“Que los ricos sean menos ricos para que lo pobres sean menos pobres”
José Batlle y Ordoñez.

Tan rápidamente como dejaron atrás la idea de derogar la ley de medios, salieron prestos a aprovecharse de esa norma aunque de manera equivocada y por fuera de la misma. Porque eso es –ni más ni menos- la campaña mal llamada “de bien público” que empezó a difundirse por los medios de prensa sobre una supuesta rebaja impositiva.

Es que así como el marco legal no admite una campaña de este tipo, ya que no entra en ninguno de los ítems que taxativamente enumera la norma, tampoco entra por el objeto de la misma ya que lejos de implicar un bien que ostente la calidad de público, refiere a medidas que beneficiaron a sectores específicos que representan una minoría que nuclea a los quintiles de mayores ingresos de la sociedad.

Basta con repasar los porcentajes de afectación de los impuestos que dicen reducirse con las medidas dispuestas y que son objeto de esta campaña de difusión masiva, para entender que está muy lejos de significar un bien público como pretenden. A lo sumo se trata de un bien para unos pocos y no necesariamente los más urgidos de alivios fiscales.

En efecto, el IRPF es un impuesto que grava a un tercio de las personas que tienen ingresos, por lo cual de arranque se parte de una base de aplicación de las medidas que dista muchísimo de ser las grandes mayorías que pretende cubrir una campaña que pueda calificarse de “bien público”.

Por otra parte, el IASS, otro de los gravámenes tan cuestionados por quienes hoy gobiernan, afecta solamente a 1/4 de los jubilados, alejándolo claramente del piso mayoritario de jubilados que puedan beneficiarse con la reducción.

De este simple análisis se puede inferir que la reducción impositiva no está dirigida a los sectores más necesitados, pues estos directamente no están gravados por los tributos afectados por la reducción. Precisamente son los sectores de mayores ingresos los que se benefician con quitas de impuestos que se licúan con el aporte de todos los uruguayos que —a partir de asumido este gobierno— sufrimos el aumento del IVA, por ejemplo. Un incremento que se hizo sin compromiso electoral y sin aviso.

Los impuestos se aplican, esencialmente, para financiar bienes y servicios públicos, por lo que resulta una absoluta contradicción plantear como “bien público” la reducción de impuestos a los sectores de mayores ingresos de la sociedad. En contrapartida, —y como bien expresó el contador Gustavo Viñales en sus redes— “solo falta proponer un impuesto a los pobres como en la Edad Media”, para terminar de demostrar su coherencia herrerista.

Hoy más que nunca debería de recordarse a don José Batlle y Ordoñez, para quien “los ricos debían ser menos ricos para que los pobres sean menos pobres”. Una consigna que fue abandonada y que hoy reivindica el Frente Amplio, siendo base principal de una reforma impositiva construida bajo la premisa de “que paguen más los que tienen más, para que paguen menos los que tiene menos”, concretada durante sus gobiernos.

En definitiva, con campañas como estas, están queriendo dar una batalla cultural pretendiendo imponer la idea de que los impuestos son malos y que es mejor la plata en los bolsillos… ¡En sus bolsillos!

Toda una maquinaria ideológica dispuesta a esos fines, donde a la teoría del derrame (que nunca llegó ni llegará), se le imprime esta cuota de marketing político para disuadir a una opinión pública que empieza a medir —desde su propio bolsillo— la política económica de un gobierno que ahorra recortando los ingresos de los que menos tienen.

No es una campaña de bien público ni mucho menos.

Es herrerismo puro…