiento hacia la creación de su propia permanencia. Finalmente, se debe reconocer que el gobierno local está naturalmente más preparado para abordar la solución integral de la vida de las personas y su convivencia, porque es parte de la misma sociedad. Se recorrió el camino inverso.
Queremos ver al MIDES asistiendo a los hogares donde están los niños más pobres para que puedan seguir en ellos, lo queremos junto al anciano cuidándole e integrándole, lo mismo que al que sufre una discapacidad, al que además hay que motivar para el ejercicio de sus capacidades. Queremos más ejemplos de liceos como el Jubilar y sistemas de becas para el que quiere salir adelante. Al negro darle ayudas concretas para pagar la deuda que aún mantiene una sociedad que los tuvo como esclavos hace no tantas generaciones. Lo quiero al lado de la mujer que sóla cría a sus niños, ayudándola en su esfuerzo. Lo queremos también en el esfuerzo de recuperar al que algún día cayó en el delito. Un MIDES junto al pobre de la campaña.
Lo quiero premiando el esfuerzo y no la vagabundez. No queremos un repartidor de tarjetas para unos y de empleos de consultoría para otros. Todos queremos un Ministerio que asista pero que esencialmente tienda la mano para la superación personal. La representación de un Estado a la uruguaya. Generando la oportunidad. Dando herramientas al que se esfuerza. Premiando al que se quiere superar.
Hay que desandar lo andado e ir en el rumbo que todos sabemos que debemos ir. Hay tiempo de desarmar burocracias. Hay tiempo de bajar gasto político. Hay tiempo de empezar a hacer esfuerzos concretos. Hay tiempo de confiar en las instituciones de los vocacionales, de los que ayudan por amor y no por propia conveniencia. Hay tiempo de actuar desde los gobiernos de dimensión humana, que son los departamentales y municipales, y no desde la distancia de la estructura centralizada. No se cura ni se forma a distancia. Hay que estar entre la gente, comprenderla y hacerla comprender hasta encaminarla. Con el gobierno local no se compite. Se les dan los recursos que no tienen y se les exigen los resultados. Menos burocracia, más acción. Es lo que prometimos. Hay que hacerlo. Que no nos confundan. Que no nos alejen de nuestro camino.