Siempre condené en forma categórica el terrorismo palestino contra Israel, la incitación al odio y al asesinato. Y siempre tuve claro que el apoyo a la violencia no salía solamente de las organizaciones terroristas propiamente dichas. Y que los programas de televisión palestinos, no sólo en la televisión de Hamás sino también en la de la Autoridad Palestina, juegan un papel nefasto en la educación a la perpetuación del conflicto con Israel, mintiendo sobre su historia y legitimando inclusive la muerte de niños en atentados cometidos para matar judíos. Pero siempre pensé que la mayoría de los palestinos seguramente debe pensar diferente. Siempre supuse que la mayoría del pueblo palestino quiere lo que yo quiero para mis hijos y nietos. Que crezcan en paz, con salud, felices, que trabajen bien, se enamoren y tengan una vida plena. No es lógico pensar otra cosa. Y que simplemente no se animan a hablar, a decirlo en voz alta.
Claro que cada vez que terroristas matan a israelíes, inclusive mujeres y niños, y los palestinos salen a celebrar y a repartir golosinas en señal de festejo, esa convicción que “muchos no están de acuerdo”, se resquebrajaba un poco más.
Y ahora, lamentablemente, hay mucho para dudar sobre lo que quiere el pueblo, aunque sigo creyendo que generalizar en forma absoluta suele ser injusto.
Vimos las escenas de civiles gazatíes celebrando exaltados el asesinato de civiles israelíes en la masacre del 7 de octubre. Vimos los videos de niños escupiendo el cadáver medio desnudo de Shani Luck, una de las secuestradas, tirado en una camioneta y expuesto como un trofeo por las calles de Gaza cuando los terroristas volvieron. Vimos las increíbles escenas de gazatíes festejando a los gritos de “Ala hu-Akbar” cuando los terroristas volvían con los secuestrados, jovencitas civiles incluidas, cuyo espanto no podemos ni imaginar.
En las imágenes captadas por las cámaras de los propios terroristas —un compendio de las cuales fue armado y proyectado a la prensa internacional— vimos civiles secuestrando y robando, mezclados con los terroristas que mataron. Hablamos con israelíes residentes en comunidades aledañas a la frontera con Gaza, que nos explicaban por qué estaban convencidos que el trabajador palestino al que conocían desde hacía años, que era como parte de la casa y de la comunidad, al que se daba total confianza, tiene que haber sido quien dio la información exacta a Hamás sobre cada sitio al que podían atacar. Los terroristas llegaron sabiendo todo. Solo alguien que conocía el lugar desde adentro podía haberles dado la información.
Vimos y escuchamos todo eso y mucho más, y se nos estrujó el corazón, con una mezcla de furia y profunda tristeza. Es que si así es la población civil, aunque sigo creyendo que no puede ser que no haya excepciones ¿qué futuro hay?
Y luego llegaron los sondeos profesionales de opinión pública que recabaron en forma ordenada las opiniones de los palestinos tanto de la Franja de Gaza como de Cisjordania. Y las conclusiones son durísimas. La masacre perpetrada por Hamás el 7 de octubre, en la que fueron asesinadas más de 1.200 personas, la mayoría civiles israelíes pero también extranjeros que trabajaban en Israel, en la que fueron cometidas atrocidades difíciles de describir, tuvieron como resultado el aumento del apoyo palestino a Hamás. No el rechazo. No una postura que dice “eso no nos representa”. No, al contrario.
En Gaza bajó un poco porque allí sienten directamente el efecto de la fortísima reacción militar de Israel, pero aún es mayoritario. En Cisjordania, gobernada hoy por la Autoridad Palestina, el apoyo a Hamás es enorme. Entre ambas zonas, el promedio de apoyo a la organización terrorista supera el 70%. No hay ningún análisis optimista que pueda derivar de ello.
Es muy importante destacar que estos datos fueron recabados por el doctor Khalil Shiqaqi, el muy respetado director del principal centro de investigación de opinión pública en Ramallah PCPSR (Palestinian Center for Policy and Survey Research), quien tiene además el valor agregado de haber comenzado ya en 1994 con sus encuestas, que realiza en general cada tres meses, por lo cual tiene muchos elementos para analizar y comparar.
Y, al analizar los números que resumen las posturas actuales de los palestinos, no hay motivo ninguno para tener esperanza en un futuro de paz entre Israel y los palestinos.
La última encuesta con resultados tan preocupantes fue realizada a comienzos de diciembre y deja en claro que la masacre de Hamás no hizo menos que mejorar su posición entre los palestinos. Con ese dato alcanza para entender que no importa quién esté al frente en Israel y que el problema no son tales o cuales fronteras, sino la incapacidad palestina como colectivo de vivir en paz con Israel, aceptándolo como Estado judío legítimo en la región.
Estos son algunos de los resultados concretos del sondeo en cuestión.
- El 72% de los palestinos justifican la masacre del 7 de octubre.
- En Gaza, solamente el 37% consideran que fue un error.
- El 63% de los palestinos sostienen que la forma de concretar sus aspiraciones nacionales es la lucha armada.
- El 20% consideran que sus aspiraciones nacionales se deben alcanzar a través de negociaciones.
- Solamente el 10% de los palestinos considera que Hamás cometió crímenes de guerra. Esto —agregado nuestro— aunque los propios terroristas filmaron sus atrocidades y las compartieron en las redes. Cuando líderes religiosos musulmanes ciudadanos de Israel vieron las imágenes a las que hicimos referencia al principio, salieron en general horrorizados diciendo “ese no es el Islam que conocemos”.
- El 60% de los palestinos quieren que sea Hamás quien gobierne la Franja de Gaza después de la guerra. Solamente el 7% prefiere a la Autoridad Palestina (AP) de Abu Mazen. Agregado nuestro: el rechazo a la AP, percibida como corrupta y totalmente desconectada del pueblo, es comprensible. Lo que asusta es el apoyo a Hamás.
- Al preguntársele a los palestinos por quién votarían si hubiera ahora elecciones a la presidencia palestina, el 78% prefiere a Ismail Haniye de Hamás y solo el 16% a Abu Mazen. También aquí, un agregado nuestro: el rechazo a Abu Mazen deriva de su comportamiento, del hecho que desde que fue electo a la presidencia palestina en el 2005 no llamó a elecciones, pero entre eso y apoyar a Haniye, hay una distancia. Eso, no solo por lo que simboliza Hamás, sino por el hecho que él mismo está en el exterior, en Catar, desde hace años, viviendo con lujos y gran comodidad, mientras la población pasa penurias, con enormes fortunas dedicados a armas, cohetes y túneles, y cero dedicación a las infraestructuras civiles que precisa la población.
La conclusión es dura de aceptar: aun sabiendo lo que hizo Hamás, aun después que uno de sus jefes (Musa Abu Marzuk) declaró desde Líbano que “los túneles son para Hamás, no para proteger a la población”, aun después de otra de sus figuras Ghazi Hamad declaró que habrá “un segundo 7 de octubre, un tercero, un cuarto, hasta que Israel sea destruido”, aun tras ver que la opción de Hamás siempre es la guerra, los palestinos lo prefieren.
En muchas ocasiones escribí que Hamás traiciona al pueblo palestino, que lo tiene de rehén, que los palestinos de Gaza están presos del puño de hierro de Hamás. Seguramente hay quienes así se sienten. Pero las respuestas que recibió el doctor Khalil Shiqaqi muestran que aunque sea difícil entenderlo, muchos palestinos abrazan a Hamás y su ideología de odio a Israel.
El futuro no es prometedor.