En estos días han caído sobre el Río de la Plata, y naturalmente en primer lugar sobre los argentinos, un diluvio de interpretaciones y opiniones sobre el profundo cambio que representa el primer lugar en las elecciones PASO de Javier Millei.

En primer lugar, hubo Muchos – las 13 encuestadoras y los analistas – que se equivocaron de palo a palo.

Ese es otro rasgo de la Argentina. El torrente de palabras diarias, de encuestas de todo tipo, que demuestran que cada día se puede hablar al cohete, y que demuestran desconocer su propio país.

Lo recuerdo perfectamente cuando hice cuatro campañas electorales en ese país. Fue primero en la provincia de Santa Fe para diputados nacionales por esa jurisdicción, donde le ganamos por primera vez en la historia a los peronistas con un frente progresista. Luego las campañas para gobernador con Hermes Binner, primer gobernador socialista de una provincia en toda la historia. Y, por último, la campaña presidencial, donde en las PASO salimos cuartos y en las nacionales salimos segundos.

Mucho charlatán, mucho experto en divagues, muchas encuestadoras pagas y repagas. Pero un enorme poder de los medios.

Javier Millei empezó su carrera política hace pocos años en programas televisivos, en Intratables y Animales sueltos. Economista y con tendencias de ultra derecha y hasta fascistas en algunos temas. Capaz de proponer que se permita la venta de órganos y hasta a los propios hijos, junto con una catarata de barbaridades como eliminar el Banco Central, dolarizar el país, liquidar las conquistas sociales, enfrentar el feminismo y muchas otras. Durante mucho tiempo fue un fenómeno de circo en la televisión argentina. Hoy tiene altas posibilidades de transformarse en el próximo Presidente de la República.

Si hiciéramos el análisis en base a los criterios racionales de cualquier país, como por ejemplo el Uruguay, el que tiene mayores posibilidades de ser elegido en el balotaje es Millei. Pero es la Argentina, y en política puede suceder todo y el contrario de todo, en pocos meses. Y faltan 70 días para las elecciones nacionales de octubre…

Lo básico, lo inicial, lo elemental es que esta es una nueva grieta en la política argentina, que se suma a la grieta general y cada día más profunda entre el resto de los argentinos y los políticos. El gran éxito de Millei se basó en su frase y definición: “Vamos a dar fin a la casta política 'chorra', corrupta y parasitaria de este país". Interpretó el hartazgo y hasta el odio de amplios sectores, de la mayoría de los argentinos hacia los políticos tradicionales. Todos.

Es una grieta muy peligrosa, que hace algunas décadas se resolvía de otra manera. Una parte de los partidos de oposición de ese momento, incluso el Partido Comunista en la época de Perón, iban a golpear a la puerta de los cuarteles implorando un golpe militar. Esa es una historia de varias décadas, iniciada el 6 de setiembre de 1930, con el derrocamiento de Hipólito Hirigoyen y 12 de los catorce gobiernos provinciales. Se iniciaba la “década infame”, aunque el último golpe fue en 1976-1983, el más criminal y sangriento de todos. También comenzó con el peregrinaje a los cuarteles contra Isabelita Martínez de Perón y José López Rega.

¿Por qué puede ganar Millei? Si se diera una lógica política básica —que ya era insólita en Argentina desde hace años—, con esta nueva grieta donde sumando a los votos de Millei y de Patricia Bullrich también de derecha dura —que derrotó ampliamente a Horacio Rodríguez Larreta con su discurso negociador dentro de Juntos x el Cambio—, se obtiene la dramática cifra de más del 47% de los votos de ultraderecha o directamente fascistas.

Millei estará en el balotaje. Tiene un discurso claro, enemigos claros, y una bronca muy grande contra sus enemigos, sobre todo contra el kirchnerismo. Lo reiteró sin matices en la noche de su triunfo y sería lógico que nadie lo bajara de esa posición, con el 30.4% del total de los votos. Va a ir a pescar más votos entre los que no votaron en las PASO, un 29% del total del electorado. La racionalidad no le importa, él la resuelve con show, frases atronadoras, no le importa que no tendrá los votos para gobernar, ni para imponer sus recetas sobre el Banco Central de la República Argentina y la dolarización, y muchas otras. El va por su grieta y cuanto más profunda y ancha mejor.

Las grietas han sido una constante de la política argentina, pero este es un cambio de calidad.

El gobierno y Sergio Massa van a poner todo lo que tienen en su asador, el aparato, la plata, la poca que les queda y la amenaza de una hecatombe social. Y tienen donde pescar, algo más del 1% que los separa de Juntos x el Cambio. En esa alianza opositora se equivocaron en toda su campaña hacia las PASO y son los que tienen que lograr que los votos de Rodríguez Larreta se mantengan y voten a Bullrich, luego de una campaña bastante feroz, y pescar algo entre los que no votaron. Son los que tienen un doble problema grave, uno es mantener sus votos, y el otro apuntar a un público muy escéptico y desmotivado para que vaya a votarlos, como los que se abstuvieron. La tienen brava y están llenos de heridas, personales, políticas y hasta ideológicas.

Si el balotaje es entre Millei y Massa, gana Millei. El 17% de los votos de Bullrich no aceptaría en absoluto sumarse al actual oficialismo. Si el balotaje es entre Millei y Bullrich, hay posibilidades que gane Bullrich y Juntos por el Cambio, que ha sido el peor desmentido a todas las encuestadoras y a las elecciones de medio término donde obtuvo el 44%...hace dos años.

Pero es la Argentina y lo razonable, lo lógico, lo previsible es imposible. Ni en política, ni en economía, ni en sus relaciones internacionales, ni en muchas otras cosas que tengan directa relación con la política. Y al final la política se mete en todo, incluso entre ese pueblo tan parecido al nuestro y tan diferente, tan lleno de talentos, de premios Nobel, de gente maravillosa, de una cultura y un arte desbordante.

La grieta al final se lo devora todo y ahora hay otra grieta más peligrosa, honda y oscura.