¿Qué es un gran debate nacional? Algunos lo confunden con el barullo, con que muchos actores sobre todo institucionalizados digan algo sobre un tema. En el gobierno, el parlamento, en la academia, en los sindicatos y organizaciones patronales, etc. En general sobre casi todos los temas que tienen cierta relevancia, esos sectores opinan.
Hay otro nivel intelectual y conceptual cuando un tema de relevancia recoge opiniones más elaboradas, más estudiadas, con un alto y profundo nivel de argumentos. En ese caso casi siempre se trata de opiniones de personas, con o sin representación institucional o de organizaciones. Se trata básicamente de la diferencia entre la cantidad y la calidad, que aunque pueden no ser contradictorias, tienen niveles muy diferentes de argumentación.
Pocos temas realmente logran convocar ambas vertientes, la amplitud y la profundidad.
Una sociedad en un determinado momento histórico o político se puede medir por sus debates. No por el ingenio de algunos mensajes en las redes que a veces son deplorables, porque llevan todo al nivel del zócalo, sino por la amplitud y la profundidad y de esa manera aportan valor a la información y a las posiciones ciudadanas.
Por ejemplo, es difícil que en una campaña electoral, momento de mayor intensidad en el debate político se alcance en algún tema un cierto nivel de profundidad. Lo que importa es golpear fuerte, hacer mucho ruido y dejar instalados ciertos argumentos en la mayor cantidad de personas posibles.
Hay algunas leyes, o proyectos de leyes que convocan siempre a un gran debate nacional y terminan en casi nada, en un cruce ligero y pobre de argumentaciones a favor y en contra. Y poco más.
Hace tiempo que en el Uruguay no se da un verdadero gran debate nacional, como los que marcaron la historia de nuestro país. A su nivel y en su época, sin medios, con un restringido número de personas ilustradas, pero con un impacto emocional muy grande las ideas artiguistas, sobre la Confederación o la Federación y de forma explícita e implícita sobre los ideales de la independencia norteamericana y su constitución, o la revolución francesa y sus ideales radicales, fue un debate fundacional para la banda oriental y de derrota para las provincias unidas, La Liga de los Pueblos Libres.
El debate institucional, que partió a la sociedad uruguaya de la época e incluso al propio Partido Colorado, sobre el colegiado, soporte democrático, revolucionario de todas las reformas sociales y culturales propuestas por el batllismo, dejó huellas muy profundas y fue realmente un debate de avanzada para todo el mundo y ni que hablar para América Latina, aunque en la mayoría de los países nunca se alcanzó ese nivel, que contenía aspectos institucionales, políticos pero también ideológicos y filosóficos.
El debate sobre los diversos golpes de estado y en particular el de 1973, sus causas, las condiciones que los hicieron posibles, las consecuencias en todos los terrenos, político, institucional, económico, social, cultural, educativo y naturalmente militar nunca despegaron a nivel de las instituciones. Hay abundante material escrito, artículos, libros y algunos programas radiales y de TV, a nivel de otros sectores de la cultura y el arte tampoco hay un volumen y una profundidad importante. La fragmentación inmediata que se produjo a la salida del régimen, los grandes medios y los partidos y las figuras encargadas de custodiar los silencios y las deformaciones fueron muy poderosos y efectivos y a los otros les llevó varias décadas tratar de aproximarse a la verdad. Había intereses comunes en la deformación en las diversas posiciones políticas,
Dos momentos que puede decirse que se trató de promover un gran debate nacional, el plebiscito constitucional de 1980 y, la ley de caducidad (impunidad) en particular en el voto verde y amarillo. Los partidarios de mantener la ley, no aportaron muchos argumentos y un protagonismo serio y fundado. Ganaron pero nunca se propusieron convencer o reivindicar el fondo de su proyecto político e histórico.
El fin de los gobiernos del Partido Colorado y militares asociados y los pocos gobiernos blancos que durante 170 años dominaron el país, en el 2004-2005, no determinaron la explosión de análisis, explicaciones, argumentaciones que el acontecimiento merecía, sobre todo por la profundidad de la crisis, que también había impactado a nivel intelectual y académico y las urgencias del nuevo gobierno.
Esa falta de un gran debate nacional, sobre todo promovido por la izquierda, es una de las explicaciones, por la lenta decadencia de argumentos, de ideas, de elaboraciones en los sucesivos gobiernos del FA, hasta su derrota en el 2019-2020.
La euforia de la victoria, mejor dicho de las victorias, nacional y en varios departamentos por primera vez en la historia nacional, en lugar de darle fuerza a una profunda y sistemática elaboración, nos fue durmiendo en los laureles y en las espinas.
Ahora sería interesante un gran debate nacional, sobre otro cambio histórico: el fin del gobierno del FA y la asunción de una coalición variopinta de centro derecha multicolor, cada uno con su propio proyecto político. Tirando piedras sobre el tejado de chapas no se construye ningún debate, ni nacional ni de ningún tipo.
De ese debate, del que debían surgir las grandes líneas para una elaboración sobre el futuro, y una auténtica y profunda autocrítica, también deberían surgir las bases para elaborar unas renovadas bases programáticas, que ahora deberán incorporar la pandemia y sus consecuencias y las bases políticas, sociales y culturales de un nuevo frente para el progreso, mucho más amplio, porque mucho más ambiciosos deben ser los objetivos.
Si alguien creé que el gran debate nacional, emergerá en forma independiente de los aspectos programáticos, como por ejemplo la política forestal e industrial papelera del país, de los temas políticos. Está muy equivocado y lo pagará muy caro. Para tomar un solo ejemplo. O peor aún, comenzar la lotería de los posibles candidatos presidenciales y las alianzas internas, demuestra que lejos está del concepto del debate, donde las ideas son la fuerza fundamental.
El otro día leyendo un reportaje a Gerardo Caetano analizando la larga batalla contra el batllismo que se vivió y se vive en el Uruguay actual, su mirada profunda sobre el largo proceso histórico y político, me di cuenta una vez más que lejos estamos del manoseado gran debate nacional.
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